domingo, 30 de enero de 2011

Agujeros negros en el planeta azul

Revista Año Cero. Abril 1991, por Antonio Ribera


"Vamos hacia un gran sol!". Éste fue el último mensaje enviado por el radiotelegrafista del Grumman, desaparecido el primero de julio de 1969. Cuando, trascurrido el plazo fijado para el regreso, el aparato no volvió a su base ni contestó a las llamadas que desde ésta se le hacían, se organizó una gran operación de búsqueda con medios aeronavales, que rastrearon una amplía zona del mar. Unicamente se logró hallar restos dispersos del aparato desaparecido, entre ellos dos asientos.
Poco tiempo antes, el 15 de mayo del mismo año, otro avión gemelo Grumman cayó en la misma zona. En ambos casos, entre muertos y desaparecidos, hubo catorce víctimas en total. La encuesta hecha por las autoridades declaró "inexplicable" el siniestro.
Pero de 1952 a 1970, cinco modernos submarinos habían desaparecido también de manera inexplicable, en la misma región marina. El lector avisado, naturalmente, supondrá que nos estamos refiriendo al famoso Triángulo de las Bermudas. Pues, no.
El "triángulo" a que nos estamos refiriendo se encuentra en el Mediterráneo occidental: sus vértices son el monte Canigó, en los Pirineos franceses (donde entre 1945 y 1969 se produjeron once catástrofes aéreas, con más de doscientas víctimas humanas), la localidad africana de Tinduf, cerca de la frontera conjunta de Mauritania, Marruecos y Argelia, y las Islas Canarias. En toda esta amplía zona son también muy frecuentes las observaciones de ovnis (especialmente en las Canarias y el sur de España)! no sólo en tierra, sino en el mar y "bajo las aguas" del mar.



Fuerzas misteriosas

El avión Grumman que emitió el extraño mensaje era un avión militar español, cuyo comandante, el capitán Antonio González de Boado, era amigo mio y -curiosamente- uno de los pocos militares españoles del Arma Aérea que se tomaba en serio la cuestión de los ovnis. El capitán Boado había publicado interesantes artículos sobre el tema en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica del Ministerio del Aire, y había dado muchas conferencias sobre Ufología a sus compañeros de promoción, que le querían y le respetaban.
¿Actúan entonces en esta zona las mismas fuerzas misteriosas y maléficas que parecen actuar en el Triángulo por antonomasia, el de las Bermudas?
El texto que abre este artículo se publicó al comienzo de mi libro Los
doce triángulos de la muerte, y a continuación decía que este triángulo y once más fueron ya señalados por el malogrado investigador y biólogo van Sanderson y sus colaboradores de SITU (Society for the Investigation of the Unexplained), de Nueva Jersey. Este grupo estaba formado por científicos especializados en distintas disciplinas: geólogos, meteorólogos, físicos, astrónomos, etc. Según ellos, existen en el planeta doce zonas de grandes perturbaciones geomagnéticas. Dos de ellas son los Polos y las restantes son todas marítimas. Se encuentran repartidas muy regularmente: cinco de ellas alrededor del paralelo 30 grados de latitud norte, y otras cinco en el paralelo 30 grados sur. Están separadas por distancias de 72 grados en cuanto a longitud.
Varios hechos sorprendentes se hallan asociados con estas zonas (que, más que triangulares, son romboidales; configuran un rombo inclinado unos 45 grados sobre el Ecuador). Todas ellas son zonas "calientes", donde los avistamientos de ovnis son frecuentes; en todas ellas se registran extraños fenómenos de distorsión del espacio-tiempo; en todas el las la brújula se desvía unos cinco grados del Norte magnético; casi todas ellas se hallan cruzadas por la famosa línea BAVIC, descubierta por Aimé Michel y, aunque se ha exagerado mucho, en todas ellas se registran hechos inexplicables y misteriosas desapariciones de barcos y aviones.
¿Pero por qué se menciona únicamente una de estas zonas, el Triángulo de las Bermudas? Es muy sencillo: esta zona, por su ubicación geográfica, es la que registra un mayor tráfico marítimo y aéreo. Sólo es comparable a ella el "Triángulo del Diablo", en el mar del Japón, que también se ha ganado una cierta fama de lugar maldito. Los restantes "triángulos" caen en zonas marítimas de escaso o nulo tráfico marítimo o aéreo (ya hemos dicho que dos de ellas corresponden a los Polos), y esto explica que raramente se las mencione.



¿Por qué los triángulos?

¿Cómo se explica la distribución tan regular que tienen los triángulos (O habría que llamarlos "rombos") sobre la superficie del planeta? Se han barajado varias hipótesis para explicarlos. Barry Goodman, en el excelente estudio que ha consagrado al tema, señala que estos doce puntos sobre el globo terráqueo, y las líneas que los unen, definen un objeto sólido con quince lados triangulares. Este objeto sería parecido a un cristal o a una piedra preciosa perfectamente tallada. Para explicar esta extraña disposición podemos plantearnos tres posibilidades:
a) Un fenómeno natural de rara simetría, cuyo ejemplo más claro lo encontramos en los cristales.
b) Establecimiento deliberado de una configuración simétrica por parte de seres inteligentes, con fines que se nos escapan (los misteriosos círculos que aparecen en campos de cereales ingleses podrían ser algo parecido), y
C) Una combinación de a) y b), o sea el establecimiento de una configuración simétrica por seres inteligentes, aprovechando un fenómeno natural preexistente de naturaleza simétrica.
Barry Godman estuvo bastante cerca de la verdad -como veremos más adelante- al formular esta teoría. El único fenómeno natural preexistente digno de tenerse en cuenta tiene que estar forzosamente relacionado con el geomagnetismo, del que no lo sabemos todo ni mucho menos. Una cosa que sí sabemos, por ejemplo, es que los polos no han ocupado siempre su posición actual, sino que se han desplazado sobre la superficie de la Tierra en el transcurso de las edades geológicas. Las partículas magnetizadas de mineral de hierro que se encuetran en algunas rocas muy antiguas apuntan hacia otro Polo Norte magnético distinto del actual. Pero sería muy sorprendente que los antiguos polos magnéticos hubiesen coincidido con tanta precisión con los puntos regularmente espaciados de los "triángulos" actuales. Eso significaría que el eje del planeta ha ido cambiando sucesivamente de inclinación un número "exacto" de grados y minutos) como un mecanismo de relojería gigantesco, lo que nos lleva casi a desechar esta explicación.



Inversión de los polos

Sin embargo, hay una ciencia novísima que nos puede enseñar algunas cosas. Esta ciencia es el Paleomagnetismo. Hay dos hechos sorprendentes, comprobados por esta joven ciencia: 1) 0 los continentes han derivado millares de kilómetros en la superficie del globo; y, 2) 0 el campo magnético terrestre se ha invertido periódicamente, pasando el polo Norte a ser el polo Sur y viceversa... La primera constatación reivindica definitivamente la teoría de la "deriva de los continentes", establecida en 1910 por el alemán Wegener. Pero el Paleomagnetismo no nos explica la existencia espaciada de los triángulos...
No obstante, nos dice algo inquietante de veras: la Tierra se encuentra en el umbral de un cambio de polaridad (véase la gráfica adjunta). Es decir, que de un magnetismo normal pasaremos a un magnetismo invertido. ¿Cómo afectará este hecho en la vida de los seres que pueblan el globo? Misterio. No subsiste ningún testimonio vivo de un cambio de polaridad para contárnoslo... Quizás estos cambios de polaridad podrían explicar las épocas glaciales, la extinción de los grandes saurios e incluso la aparición del hombre. Pero nos estamos apartando del tema de nuestro artículo.
Se encontraba un día en mi casa el extraordinario Jean-Pierre Petit, que es lo más parecido a un hombre del Renacimiento de que hoy disponemos. Magnífico dibujante, músico, hombre de un vitalismo extraordinario, joven y dinámico, es también uno de los primeros sabios de Francia y de Europa. Es Directeur de Recherche de CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas), el máximo organismo de la ciencia francesa, y sus trabajos sobre Física (Magnetohidrodinámica) y Astrofísica (está fascinado por los informes de UMMO), han hecho época en el vecino país.
Estábamos hablando de la composición del globo terrestre. Como es costumbre en él, apoyaba sus vehementes palabras con rápidos y precisos dibujos, que después tiraba al suelo. Había ya un buen montón de papeles a nuestros pies, cuando de pronto se volvió hacia mi y me dijo:
-¿Sabes, Antonio? Sí pudiésemos poner el globo terrestre sobre esta mesa, se aplastaría bajo su propio peso. No es un cuerpo sólido, sino que es la fuerza de gravedad -la atracción hacia el centro de la Tierra- lo que mantiene su forma más o menos esférica. El planeta está compuesto de elementos cada vez más pesados (de mayor número atómico) conforme nos acercamos al núcleo.
Entonces fui en busca de una información científica soviética, que había recibido a través de la Agencia Novosti. Deseaba mostrársela a Petit.
-Mira, Jean-Pierre -le dije-. Este hallazgo soviético parece confirmar lo que tú dices. Y, como todos los descubrimientos geniales, desde la manzana de Newton hasta el "Eureka" de Arquímedes, se basa en un hecho banal, que sólo tiene sentido para el sabio.


Un huevo de Colón soviético

En efecto: Nikolai Koroviakov, ingeniero constructor de Tula, en la URSS, se hallaba un día en su casa, tomando tranquilamente el té que había preparado en su samovar, cuando al resolverlo, observó en la taza algo que le intrigó y que le hizo pensar. Según las leyes de la física clásica, las partículas de té deberían desbandarse bajo la acción de la fuerza centrífuga. Pero en este caso se habían reunido en el fondo de la taza. Koroviakov ya sabía que Albert Einstein, al presentar su informe a la Academia de Ciencias de Prusia en 1926, explicó este fenómeno con los flujos formados en el líquido en rotación. La velocidad angular en la parte inferior del embudo es notablemente menor que la registrada en la superior, y la fuerza centrífuga parece ser totalmente inexistente en esta zona. Este es el secreto del té en la taza.
El mundo científico aceptó sin muchas discusiones la explicación de Einstein, porque todos se inclinaban ante la autoridad del genial físico. Pero cincuenta años después, un ingeniero mecánico y diseñador de la ciudad rusa de Tuis decidió comprobarlo por vía experimental.
Fabricó un recipiente en forma de vaso y fijó su fondo en el eje de rotación. Lo llenó hasta los bordes con agua que contenía trocitos de hojas
de té, y lo cerró con una tapa transparente. Luego hizo girar el vaso. Las particulas de té se dispersaron enseguida hacia las paredes. Koroviakov
paró el vaso. El agua siguió girando por inercia, y los trocitos de té se juntaron en el fondo.


La estrella de cinco puntas

Según Einstein, el secreto radica en los flujos: al girar en un recipiente inmóvil, el agua sube en el borde y baja en el centro, provocando la diferencia de las velocidades angulares, etc.
Pero sucede que en el recipiente hidrodinámico y hermético de Koroviakov, el líquido sencillamente no tiene adonde subir o bajar: gira con la misma velocidad en cualquier punto del vaso. No hay flujo alguno. Sin embargo, los trocitos de té, al parar bruscamente el recipiente, también se reunen en el fondo, al centro.
En otro experimento, Koroviakov sustituyó los trocitos de té por unas partículas de plástico de distintos colores y peso. Al frenar la rotación, las partículas se precipitaban al centro en estricta sucesión: primero las más pesadas, luego las más ligeras. Y siempre formaban la misma figura: una especie de pentágono, o sea una estrella de cinco puntas.
El lector avisado -que es para quien escribo- ya empezará a adivinar hacia dónde voy... "Durante mucho tiempo no podía comprender explica Nikolai koroviakov- a qué se debía esto. ¿Por qué las partículas no formaban un círculo, un cuadrado o un triángulo? ¿Qué fuerzas les hacían adoptar esta disposición? Cientos y miles de veces hice girar y detuve después mi trompo. Describía en detalle el estado del objeto investigado, fijaba la hora. Y una vez noté que en el transcurso del día, el pentágono se desplazaba en dirección contraria a la rotación de la Tierra. ¿Qué significaba esto? Que mi trompo estaba orientado al Sol. En otras palabras, que se sometía a las mismas fuerzas que determinan la rotación de la Tierra en torno al Sol, así como la interacción de estos dos cuerpos celestes".
Así, pues, el trompo de Koriviakov se convirtió en un modelo de la rotación de nuestro planeta. Además, explicó el carácter de esa rotación, o sea que descubrió uno de los secretos de nuestro Universo.


Las leyes que rigen el huevo terrestre

¿Qué es la Tierra, sino un gigantesco trompo hidrodinámico? Por fuera, una envoltura cerrada: la corteza terrestre. Por dentro, un magma líquido, en el cual flota libremente el sólido núcleo terrestre. Podemos comparar este escenario con el vaso de té lleno de partículas en suspensión. O mejor aún, a un huevo con su cáscara, su clara y su densa yema.
Pero la corteza terrestre -la Tierra tiene más de 12.OOO kilómetros de diámetro- aún es más delgada respecto al planeta que la cáscara lo es respecto al huevo. En promedio, la corteza terrestre tiene 30 kilómetros de espesor. ¡Naturalmente que la Tierra se aplastaría bajo su propio peso, como apuntó Petit, sí pudiésemos ponerla sobre una mesa! (a la vista de estos datos, corroborados por la Geología y la Sismología, resultaban delirantes y absurdas todas las teorías sobre la Tierra hueca. Puede haber grandes cavidades subterráneas, pero estarían en la corteza, enorme a escala humana).

¿SOMOS EXTRATERRESTRES?

Revista Año Cero. Marzo 2008, por JOSÉ RAFAEL GÓMEZ

Panspermia Cósmica. «Traducido» a lenguaje común, este llamativo término viene a significar que la vida surgió en la Tierra tras haber «caído» desde el espacio exterior. El primero que pensó en esta posibilidad —que sepamos— fue el sabio Anaxágoras, en el siglo V a. O. El filósofo griego nos habló de "semillas por doquier" que conformaban la materia tanto inerte como viva. Por desgracia, tuvo que huir de Atenas por afirmar, con asombrosa intuición, que el Sol era una masa de hierro incandescente y que la Luna era una roca que, habiendo salido de la Tierra, reflejaba la luz del Sol.
Mucho más cercanos a nuestro tiempo, los científicos británicos Fred Hoyle (ver recuadro) y Chandra Wickramsinghe propusieron en 1978 que los cometas podrían ser los sembradores cósmicos de la vida, al transportar esporas vitales de un sistema estelar a otro. Hoy en día los científicos conocen la existencia de bacterias en la Tierra que resistirían sin problemas el viaje espacial. Aunque eso no quiere decir que dichos organismos fueran los que viajaron, demuestra que otros pudieron hacerlo. Y, ¿por qué no pensar que este fenómeno puede haber ocurrido en la Tierra en más de una ocasión? ¿Se producen con relativa frecuencia aportes de vida extraterrestre a nuestro planeta? Y, si así fuese... ¿podrían haberse mezclado estos organismos exoterráqueos con la vida ya existente en la Tierra? Pues bien, por muy inquietante que parezca, la respuesta a estas preguntas podría estar en nuestro propio material genético.
Aunque suene a ciencia-ficción, se da la circunstancia de que uno de os descubridores de la estructura del ADN, Francis Crick, ya habló de esta posibilidad. Al no encontrar pasos intermedios previos a la doble hélice, apuntó la hipótesis de que quizás el ADN hubiera llegado a nuestro planeta ya conformado, es decir, procedente de algún otro lugar en donde habria evolucionado.
De hecho, Crick no sólo creía factible esta posibilidad, sino que defendía la posibilidad de una Panspermia "Dirigida": es decir, que la vida no llegó por azar a bordo de un cometa, sino que fue conscientemente «sembrada» en nuestro mundo: «Parece improbable que los organismos vivos extraterrestres pudieran haber alcanzado la Tierra ya sea como esporas conducidas por la presión de la radiación de otra estrella o como organismos vivos incrustados en un meteorito. Como alternativa, hemos considerado la Panspermia Dirigida, la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta. Creemos que es posible que la vida alcanzó la Tierra de esta manera, pero
que la evidencia científica es inadecuada actualmente como para decir algo acerca de esa probabilidad. Prestamos atención a los tipos de evidencia que pudieran arrojar una luz adicional sobre este tema".
En nuestros días, aunque el proyecto para la secuenciación del genoma humano ha terminado, apenas hemos empezado a entender su complejidad. De momento hemos averiguado que un enorme porcentaje de nuestro ADN, entorno al 97%, está constituido por lo que algunos genetistas han llamado «materia genómica oscura», cuya auténtica función constituye un misterio. En este mal llamado "ADN basura» o «ADN inútil» se encuentran enormes cantidades de pseudogenes que se pensaban «muertos», como restos de arcaicas mutaciones. Pues bien, recientes investigaciones han descubierto que algunos de estos pseudogenes no están completamente "muertos" y bajo determinadas circunstancias podrían desempeñar funciones que desconocemos.
Estos y otros datos han llevado a varios científicos a preguntarse por el origen y razón de ser de tanta materia genética oscura. Así, el eminente astrobiólogo Paul Davies, profesor de Filosofía Natural en el Centro Australiano de Astrobiología de la Universidad Macquarie, y Charles Lineweaver, un reputado astrofísico de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney (Australia), publicaron un sor-
prendente artículo en la revista Astrobíology en el que sugerían que podrían haberse producido intercambios tempranos de material genético entre alguno de nuestros ancestros y algunas formas de vida alienígena...
Ya que en los orígenes pudo existir una mezcla de diferentes tipos de vida y un intercambio de componentes genéticos diferentes, sería posible que restos de sistemas bioquímicos alternativos hubieran llegado a introducirse en organismos pretéritos y aún permanezcan en organismos actuales. Siguiendo esta línea de pensamiento, Paul Davies nos propone en otro reciente artículo publicado en New Scientist una idea no menos fascinando: usando retrovirus, una civilización lejana en el tiempo yen el espacio podría haber colocado un mensaje en el genoma de los organismos terrestres. Estos mensajes se habrían conservado y podrían replicarse casi sin cambios durante miles de millones de años, esperando el momento adecuado para manifestarse.Y es que no debemos olvidar loqueen definitiva es el ADN:
la más perfecta forma de almacenamiento, conservación y reproducción de cantidades ingentes de información que conocemos en el universo.
En este punto podríamos aventurar una hipótesis absolutamente fascinante. Si una remota y avanzada civilización extraterrestre quisiera extenderse por el universo, no tendría por qué utilizar complicados ingenios mecánicos, enormes naves espaciales cu
yas limitaciones resultarían inadecuadas para su propósito. Un uso inteligente de la ingeniería genética sería, posiblemente, un método mucho más fácil y eficaz para conquistar el cosmos. Es más, quizá sea la única forma de hacerlo.
Pensemos en nosotros mismos. Es muy probable que dentro de algunos siglos hayamos establecido bases o colonias por todo el sistema solar. Sin embargo, dar el salto hacia otros sistemas planetarios se presenta como una proeza mucho más difícil, por no decir imposible. Las enormes distancias interestelares hacen que el viaje pueda durar miles de años. Las naves tendrían que albergar tripulaciones que fueran reproduciéndose para que, después de muchas generaciones, se llegase a un mundo posiblemente inadecuado para la vida humana. La hibernación tampoco solucionaría ese problema.Y es que el ser humano es un organismo frágil, inadecuado para las vicisitudes de un larguísimo viaje cósmico.
Sin embargo, si llegásemos a controlar los secretos de la ingeniería genética, podríamos diseñar organismos adecuados no sólo para ser capaces de resistir el viaje espacial, sino de modificar las condiciones ambientales de los planetas hostiles donde cayeran, «acondicionándolos» para que, finalmente, puedan albergarnos.
Pero, ¿cómo apareceríamos nosotros en ese nuevo planeta? Pues evolucionando desde aquellos organismos que efectuaron el viaje cósmico, los cuales llevarían codificado en su genoma las órdenes precisas para ello. Sería un proceso lento, que duraría miles de millones de años, pero que garantizaría nuestra propagación universal.
Pues bien, eso parece ser justamente lo ocurrido en nuestro planeta.
Las primeras formas de vida fueron organismos muy simples, pero muy resistentes a las radiaciones cósmicas (tuvieron que sobrevivir en una atmósfera carente de oxigeno, sin capa de ozono). Esos organismos habrían sido perfectamente capaces de resistir un viaje espacial de duración indefinida. Se da la circunstancia de que después de un determinado número de mutaciones genéticas, de estos primeros organismos surgieron otros que comenzaron a "excretar" oxígeno al ambiente. Tras un largo proceso, la atmósfera de nuestro planeta contenía el oxígeno suficiente para proteger (ozono) y alimentar organismos más complejos que sucesivas mutaciones irían haciendo aparecer.
Y así habríamos llegado nosotros, que no seríamos si no un escalón más en todo este proceso. El ciclo se cerraría cuando llegáramos a ser capaces de volver a crearlas mismas semillas de las que procedemos.
Si las cosas sucedieron realmente así, entonces sería lógico pensar que esas "semillas de vida" deberían hallarse en otros mu-
chos lugares del universo. Pues por increíble que parezca, es posible que las hayamos encontrado.
En 1992 una compañía petrolífera realizó unas prospecciones en la plataforma continental del oeste de Australia. Se extrajeron muestras de rocas situadas a 3.000 metros de profundidad bajo el fondo oceánico y fueron llevadas a la Universidad de Queensland para ser analizadas, en busca de posibles indicios que señalaran la presencia de hidrocarburos. El equipo dirigido por la geóloga Philippa Uwins —a cargo de la investigación— no encontró petróleo, pero descubrió algo que iba a hacer removerse los cimientos de la biología: en aquellas rocas existían organismos vivos! Bajo potentes microscopios electrónicos aparecían enormes cantidades de una especie de filamentos con un tamaño unas 10 veces menor que el de la bacteria más pequeña conocida. Cultivados en el laboratorio, se comprobó que aquellos "entes" se reproducían con rapidez inusitada. Para el equipo de Philippa Uwins no cabía la menor duda: habían encontrado una nueva forma de vida, a la que bautizaron con el nombre de nanobios, para diferenciarlos de los "microbios", dando a conocer su descubrimiento al mundo en un artículo publicado en 1998 en la prestigiosa revista Science.
Curiosamente, se da la circunstancia de que los nanobios presentan un aspecto y tamaño similar a la misteriosa estructura hallada en el famoso meteorito marciano ALH84001, identificada en su día por un equipo de investigadores de la NASA como un posible resto fosilizado de algún microorganismo primitivo marciano. ¿Nos encontramos ante las semillas de vida propagadas por doquier, capaces de poner en marcha los procesos que permitieron que apareciésemos los seres humanos? Aunque algunos microbiólogos se han mostrado escépticos respecto a silos nanobios están realmente "vivos", por considerar que son demasiado pequeños como para contener ADN, lo cierto es que este hallazgo puede revolucionar las ideas que teníamos sobre la aparición de la vida en la Tierra. Y lo que es aún más fascinante, sobre la existencia de vida en el universo.
La pregunta que debemos formularnos ahora es: ¿tenemos unos ancestros cósmicos que han «sembrado» el universo de lo necesario para que vayan apareciendo en todas las galaxias criaturas como nosotros, criaturas como «ellos»? ¿O quizá seremos nosotros los primeros en hacerlo?
Como vemos, estamos rodeados de misterio. Lo llevamos dentro de nosotros, formando parte de nuestra más íntima sustancia.Y sin duda, cuando miramos al universo, conscientes o no de ello, estamos buscando la respuesta a nuestros verdaderos orígenes...

¿Ruinas alienígenas en el sistema solar?

Revista Año Cero. Octubre 2006, por Miguel Segui

Las últimas fotografías enviadas a la Tierra por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, nos muestran unas imágenes muy interesantes de nuestro vecino el Planeta Rojo. En ellas aparecen formaciones geométricas regulares –la mayoría cuadradas y algunas circulares-, que si se presentasen a un arqueólogo diciendo que han sido tomadas de un avión en alguna zona terrestre, como Oriente Medio o en la América Andina, seguramente estaría convencido de que muestran los restos arqueológicos de antiguas ciudades semienterradas por el paso del tiempo.
Estas imágenes han sido exhaustivamente escrutadas por una legión de aficionados a detectar las cada vez mas numerosas formaciones de apariencia extraña que se han localizado en diferentes planetas y satélites del sistema solar. Son, por el momento, el último eslabón de un largo rosario de misterios. La singular cara de aspecto humanoide que aparece en la región marciana de Cydonia, con las pirámides y fortalezas que la rodean, forman parte del supuesto campo arqueológico extraterrestre más conocido. Pero prácticamente en cada astro que ha sido escrutado por los curiosos ojos terrestres, directamente o a través de sondas automáticas, han ido apareciendo imágenes misteriosas que evocan un posible origen artificial. Extrañas formaciones geométricas en la Luna, un monolito en el satélite marciano Fobos, formaciones de apariencia artificial en satélites de Júpiter, y de Saturno. Incluso en Venus se han detectado una serie de formaciones con una sospechosa apariencia regular.

Sin embargo, Marte sigue siendo con diferencia el astro enigmático por excelencia. Las imágenes que han ido llegando gracias a las diferentes sondas espaciales enviadas han mostrando una serie de detalles que, para muchos investigadores, indican un posible origen artificial. El Planeta Rojo siempre ha estimulado la imaginación de la Humanidad y, ya en 1877, las observaciones del astrónomo Giovanni Schiaparelli dieron pie a la creencia de que existían una serie de canales artificiales en Marte. El progreso en la investigación demostró que aquellas supuestas estructuras se debían a una mala observación. Sin embargo. esto no significó que más tarde no aparecieran nuevos enigmas en la árida superficie marciana.
El ejemplo más conocido de posibles formaciones artificiales en Marte es el de la famosa cara humanoide de la región de Cy donia. Fotografiada originalmente por la sonda Viking I en 1976. su impresionante aspecto —que a muchos recordó el estilo del Antiguo Egipto—. sigue siendo un reto para muchos estudiosos. Aunque algunas de las últimas imágenes difundidas, como las obtenidas por la Mars Global Surveyor hace ocho años, parecen indicar que se trata de una formación de origen natural. Pero no todo el mundo está de acuerdo. El doctor Horace Crater, del Instituto Espacial de la Universidad de Tennesse, realizó un detallado estudio de la nueva a imagen que arrojó la existencia de una serie de simetrías que indican un origen no natural. A una conclusión similar llegó Tom van Flandern. antiguo director del Observatorio Naval de los EE UU.
El misterioso rostro no es el único misterio de Cydonia. pues en esa misma zona se vislumbran multitud de formaciones anómalas que parecen estar distribuidas en función de un patrón inteligente. Una aparente pirámide. una formación que por su curiosa geometría fue bautizada como «la fortaleza», y lo que tiene el aspecto de las ruinas de una antigua ciudad son algunas de las formaciones anómalas de la zona. En junio de 1999, Horace Crater, Mark Carlotto —especialista en técnicas de procesamiento de imágenes—. y el profesor de filosofía Stanley McDaniel, presentaron un informe en el congreso de la Unión Geofísica Americana en el que calculaban que la probabilidad de que las alineaciones y simetrías detectadas fuese debida al azar era sólo de 31 entre dos millones. Algo realmente muy difícil de atribuir a la casualidad.
Pero Cydonia no es la única zona de Marte en la que se han apreciado posibles construcciones artificiales. Valle Marineris y Ares Vallis son otras dos regiones en las que se han detectado formaciones que siguen unos patrones geométricos que parecen indicar un origen no natural. En Syrtis Major,
por ejemplo, la sonda Mars Global Surveyor obtuvo una imagen en la que aparece una nueva cabeza de apariencia humanoide, que se encuentra semienterrada, y junto a ella un pictograma y lo que parece una gigantesca escultura de un animal. En otras zonas las extrañas formaciones se asemejan a gigantescos cilindros, tubos semienterrados o puentes.
Richard Hoagland, uno de los más perseverantes divulgadores de los misterios de Marte, ha difundido recientemente la comparación de una serie de imágenes de la superficie marciana, obtenidas por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, con otras a vista de pájaro de restos arqueológicos en la Tierra. Y los resultados son de lo más sugerente. Las vistas marcianas recuerdan a las de una ciudad enterrada en Irán, con numerosos detalles de apariencia arquitectónica. formaciones rectangulares y también algunas circulares.



Los satélites de Marte siempre han estado rodeados por un aura de misterio, en especial Fobos, que tiene un movimiento de traslación más rápido que el de rotación del planeta, una de las razones por las que se especuló sobre su origen artificial. La llegada de las sondas que los fotografiaron despejaron las dudas. Fobos, como Deimos, no es mas que una gran roca espacial. Sin embargo es posible, que ambas encierren todavía algún misterio. Una imagen de la superficie de Fobos obtenida por la sonda Mars Global Surveyor desveló la existencia de una
curiosa formación que tiene la apariencia de un monolito. Las imágenes, aunque no todo lo claras que sería deseable, muestran esa posible estructura gigante, y la gran sombra que proyecta.
A medida que las sondas espaciales han ido llegando a los diferentes cuerpos del sistema solar se ha ampliado el catálogo de anomalías, de formaciones de aparente origen artificial. Hasta en el ardiente Venus, con unas condiciones ambientales que resultan muy difícil de imaginar compatibles con la vida, se han encontrado formaciones sospechosamente simétricas. Las imágenes del interior del cráter Danilova enviadas por la sonda Venus Express muestran algunas de esas formaciones rectilíneas que parecen demasiado regulares como para ser simple obra del azar.
Las primeras sondas que han estudiado los sistemas de las lunas de Júpiter y Saturno —que son casi pequeños sistemas solares—, también han encontrado indicios de posibles formas geométricas de origen artificial. Europa, satélite de Júpiter, muestra en su superficie una serie de intrincadas formas rectilíneas, como una red, en las que muchos ven una obra inteligente. y no el simple capricho de la naturaleza. Otro ejemplo es Tetis, una de las lunas de Saturno, en cuya superficie se fotografió claramente lo que parece una gigantesca flecha, aunque es posible que sea una simple coincidencia geológica, al igual que la serie de anomalías que rodean a otro de los satélites de Saturno, Japeto.
Después de analizar las imágenes de esta luna captadas por la sonda Cassini-Huygens, Richard Hoagland creyó descubrir el secreto de Japeto, que no es otro que su origen artificial. Aunque resulta difícil concebir qué tipo de tecnología sería capaz de fabricar una esfera de 1.500 kilómetros de diámetro, no se puede descartar que una civilización mucho más avanzada que la nuestra pueda realizar obras de ingeniería a escala planetaria.
Entre las anomalías más destacadas de Japeto se encuentra la presencia de un gigantesco anillo ecuatorial, que se eleva por encima de los veinte kilómetros de altura y que, según plantea Hoagland, sería el refuerzo que uniría las dos mitades semiesféricas que formarían el satélite. Además, en su superficie se aprecian una serie de patrones geométricos, que podrían ser la clave de la composición de este posible astro artificial, una especie de versión de la «Estrella de la Muerte» de la saga cinematográfica de La Guerra de las Galaxias. Estaría formado por icosaedros truncados, con una forma muy similar a la esférica, aunque no exactamente igual. El secreto de este satélite artificial sería su composición: nanotubos de carbono, el material conocido más resistente a la tensión.
Mucho más cerca, en la Luna, también hay indicios de posibles estructuras artificiales. Al menos así lo creen algunos investigadores. Las diferentes misiones que en la década de 1960 investigaron nuestro satélite —tanto las tripuladas como las «automáticas»—. captaron numerosas imágenes, muchas de alta calidad, que muestran algunas extrañas formaciones que no parecen naturales. En una fotografía obtenida por el Apolo 8, la primera misión tripulada que llegó a la órbita lunar, aparece el cráter Magallanes, de unos 35 kilómetros de diámetro, y en su interior lo que parece ser una gran estructura que mide tres kilómetros por cuatro. Otras imágenes del cráter Ukert permiten apreciar la presencia de formaciones de aspecto triangular, mientras que algunas muestran cúpulas, puentes, o lo que parecen grandes edificios cristalinos.
Ya sea en la Luna, en Marte, o en las lunas de Júpiter y Saturno, los indicios de posibles restos de civilizaciones no humanas se van acumulando. Sin embargo, tendremos que esperar a que los primeros astronautas lleguen a estos lejanos «yacimientos extraterrestres» para obtener una respuesta definitiva. La vuelta a la Luna, y más adelante la llegada a Marte, serán los primeros pasos en la búsqueda de las huellas extraterrestres en nuestro sistema solar.

¿Nos visitan habitantes de otros planetas?

Revista Selecciones.
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El 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold, piloto particular en
vuelo de Chehalis a Yakima, estado de Washington, vio 9 objetos que parecian
platillos volando como patos en linea diagonal, hacia el Monte Rainier.
Desviabanse y reaparecian por entre los altos picos a una velocidad que Arnold
calculo en 2000 km/h.
El relato de Arnold circulo rapidamente por todos los EEUU y al
mes ya la gente habia visto los discos volando en 40 estados. Los platillos no
tardaron en convertirse en una especie de deporte favorito para el gran
publico. Cualquier hombre, mujer o niño con capacidad suficiente para ver
manchas delante de sus ojos, salia retratado en todos los periodicos.
Sin embargo, entre aquel monton de relatos fantasticos, habia
casos dignos de tomarse en serio. Tal lo ocurrido en forma inexplicable al
teniente George F. Gorman, de la Guardia Nacional Aerea de Dakota del Norte.
El 1 de Octubre de 1948, Gorman descendia sobre el aeropuerto de Fargo, en un
F-51, cuando vio pasar a una distancia de 1000 metros una luz intensa y
brillante. Picado por la curiosidad, se fue tras ella, la persiguio durante
27 minutos, realizando intrincadas maniobras, hasta que la luz desaparecio en
el cielo. Cuando Gorman aterrizo, su relato fue confirmado, ya que el jefe de
la torre de control habia observado la persecucion con sus binoculares.
El Servicio Secreto de la Fuerza Aerea mantiene una
investigacion y estudio de objetos aereos no identificados. Los aviones
militares tienen ordenes de interceptarlos. Se emplean equipos de radar y
fotografia en el empeño de obtener resultados concretos. Los archivos guardan
pruebas testimoniales de que, desde el año 1947 se han producido docenas de
incidentes que desafian cualquier explicacion corriente.
El 2 de Noviembre de 1951, por la noche, un brillante globo de
luz verdosa, mas resplandeciente que la Luna, cruzo los cielos de Arizona como
un relamapago en direccion al este. Volo recto como una bala paralelo al suelo
y luego deflagro en un espantoso paroxismo de luz, sin producir el menor
ruido. Por lo menos 165 personas presenciaron la increible escena.
La creencia de que se trata de una lluvia de estrellas fugaces
ha sido rebatida por el doctor Lincoln La Paz, director del Instituto
Meteorologico de la Universidad de Nuevo Mexico. Dice el que los globos de
fuego corriente no son de color verde; que siguen una trayectoria impuesta por
la gravedad; que son generalmente tan ruidosos como un tren de carga y dejan
aerolitos donde pegan.
Con respecto a lo que son estos platos voladores, fuselajes
luminosos y globos de luz verde, algo puede inferirse sobre su naturaleza
pasando revista a lo que no son. No son fenomenos sicologicos. No son producto
de investigaciones que se estan realizando en los EEUU, ya que la ciencia no
tiene fuentes de energia con la capacidad necesaria para hacer ejecutar a una
maquina voladora las maniobras que los platillos ejecutan. Ni son
perturbaciones resultantes de la actividad atomica.
El Doctor Walter Riedel, antiguo proyectista y director de
investigaciones de la fabrica de aviones a chorro de Peenemunde, en Alemania,
empleado actualmente en trabajos secretos para los EEUU, cree que los
platillos tienen procedencia extraña a nuestro planeta. Observa que el
rozamiento entre el casco y la atmosfera a esas velocidades y alturas,
fundiria todos los metales y metaloides conocidos.
El Doctor Mauricio A. Biot, experto en aerodinamica, dice que la
forma de platillo no es practica para una maquina voladora, ya que el disco
presenta una gran resistencia al avance y se bambolea cuando es lanzado a gran
velocidad. Sin embargo, para vuelos espaciales, donde no hay atmosfera que se
oponga, el disco tiene ventajas importantes. La explicacion menos improbable
es que estos objetos sean artificiales y estan controlados.


PLATOS VOLADORES, SOLO EL NOMBRE ES NUEVO

Desde muchas decadas antes de 1947, cuando la gente comenzo a
propagar que habia visto "platos voladores", ya se habian registrado epidemias
de observacion de luces voladoras y objetos con aura de luz en el cielo.
El nombre de platos voladores o platillos no se habia inventado aun.
El astronomo E. Walter Maunder describio en la revista
Observatory el caso del extraño visitante celestial que contemplaron millares
de ingleses la noche del 17 de noviembre de 1882. Desde el Observatorio Real
de Greenwich Maunder observaba la extincion de una aurora boreal despues de
una violenta tempestad magnetica. De repente, "un gran disco circular de luz
aparecio hacia el E.N.E" y se traslado suavemente de uno a otro horizonte en
el espacio de 2 minutos. La apariencia redonda inicial quizas fuera efecto de
escorzo, porque cuando cruzo el meridiano y paso sobre la luna, su forma era
casi la de una elipse alargada. Su altura se calculo en 210 kilometros; su
velocidad en 16 kilometros por segundo.
En abril de 1897 los diarios norteamericanos publicaron en
primera plana la noticia de un gigantesco aeroplano, en forma de cigarro, que
se decia, volaba sobre Chicago. Y a fines de marzo algunos despachos
procedentes del Oeste habian hecho referencia a un objeto en forma de cigarro,
sin fuerza motriz, positivamente no de vapor, que se habia visto cerca de
Sacramento y luego de Denver. El 29 de Marzo, segun el Herald de Nueva York,
lo vio la mayoria de los habitantes de Omaha. Tenia el aspecto de una luz
brillante, demasiado grande para ser un globo aerostatico. El Sun de Nueva
York informo que los tranvias de Kansas City pararon y pronto la poblacion
entera lo observaba desde las calles y los tejados. La luz era tan grande como
la que pueden producir 20 estrellas.
El 20 de Marzo de 1870, a la caida de la noche, en el momento en
que la nave inglesa Lady of the Lake navegaba aprisa en pleno Atlantico y a
pocos grados sobre el ecuador, el capitan y toda la tripulacion vieron
aparecer una nube curiosa: rigida, ligeramente gris, de forma circular,
traslucida pero perfectamente definida. Presentose oblicuamente contra el
viento, giro en angulo recto contra toda la fuerza del aire y finalmente quedo
suspendida en la direccion del viento, hasta que desaparecio en la oscuridad.
Un dibujo hecho en la bitacora del capitan tiene una semejanza sorprendente
con los dibujos de platillos que se han hechos en los ultimos años
En la noche del domingo 9 de febrero de 1913, millares de
personas observaron con espanto unas igneas formaciones que avanzaban en linea
recta desde Saskatchewan, Canada, y a traves de una parte de los EEUU hasta
las Bermudas. Los observadores creyeron al principio que se trataba de un
cohete gigante, pero no cayo. A medida que crecia, el igneo cuerpo al rojo se
iba asemejando, ya a un objeto con disposicion triangular de 3 colas, ya a
tres cuerpos distintos en formacion de V. El modo de avanzar era particularmente intencionado para ser un meteoro.

Fabio Zerpa tiene razón?

El FEDERAL. Febrero 2009, por Alejandro Lingenti

No son pocos los que aseguran que aquello que Andrés Calamaro afirmaba en la canción de apertura de su debut como solista en 1984 es cierto, que Zerpa no miente, que hay marcianos entre la gente yque vienen en son de paz, que traen amor a una civilización que lo necesita imperiosamente. Eso decía Calamaro. Eso, más o menos, dice Zerpa, un caso extraordinario de self made man, un ejemplo notable de los resultados de una buena operación de márketing, un curioso modelo de persistencia a lo largo de los años.
Zerpa habló de vida extraterrestre por primera vez a fines de la década del 50, y hoy, más de medio siglo después, insiste. Y aclara que lo suyo no es mcta creencia, que es plena convicción, que tiene pruebas. Quizás esas pruebas no sean suficientes para los más exigentes. Creer en la vida extraterrestre, en suma, puede set una cuestión de fe. Zerpa llegó de su Uruguay natal en 1959, en la mis
ma época que llegaron a Buenos Aires dos compatriotas suyos que terminaron triunfando, Juan Carlos Mareco y Julio Sosa, compañero de pensión de Zerpa y agudo lector de Proust, Sartre y Kierkegaard, según don Fabio. Empezó trabajando corno,actor (‘hice joyce, Shakes peare, Moliére, O’Neill, Anouilh”, informa orgulloso), se hizo fanático del tango (hoy es miembro destacado de la Academia Nacional), se estableció en la ciudad y un día, luego dç un episodio que él consideró revelador, decidió dejar la actuación para dedicarse a la investigación.
Había trabajado en TV (El amor tiene cara de mujer, Cuatro hombres para Eva), en cine -películas no demasiado taquilleras, dos de ellas en el exterior, según él mismo aclara- y hasta se dio el lujo de convocar a Astor Piazzolla para que metiera un bandonéon sobre el final del acto en el que Orestes, el personaje que encarnó en una versión de Electra, de Sófocles, recita un largo monólogo. Viajó más de cuarenta veces a Machu Picchu con contingentes de seguidores de sus enseñanzas, hizo una experiencia con peyote con Carlos Castaneda, por la cual dice haber descubierto “la sabiduría de los pueblos ancestrales a través de plantas sagradas que son enteógenas y no alucinógenas, como suelen decir”. Cuenta que alguna gente lo confunde por la calle con Cacho Fontana y sostiene que Gardel, Troilo y Piazzolla son “las tres bisagras de la historia del tango”.
Cosechó grandes amigos en el antbiente artístico -Carlos Estrada, Carlos Carelia, Norma Aleandro, Alfredo Aleón, Ernesto Bianco- y fue elegido por Steven Spielberg para presentar en Argentuza, Uruguay y Chile el estreno de Encuentros cercanos del tercer tipo. Acaba de cumplir 80 años y planea un 2009 con mucha actividad y un par de sorpresas:
ya está en marcha una biografía autorizada que probablemente edite Atlántida (titulada, obviamente, “Fabio Zerpa tiene razón”) y un disco homenaje que produce Hugo Bistolfi, integrante de la
banda heavy Rata Blanca, y en el que participan Adrián Barilari, JAF y, cómo no, Marciano Cantero. Con ustedes, Fabio Zerpa, hacia el infinito y más allá.
-Cómo empezó con sus investigaciones?
-Este año estoy cumpliendo 50 años de investigación de lo vida extraterrestre. Todo empezó el 17 de noviembre de 1959. Yo estaba filmando una serie de TV, Cóndores de acero, para el viejo Canal 7. Hacíamos exteriores en la VII Brigada de Morón, y en las escenas con piruetas aéreas me doblaba un capitán de la Fuerza Aérea, Alexis de Nogaetz. Un día, De Nogaetz me pregunta si quiero ir a practicar a un polígono de tiro en la isla de Mazaruca, en el delta entrerriano. Acepté, y nos fuimos en un viejo Morane Saulnier. Cuando estábamos a unos 800 metros sobre el nivel del mar, a la altura de San Miguel, me dice:
“Mirá lo que se ve a tu izquierda”. Y veo un aparato alargado, cori la forma de un
bolígrafo gigante, de unos 250 metros de largo. Lo teníamos a unos mil metros de distancia. Fará un instante, luego hizo un ángulo de 60 grados y se fue. Sorprendido, le pregunté a Alexis qué era eso, y sin dudarlo me contestó “un plato volador”. De ahí en más empecé a indagar, y había dos hipótesis: se trataba efectivamente de naves extraterrestres o era un arma secreta de las potencias. Ya en la década del 60, de todos modos, quedó descartada la hipótesis del arma secreta por trinchas estudiosos, El mismo día queme pasó esto con De Nogaerz, me quedé a cenar en el casino de oficiales. El capitán me advirtió que no comentara nada porque había una prohibición expresa del gobierno norteamericano. Sin embargo, también me dijo que otro capitán, Carlos Corradetti, era una persona de mente más abierta, a la que podía contarle, manteniendo la reserva con los demás, lo que nos había pasado. Y Corradetti sabía del tema. Me contó
que tenía un libro, Ely ing Saucers From Outer Space, de un investigador militar norteamericano, Donaid Keyhoe, que incluso estaba en la biblioteca de la Aeronáutica y era considerado un texto científico. Esa misma noche me devoré ese libro. Tenía una gran cantidad de testimonios de gente que había visto platos voladores en las décadas del 40 y del 50.
Fue en ese momento que se despertó en mi lo que siempre tuve, lo que apliqué en las diferentes disciplinas en las que me involucré: el teatro, la radio, el cine... En todos esos terrenos, mi principal móvil fue la investigación. El camino de la investigación implica encontrare1 sí y el no. Por eso me niego a que me describan como científico, porque la ciencia elige el camino de la ortodoxia y yo elegí el de la heterodoxia: el ocultismo, el esoterismo son para mí tan válidos como la ciencia.
-Y qué les contesta a los que dicen que no tiene pruebas de lo que afirma?
-Me he dedicado a estudiar cincuenta años al hombre y al cosmos, a investigar sin preconceptos y a aceptar el sí y el no. Yo no creo por creer, sino que afirmo que existe la vida extraterrestre, así como afirmo que existe Dios en base a lo que pude investigar en mis estudios sobre las vidas pasadas, que me ha Ile-
vado a darme cuenta de la existencia de una luz, una divinidad, o como queramos llamarle, que auténticamente ordena que estemos haciendo esta nota, por ejemplo. Yo fui encontrando pautas de comportamiento que prueban que estos ovnis son extraterrestres, que no quiere decir que sean de Júpiter o Saturno, sino que pueden provenir de mundos ocultos, paralelos. Albert Einstein barajó la posibilidad de los viajes en el tiempo, la idea de que nuestros nietos viajan hacia atrás para venir a vernos. Pero lo fenoménico no es lo más importante o lo único: más allá de que uno vea un plato volador, existen otro tipo de experiencias, las que están muy bien determinadas en la “calificación Zerpa”. Las clasificaciones de primer, segundo y tercer tipo son del doctor Joseph Allen Hynek, uno de los diez astrónomos más importantes del mundo, que en la década del 70 aseguró en un Congreso en Washington que “los ovnis existen y son extraterrestres”. Hynek fue asesor de Steven Spielberg en la película Encuentros cercanos del tercer tipo (1978). En algún momento yo me encontré con Hynek en un Congreso y le dije que me parecía que nos quedábamus cortos con estas clasificaciones. Y propongo entonces la calificación que incluye los contactos del cuarto tipo
(cuando el terrestre es introducido dentro de la nave, es abducido) y del quinto tipo (los contactos telepáticos con los extraterrestres). Hemos vivido 2.160 años con miedos que nos determinan política y culturalmente. Luque yo digo es que hay que dejar el miedo de lado, estar abierto a nuevas experiencias. Es lo que propongo en esta nueva disciplina que vengo desarrollando en los últimos años, llamada “Sabiduría del Ser”. En la universidad, lo que se ofrece es el conocimiento, pero no nos preparan como seres humanos. Los extraterrestres, con la tecnología de avanzada que tienen, podrían invadir la Tierra, y sin embargo vienen en son de paz, con un conocimiento acabado de la espiritualidad, que es lo que se viene en el siglo XXI, una
transformación, un cambio realmente radical e inexorable. El planeta sale de la constelación de Piscis y entra en la de Acuario, que astrológicamente significa el saber. Hay un gran filósofo francés, Andre Malraux, que afirmó que el “siglo XXI será espiritual o no será”. Creo que estaba en lo cierto.
-¿Qué relación hay entre la vida extraterrestre y sus investigaciones sobre las vidas pasadas?
-Está todo en el terreno de la espiritualidad. En 1971, Hamendras Nat Banerjee, un investigador que era en aquel entonces vicerrector de la Universidad de Jaipur, en la India, viene a dar una serie de conferencias de las que fui presentador. Le pregunté cuál era su especialidad y me dijo que era la memoria extracerebral. que no es nada más ni nada menos que la investigación de las vidas pasadas. Yo soy católico apostólico romano culturalmente. y se sabe que para ese dogma no existe la reencarnación, pero mis experiencias con 11 mil consultantes en los dieciocho países en los que viví me demostraron lo contrario. Estudié casi todas las religiones existentes y todas pregonaban lo que vamos a vivir en el siglo XXI, que es el tiempo del amor.
-iEncontró que alguno de esos consultantes fue en una vida pasada algún personaje histórico reconocido?
-Sí, yo lo paso a una vida pasada y le reproduzco los sucesos a través de la sofrología, una disciplina que creó el doctor colombiano Alfonso Ca~ cedo. Se utiliza un regresión de memoria para revivir experiencias, conflicrós, enioclones agradables o desagradables de vidas pasadas. La memoria exrracerebral ya era investigada por Carl Jung y, en la antigüedad, por los orientales (ellos lo llamaban “registro akáshico”). No es lo mismo que la hipnosis, que trabaja en niveles muy profundos de conciencia y no permite que la persona recuerde nada luego de la sesión. En la sofrología cuántica, en cambio, se trabaja en un ritmo más liviano, el estado Alfa, y la persona revive y siente todas las sensaciones en el momento de la sesión y ya no las olvida. Yo le agregué la palabra “cuántica” a la disciplina porque hago algo qtie no hacía Caycedo: estudiar, ini estigar la invisibilidad del ser humano, su espiritualidad. EnLre una z ida física y otra hay un período que el doctor canadiense J oel Wilcorr denominá “entrevidas”. Yo lo llanto “raer de la eerciidod” Mocee e1 cuerpo, la personalidad, pero no el yo. Uno está flotando, sabiendo quién es, pero con una paz que no se encuentra en el mundo terrenal. La muerte no existe, rodos vamos a ese mar de la serenidad, Yodudabade esto, pero tuve evidencias. De las 11 niil personas que me consultaron, sólo una docena fueron personajes notables en otros vidas: Abraham Lincoln, por ejemplo. Un consultante en España era Lincoln. Yo fui un vienés en el siglo XIX, y me pasaron dos cosas que considero pautas de comportamiento: cuando vivía en Uruguay, de muy joven, soñaba con valses vieneses -y resulta que esta persona que fui en una vida pasada hasta era amigo de Johan Strauss- y, por otra parre, cuando caminé por primera vez por Viena, había muchísimas cosas que me resultaban familiares. Para mí, ésas son evidencias.

Incidente Roswell

Revista Conozca Mas nro 83, por Abel Gonzalez

En el ardiente desierto de Nuevo México, en los Estados Unidos, hay un imaginario triángulo donde la geografía se convierte en historia y la historia en misterio. Allí, en la terrible década del '40 -años de guerra y muerte-, se escribió una de las más horrorosas crónicas de la humanidad. En el vértice superior de ese triángulo se levantaba -y existe todavía- una pequeña localidad que alguna vez pudo ser comparada con el infierno. Se llama Los Alamos y ahí se fabricó la bomba atómica que diezmó la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. En el lugar donde se forma el ángulo Este, había -en esa época una base de la fuerza aérea norteamericana de la cual despegó el B-29 Enola Gay que arrojó la bomba. Los ajetreados hangares de la escuadrilla 509 se recostaban, por aquél entonces, contra los fondos de un tranquilo pueblito llamado Roswell, que no tardaría en hacerse famoso en todo el mundo. Hacia el Oeste, en el último de los vértices, el desierto se transforma, aún hoy, en una insondable planicie que en los catastros locales figura con el nombre de San Agustín. Dentro del perímetro de esa figura geométrica -donde los días son ardientes y las noches heladas- hay una sucesi6n de parajes solitarios, enigmáticos y de siniestra memoria. Uno de ellos es Trinity, donde se ensayó en 1945 el primer artefacto nuclear hecho por el hombre; otro es un manto de arenas calcinadas, White Sands, donde se probaron los primeros misiles norteamericanos de largo alcance, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, más allá de unos montes grisáseos, se yergue el caserío rural de Corona, donde la noche del 2 de julio de 1947-en medio de una tormenta eléctrica- se habría estrellado un ovni contra la tierra. El crash de Corona,
como lo llaman los norteamericanos, se iba a convertir, pasando el tiempo, en un complicado, oscuro affaire (el incidente de Roswell) del cual se sospecha más de lo que se sabe. Horas después de ese primer crash, se hallaron los presuntos restos de otra nave desconocida, que supuestamente había caído en la planicie de San Agustín.
Varios testigos dicen haber visto allí a cuatro criaturas no humanas (tres de ellas muertas), que fueron retiradas del sitio por soldados fuertemente armados, pertenecientes a la base militar de Roswell. Ese es el escenario el triángulo enigmático y trágico donde se desarrollaron los acontecimientos que iban a termina1 el mes pasado, con la divulgación de una película donde se muestra la autopsia de uno de esos extraños seres de ojos hundidos, que mostraban un cráneo prominente y que tenían seis dedos en cada mano. Antes de transitar por los recovecos de esta historia -para descifrar, al menos, algunas de sus claves- hay que tener en cuenta un par de cosas. La Palabra ovni (que en realidad es un acrónimo, una sigla que quiere decir Objeto Volador No Identificado) era muy nueva en 1947 y no tenía aún el significado de nave extraterrestre que fue adoptando con los años. Un ovni, en esos momentos de guerra fría, era eso: un objeto que iba por el aire y cuya identidad y procedencia no podían establecerse. Hoy, ovni es siempre sinónimo de extraterrestre. A su vez, la expresión "plato volador" (que ya casi no se usa) nació exactamente el 24 de junio de 1947, en el estado de Washington, unas pocas semanas ante del incidente de Roswell. Ese día, el veterano piloto kenneth Arnold observó, mientras volaba sobre el monte Rainier, unas luces brillantes en el cielo que se acercaron velozmente a su máquina. Tenían la forma de un plato invertido de gran tamaño y parecían propulsadas por una rara energía que no era de este mundo. La detallada descripción que hizo de estas luces, de estos aparatos, dio la vuelta al planeta y alentó la imaginación de muchos. Así, de esta simple manera, empezó todo esto que vamos a contar y que arranca con el crash de Corona.
El 3 de julio de 1947 (corrigiendo nuestra nota del numero anterior; y no el 5 como dicen algunas fuentes), un pastor del lugar, llamado William MacBrazel, salió a recorrer el campo en busca de los posibles daños producidos
por la tormenta eléctrica de la noche anterior. Revisó las cercas y los molinos de viento y encontró que todo estaba en orden.
Cuando ya casi regresaba a la casa, vio detrás de una suave colina una serie de extraños objetos esparcidos sobre una gran extensión de terreno. Como estaba en compañía de un chico vecino -Dee Proctor-, entre los dos recogieron algunos de esos restos y los guardaron en el galpón de las herramientas. El día 6, Brazel fue a Corona para efectuar algunas compras y aprovechó el viaje para contarle al sheriff del condado, George Wilcox, lo que había visto. El alguacil, como Mac le había dicho que quizá se tratara de los restos de un avión accidentado, dio aviso a la fuerza aérea del singular hallazgo.
Después de haber examinado algunos de los objetos que Brazel había llevado en su camioneta, el jefe de seguridad de la base, mayor Jesse Marcel, se dirigió en un jeep a la zona señalada por el pastor en compañía de un oficial de inteligencia de apellido Cavin. Como los caminos estaban casi intransitables (en ese momento aún no habían sido pavimentados), llegaron cuando ya anochecía. Comieron las provisiones que llevaban, encendieron un fuego y se acostaron en sus bolsas de dormir. Antes de salir el sol ya habían llenado la parte trasera del vehículo con una gran cantidad de objetos encontrados por Brazel y que Marce no pudo identificar.
Mientras tanto, en el pueblo ya se había corrido la noticia del curioso hallazgo y comenzaron a tejerse las hipótesis más diversas. Hasta la radio local se hizo eco de los rumores. Cuando Marcel llegó al cuartel, una decena de personas -entre ellos los periodistas del Roswell Daily Record- esperaban en la puerta de entrada. Pero el jeep pasó como una exhalación y se perdió en medio de oficinas y hangares.
Un rato más tarde, el oficial de relaciones públicas Walter Haut -por orden del coronel William Blanchard jefe de la fuerza en Roswell- difundió un comunicado en el cual se decía, textualmente, "que (a Fuerza Aérea había recuperado los restos de un plato volador". La noticia dio la vuelta al mundo y cincuenta años después aún sigue provocando polémicas.
Al día siguiente se realizó una conferencia de prensa donde el mismo Marcel mostró a los cronistas y fotógrafos los ya famosos restos, asegurando que eran partes de un globo meteorológico que se había estrellado cerca del rancho de Brazel. De esa forma, los militares desmentían lo que habían afirmado pocas horas antes. ¿Por qué cambiaron su primera versión? ¿Qué había pasado? Algunos afirman que no ocurrió nada. Que simplemente los materiales desconocidos habían podido ser identificados y que no existía contradicción alguna entre el comunicado que hablaba de un ovni (un plato volador, un objeto no identificado) y lo que se dijo en la conferencia de prensa.

Muchos, en cambio, sostienen otras hipótesis. Los escépticos (aquellos que no creen en la existencia de naves extraterrestres) lo explicaron en aquella época, de la siguiente manera. En esos años, al gobierno norteamericano le interesaba saber si los soviéticos habían desarrollado ya alguna bomba atómica. Con ese fin, el presidente Harry Truman, puso en marcha el proyecto Mogul, que consistía en el lanzamiento de unos globos de nuevo tipo, capaces de remontarse a grandes alturas y que estaban provistos de un sotisticado radar capaz de detectar cualquier explosión nuclear que se produjera en la Unión Soviética. El Pentágono y el FBI (la CIA todavía no había sido fundada) habían clasificado a la operación Mogul como "top secret". Por eso, cuando Mac Brazel encontró los restos de uno de esos globos (y que por ser de diseño y materiales secretos no pudo ser identificado por los militares que ignoraban su existencia) el gobierno puso en marcha una maniobra de silencio y contusión. En 1978, Jess Marcel declaró que aquella noche de 1947 había recibido órdenes precisas de decir, en la conferencia de prensa, que lo que tenían los reporteros delante de sus ojos eran partes de un simple globo meteorológico. De ese modo, lo que había hecho la Casa Blanca era ocultar la circunstancia de que estaba espiando a la Unión Soviética, que había sido su aliada durante la reciente Segunda Guerra Mundial. Algo de razón tenían. Al menos así lo confirmó, con algunas variantes, la fuerza aérea en 1994 (ver recuadro). La explicación satisface a quienes ven en los casos de ovnis (con el término ya referido a su moderno significado) un curioso fenómeno de masas, una indescifrable alucinación colectiva. No es el caso de los ufólogos (ufo, en inglés, es la sigla equivalente a ovni), que han estudiado el incidente de Roswell. El físico Stanton Friedman da otra versión en su libro Crash at Corona. Según afirma él, basándose en numerosos testimonios, esa noche del 2 de julio de 1947 se produjo otro crash además del de Corona. La segunda nave cayó en la planicie de San Agustín y es allí donde se encontraron restos de cuatro extraterrestres, como en seguida veremos.
San Agustín, en realidad, es una meseta formada por el lecho de un enorme lago seco; muy cerca del cual está la Curva de los Murciélagos. Este sitio es muy frecuentado por los arqueólogos, ya que en esa caverna se desenterraron los primeros vestigios, de hace 4.500 años, de la más primitiva agricultura en suelo norteamericano. Conviene recordar este dato cuando se lean los testimonios que siguen.
Casi en el mismo momento en que se llevaba acabo la conferencia de prensa en la base de Roswell, un grupo de personas se desplazaba por San Agustín en busca de ágatas, en especial de una variedad muy apreciada que se llama ágata herrumbrada y que sólo se encuentra en ese sitio. En ese grupo iba el joven Gerald Anderson, su hermano Glenn -mayor que él-, su padre, su tío Ted y su primo Victor. Fue éste quien vio, en una hondonada, un extraño cilindro, de metal plateado, en medio de un amasijo de cables retorcidos y otros objetos imposible de identificar. Friedman recogió, en 1990, el apasionante retrato de Gerald Anderson. Lo que sigue es una sinopsis de lo que vio aquél día. Esa cosa estaba incrustada en el suelo y antes de caer debía haber golpeado contra (os árboles, pues muchos de ellos tenían la copa quebrada. Yo quise acercarme,
pero mi padre me gritó que me detuviera. Durante largos minutos la miramos de lejos y en completo silencio. De pronto mi hermano dijo que era una nave espacial, una nave marciana. En ese momento sentí miedo y me acerqué a mi primo. Alrededor del cilindro la tierra estaba Calcinada y aún se veía un pequeño fuego en uno de los lados más aguzados. Cerca de ahí vimos tres extrañas criaturas que yacían sobre el suelo. Dos estaban completamente inmóviles y la tercera respiraba con dificultad. Apoyado contra el cilindro, sentado en la tierra como si estuviese aturdido, había otro de estos pequeños seres. Estaba vivo, aunque herido en un hombro, y nos miró con terror cuando nos acercamos. Los cuatro eran muy parecidos, medían alrededor de un metro sesenta, tenían ojos hundidos, eran pelados y vestían una suerte de mameluco de una tela que parecía metal. Intentamos hablar con el sobreviviente pero no logramos que nos entendiera. Estábamos en eso cuando vimos que se acercaba un grupo de cinco jóvenes acompañados de una persona mayor.
Después supimos que era el doctor Buskirk, un antropólogo que exploraba la zona en compañía de algunos de sus alumnos de la universidad de Albuquerque. Intentó hablar con el pequeño hombre en varios idiomas, pero lo único que consiguió fue asustarlo aún más. En eso oímos que se acercaba una camioneta que llevaba una antena de radio. Era el ingeniero Barney Barnen, que estaba trabajando en ese lugar por cuenta de una compañía petrolera. En realidad ya no sabíamos qué hacer sobre todo porque el herido que respiraba con dificultad parecía haber muerto. Habría pasado algo más de una hora cuando llegaron dos camiones de la base de Roswell, al mando de un teniente de color. Un sargento nos echó a todos de la zona después de anotar nuestros nombres y dirección y cercaron el sitio con una cinta amarilla que sujetaron a unas estacas de madera. Nunca más volví a saber de esa gente hasta que años después leí un artículo sobre este caso en un periódico de Santa Fe.
Todos los testigos, de una u otra forma, dejaron su propio relato del extraño acontecimiento que les había tocado vivir en San Agustín aquél día de Julio de 1947. Gerald Anderson fue examinado por varios psiquiatras que certificaron que es una persona común y corriente, según dice Friedman. Pero eso no es todo. Glenn Dennis, encargado de los entierros en la base de Roswell, declaró, en 1990, que él había acondicionado los cadáveres de cuatro increíbles hombrecitos, en 1947, que después fueron cargados en un avión que los llevó a la base aérea de Fon Whorth, en Texas, sede de la Octava Brigada. El funebrero Dennis, en 1991, reconstruyó los hechos que le tocó vivir y proporcionó algunos datos muy discutidos. Reconoce que él no estuvo presente en la ya célebre disección de Roswell. Pero dijo que la enfermera que ayudó a los médicos le contó con lujo de detalles todo lo que pasó esa noche.
Recordando aquél relato es que pudo trazar unos dibujos que concuerdan sorprendentemente con las imágenes del film. Es probable, si todo ocurrió como dicen los ufólogos, que uno de esos cadáveres sea el que aparece en el controvertido film que muestra la autopsia de un supuesto extraterrestre. Causa angustia pensar en un ilusorio ejercicio de la imaginación que tal vez se trate de aquella temerosa criatura que Gerald Anderson recuerda haber hallado con vida, en la desolada planicie.

Enigma olvidado: Los hombres pez

Revista Codigo X. Año 1 nro 2, nota de Redacción


Algo relativamente olvidado para los amantes de los misterios y que sin embargo fue tema de amplio debate en tiempos lejanos, es la leyenda del hombre pez ¿leyenda? Porque esa es la cuestión ¿se trata de una leyenda?

De entre los sucesos enigmáticos de la historia pocos están tan ampliamente documentados y recogidos en crónicas serias de la época como las apariciones de unos llamados hombres-pez. Y si hacemos caso a las crónicas antiguas para escribir la Historia ¿porqué pasamos éstas como pura fantasía?

Dentro del capitulo de las leyendas relativas a seres acuáticos, y aparte de los míticos tritones, nereidas y sirenas, se inscriben las de los hombres-pez u hombres marinos.
Se trata casi siempre de una historia semejante, de seres, en principio, totalmente humanos, pero que un buen día sintieron la llamada de las aguas y se lanzaron a vivir en el océano. Hay noticias diversas y muy antiguas sobre estos seres legendarios. Plinio ya da conocimiento de dos de ellos, uno visto precisamente en las aguas atlánticas de la bahía de Cádiz. Eliano, Pausanías, Belonio Nauclero, Lilio Giraldo y Alejandro de Alejandro son algunos otros de los cronistas que reseñan apariciones de estos fantásticos hombres-pez. Pedro Mexía, en su “Silva de Varia Lección”, Juan de Mandevilla en el “Libro de las maravillas del mundo”, aparecido por primera vez en Valencia en 1515, y Antonio de Torquemada en su “Jardín de flores curiosas”, publicado en Salamanca en el año 1570, son los españoles anteriores al siglo XVIII que se hacen eco de las curiosas noticias de estos extraños personajes acuáticos.

Pero el relato que presenta mayor número de
detalles y que resulta de un singular interés por el carácter racionalista y desmitificador de quien escribe sobre él, es el del hombrepez de Liérganes, que aparece reseñado por primera vez en el volumen VI del Teatro Crítico Universal (1726-1740) de fray Benito Jerónimo Feijoo. La historia, tal y como la cuenta el ilustrado fraile -documentada a su vez en testimonios y tradiciones que en su tiempo eran “de actualidad”-, es más o menos como sigue.

Ea el lugar de Liérganes, cercano a la villa de Santander, actual comunidad autónoma de Cantabria, vivía en la segunda mitad del siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer. al enviudar, mandó al segundo de ellos, Francisco. a Bilbao. para que aprendiese el oficio de carpintero. Allí
vivía el joven Francisco cuando, la víspera del día de San Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado. Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálí
da y cabello rojizo y ralo; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que descendía de la garganta hasta el estómago, otra que cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas. como corroídas por el salitre.

Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener -costumbre habitual para aquel entonces no solamente para casos como este, sino para el que presentara cualquier anomalía menor-, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerlo hablar se vieron recompensados con una palabra: -Liérganes.

El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en Cádiz, comentó que por sus tierras había un lugar que se llamaba así. Don Domingo de la Cantolla, secretario de la Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que informaran de si allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes respondieron que de allí solamente faltaba en los últimos tiempos un tal Francisco de la Vega, hijo de la viuda María de Casar, mientras nadaba en el río de Bilbao; pero que esto había ocurrido cinco años atrás.

Esta respuesta excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien, deseoso de comprobar si el joven sacado de la mar y Francisco de la Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes. Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven a que se adelantara hasta allí. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.

El joven Francisco se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando
pronunciaba las palabras “tabaco”, “pan” y “vino”, pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacia con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le creía loco hasta que un día, casi diez años después, vieron unos vecinos como Francisco, ya un hombre de mediana edad, se adentraba en el mar y allí desapareció de nuevo, sin que se supiera nunca nada más de él.

Hasta ahí el relato resumido, tal y como lo expone el padre Feijoo. En su obra, el fraile abunda en detalles y da los nombres de quienes le impulsaron a reseñar este suceso, ante el cual, en un principio, se mostró escéptico, y al que sólo dio crédito tras recabar información de personajes que merecían su confianza, como el marqués de Valbuena, de Santander, don Gaspar Melchor de la Riba Agüero, caballero de la orden de Santiago y natural de Gajano, pueblo cercano a Liérganes, y don Dionisio Rubalcava de Solares, que conoció y trató a Francisco de la Vega. Hay otros hombres, que por sus cargos y edad parecen ser de toda fiabilidad, que registraron el suceso con las declaraciones de testigos incluidos.

La existencia de los hombres marinos la explica Feijoo a base de la adaptación al medio. Razona que sí a una natural inclinación hacia el mar y una especial predisposición para la natación, se añade la práctica continuada, tanto del ejercicio natatorio como de la retención de la respiración, se podría llegar a resultados sorprendentes, como los que lograron estos singulares sujetos. Aceptada la posibilidad de existencia de estos individuos, cabe la posibilidad de que hombres y mujeres con estas habilidades tuviesen, por causas diversas, que buscar refugio en la solitaria vida marina. A partir de aquí, la existencia de una raza de hombres marinos, herederos de las facultades de unos padres adaptados al medio acuático, es del todo admisible.

Ya en nuestro siglo, el doctor Gregorio Marañón volvió a interesarse por la leyenda del hombre pez de Liérganes, y en su libro “Las ideas biológicas del padre Feijoo” dedica un capítulo entero a la leyenda y a los argumentos presuntamente científicos que utilizó el ilustrado para justificar la existencia de los hombres marinos.

A partir de toda la serie de datos recogidos,
Marañón formula la hipótesis de que Francisco de la Vega padeciese cretinismo, enfermedad caracterizada por una detención del desarrollo fisico y mental y acompañada de deformaciones. Esta es la causa de que un buen día el joven Francisco, ‘idiota y casi mudo’, abandonase su lugar habitual de residencia y vagase por tierra o quizá por mar, “pero no nadando”, hasta que se le localizó de nuevo en Cádiz. La coincidencia de que desapareciese bañándose y que se le localizase de nuevo en el mar, junto con la incapacidad del muchacho para dar cualquier explicación, tejió la leyenda de los cincos años de vida marina.

La mudez, la tez blanca, el pelo rojizo, la piel escamosa -debido probablemente a la ictiosis-, la glotonería y el hecho de comerse las uñas, datos todos que aparecen en el relato del padre Feijoo, interpretados desde un punto de vista clínico, no son sino síntomas de cretinismo, enfermedad endémica propia de regiones montañosas, y entonces frecuente en la montaña santanderina.

La habilidad de Francisco de la Vega en la natación y su resistencia en las inmersiones. las explica Marañón a través de la insuficiencia tiroidea, con frecuencia ligada a las personas que padecen ictiosis. Se ha podido comprobar experimentalmente que, cuanto menor es la cantidad de tiroxina segregada, tanto menor es la necesidad de oxígeno, y por tanto mayor el tiempo de resistencia del organismo a situaciones en que falta este elemento.

De todos modos, después de leer la historia de Feijoo y la explicación del doctor
Marañón, se nos plantea una duda: Francisco de la Vega, ¿era realmente un cretino? Lo cierto es que no se dice nada de eso antes de la desaparición del muchacho en el río de Bilbao, y tan sólo se alude a su silencio y locura después de su reaparición en Cádiz. Aunque la interpretación del suceso que ofrece Marañón es ingeniosa y parece dar una respuesta lógica (dentro de la lógica científico- experimental típica del siglo XX) al fenómeno del hombre-pez, nuestro doctor, muy prudentemente -como corresponde a todo buen espíritu científico- se muestra abierto a valorar cualquier otra posible explicación que se pueda dar a tenor de nuevos datos. No se atreve a hablar, aunque lo insinúa, de una remota posibilidad de mutación genética; ciencia entonces no tan avanzada como ahora mismo.


Otra posible explicación es inversa a la de la mutación.

Según esta última teoría los mutantes seríamos nosotros, la especie humana que evolucionó desde seres acuáticos -veamos las narraciones de todas las culturas del mundo sobre que nuestros antepasados eran similares a peces- y este -y otros- hombres pez no eran sino especímenes de nuestro género que recibieron y desarrollaron genes de esas épocas remotas, en una transmisión genética que hoy sabemos es posible.

¿Es esta última la más razonable explicación? Si fuera así se abriría un nuevo campo a la comprensión de muchos fenómenos misteriosos.

Redacción.-

Los primeros enanitos verdes

DESCUBRIR. NOVIEMBRE 1995

Este es año de platos voladores y, según todo indica, particularmente hacia Bariloche, la temporada andina ha sido de las buenas. Es propicia para revisar la vieja noticia de criaturas humanas verdes, enigma que viene de nueve siglos atrás. Sin adherir a la ingenuidad inicial que los llamaba niños verdes, y sin bases ciertas para sostener que fueran mutantes de probeta o de botellón, humanoides transgalácticos o espíritus, es forzoso darles nombre impreciso. Esta crónica optará indistintamente por la denominación primera o por la muy actual de enanitos verdes.
En tiempos del chambón rey Esteban de
Inglaterra, llegado al poder en 1154, la religión —como hoy la economía— explicaba sabiamente toda causa y efecto, cualquier fenómeno. Según quedó escrito, los espíritus aparecen sin timidez ante personas preparadas para esos encuentros. Desde San Isidoro de Sevilla (560-636) se aceptó que también los demonios de pronto se hacen reales y tangibles. Sucesos que hoy llamaríamos paranomarles despertaban en el Me-
diuevo poca sorpresa y, sobre todo, menos discusiones que ahora. Sabios con chapa, mal o bien, explicaban y catalogaban todo.
Uno de ellos fue, hasta cierto momento, William de Neiburgh, monje de un monasterio de Yorkshire. El inauguró el relato de unos extraños niños verdes aparecidos en el siglo XII en Woolpit, cerca de Bury St. Edmunds, en Suffolk. Veamos algún párrafo de aquella descripción fundacional:
CERCA DEL MONASTERIO —cuenta— “hay

unos pozos antiquísimos que se conocen
como woolpittes y que dan nombre a un pueblo vecino. Era tiempo de cosecha y los segadores estaban recogiendo el trigo cuando de uno de esos pozos salieron de pronto dos pequeñas criaturas tales como un niño y una niña. Sus cuerpos eran completamente verdes; vestían ropajes de color extraño y textura desconocida. Vagaron inquietos por el campo hasta que los segadores los recogieron y condujeron al pueblo, donde mucha gente se
agrupó para ver la maravilla...”.
El hallazgo fue ratificado por el abad Ralph de Coggeshall, de Essex. que corrigió la descripción anterior rumbeando a la sospecha. Para él “estaban teñidos de un color verde”. El mismo escriba da cuenta de que nadie pudo entender el lenguaje de los enanitos y que, “cuando fueron llevados a casa de un caballero, en Wikes, lloraron amargamente. Sólo se interesaron ante unas chauchas acaso parecidas a su alimento habitual. Buscaron dentro de los tallos y quedaron desolados al no ha-
llar nada, pero se consolaron cuando se les mostró que las vainas contenían porotos”.
La dieta no valió para el enanito, que dio en languidecer y murió. La enanita se acostumbró a otras comidas, sobrevivió e incluso se fue poniendo cada vez más rosadita. La bautizaron y quedó al servicio del caballero pero, según el abad “su conducta fue traviesa y disoluta”.
EL ABAD AGREGA: "Ella declaró haber llegado desde un país sin sol pero con crepúsculo, donde todo era completamente verde incluso los habitantes”. Según la ex niña o enana, habían desembocado con su hermano en el woolpit luego de entrar en una cueva. Al salir, la luz del sol los deslumbró y aturdió, se aterrorizaron ante los segadores y no pudieron ya encontrar de nuevo el pozo para huir de ellos. A pesar de su verdísimo pasado la muchacha se casó con un mozo de Kings Lynn y vivió muchos años.
El monje de Newburgh no concordó con el abad en la historia de la cueva. Según él, cuando fueron hallados en el trigal la enana contó muy otra cosa: “Somos habitantes de la Tierra de San Martín (sic) y estábamos dando de comer a los animales de nuestro padre. De pronto hubo un repentino y ensordecedor rebato de campanas, nuestros espíritus se sobrecogieron y nos vimos trasladados al campo de cosecha”.
Según el monje William, la que ellos consideraban una niña, juró alguna vez que en su tierra natal también había iglesias, y
que estaba separada de “un país de luz” por lo que ella llamaba “una gran corriente”. ¿Un río, un mar, una galaxia? Conviene señalar que durante el reinado del tal Esteban, la vida era muy difícil y que, a menudo, las familias se desintegraban en busca de comarcas donde hubiese menos miseria (nombre antiguo abarcador de las hoy llamadas necesidades básicas insatisfechas).
QUE TE QUIERO VERDE. Por buscar pelos en la leche las mentes racionales de aquellos años, y de los que irán corriendo, dudaron del verdor atribuido a las curiosas criaturas. ¿Por qué entonces, tan rara humanidad en las descripciones originales? Acaso se de-
biera a que el verde fue siempre un vicio inglés, que atribuía a ese color capacidades sobrenaturales. En el folclore tenía significación ambivalente: era el color de la vida y la fecundidad y, asociado con las hadas, connotaba cierta magia siniestra. Recordemos que hubo fea dualidad en aquel caba-
llero de Verde Luna del castellano Quijote, pero ya antes en Inglaterra, el “hombre verde” estaba en las canciones y en los nombres de las tabernas. Desde el siglo XIV se conoce el poema anónimo Sir Gawain y el Caballero Verde, que refiere cosas así:
“La gente se había reunido para contemplar y examinar al personaje! porque todos los hombres se preguntaban qué podía significar! que aquel jinete y aquel caballo tuvieran tal color,! que parecía más verde que la hierba,! y aún más que brillara de una forma más llamativa que un esmalte verde sobre el oro.! Los que estaban de pie lo estudiaron y se acercaron/ sigilosamente a él no sin gran curiosidad! sobre lo que el personaje podría hacer.! Porque ellos habían visto hechos sorprendentes,! pero ninguno como éste.! Así pues, los habitantes del lugar lo catalogaron! como un fantasma de la tierra de las hadas.!!”
CHAUCHA Y POROTO. Con el correr de los siglos muchos nuevos enanitos verdes irían siendo denunciados, pero al parecer ninguno de ellos mostró avidez por los porotos que tanto gustaron a los pasajeros del woolpit. Pero hay otras circunstancias curiosasquevalela pena señalar respecto de las creencias de aquella época: se decía que las chauchas o judías verdes eran el bocado predilecto de muertos y fantasmas. De allí que los sembrados chaucheros tuvieran gran tránsito nocturno de almas en pena. También se creía, paradójicamente, que esparciendo este tipo de alimento alrededor de una casa, ésta quedaba protegida. Una tradición más especializada sostiene que para andar por tierra embrujada se debe llevar en la boca uno de esos porotos. No bien aparece la primera bruja, zácate, se le escupe el poroto, y después, todo bien.
En resumen, y como casi siempre, quedan abiertas todas las opciones. El hecho de que los niños o enanitos no comiesen más que porotos los ubicaba en la categoría de espíritus. Pero ¿cómo es que no tenían ni idea de cómo se abrían las vainas? Los fantásticos enanitos verdes de los ovnis anuales no muestran avidez por chauchas ojudías verdes, alubias blancas ni porotos caballeros. Se diría que son motoristas casi onmívoros, con paladar de camionero más que de gourmet. Lo mismo los atraen las yerbitas serranas del Uritorco que el mediocre catering de nuestras aeronaves es.
REFLEXIONES MADURAS
1. Las criaturas verdes halladas en Woolpit —vinieran de donde vinieran—pudieron padecer algún tipo de ictericia debido a la ingestión forzosa de porotos silvestres incompatibles con sus sistemas biliares. 2. La larga permanencia en pozos pudo haber puesto a aquellos seres en contacto con minerales que, absorbidos por vía cutánea, originaron el verde aspecto con que asombraron a los segadores.
3. Por otra parte: no ha sido
suficientemente examinada una de las declaraciones de la enanita verde. ¿Alguien setomó el trabajo de investigar en parajes (o circos, o teatros), llamados “San Martín”?
4. Habida cuenta de los ajustes feroces de aquel rey Esteban, es posible que las dos verdes criaturas fueran como nuestros chicos de la calle:
seres hambreados forzados a mentir y capaces de alucinación y fantasía.
5. Un hecho concreto es que,
a medida que la niña fue aprendiendo a leer, mudó de color, estatura y costumbres. Si ella había sido alma en pena, quedó claro que el libro es mejor alimento espiritual que la chaucha.
6. En última instancia y para el caso de que los dos extraños enanos del trigal hubiesen sido extraterrestres, resultaron de bajo rating. El varón murió pronto y ella se vulgarizó. Nadie vino nunca a buscarlos.

Las misteriosas luces del Delta del Paraná

Revista Año Cero. Por , Año 11, nro 8

E1 Paraná es el segundo río más largo de Sudamérica. Nace en Brasil y, tras
recorrer 4.700 km, desemboca en el Río de la Plata, no sin antes formar un gran
delta.
Antes de la llegada de los españoles, las tierras bañadas por esta
corriente fluvial eran dominio de algunas de las numerosas tribus guaraníes. A
pesar de que no edificaron grandes ciudades ni templos, estos pueblos poseían un
lenguaje rico en vocablos, y una prolifica mitología, especialmente rica en todo
tipo de criaturas no humanas. Son numerosos los relatos guaraníes donde se
mezclan hechos prodigiosos con la aparición de luces y seres desconocidos. En
épocas más modernas, algunos escritores también recogieron relatos sobre luces
extrañas que se aparecían a los pescadores del Delta del Paraná, adoptando las
más diversas formas y colores.
Pero, si bien las observaciones de luces en esta zona se remontan a
tiempos inmemoriales, lo cierto es que su salto a la popularidad comenzó con la
divulgación de unos sucesos muy concretos.
Victoria es una pintoresca ciudad ubicada prácticamente en las márgenes de
la Laguna del Pescado, a 330 cm al noroeste de Buenos Aires. Los siete cerros
que la rodean y la presencia del puerto que la une fluvialmente con el Rio de la
Plata le otorgan una importancia singular. Esta localidad ribereña es, desde
1991, lo que muchos ufólogos argentinos denominan una "zona ventana", a causa de
la cantidad y calidad de los sucesos OVNI que allí acontecen.



OVNIs sobre "La Pepita";

Todo comenzó en la estancia " La Pepita", una finca situada a tan sólo 8 km. de
la ciudad de Victoria. Su propietaria, Judith Gonzalvez de Basaldúa, observó,
junto a algunos sus empleados, una serie de luces que cruzaban su finca cada
día. Tras cerciorarse de que no correspondían a ningún fenómeno convencional,
lograron establecer que éstas se podían contemplar siempre a la misma hora, en
torno a las 20:30.
Posteriormente, un periodista local, Ramón Pereyra, decidió participar en
una de las curiosas vigilias de "La Pepita" y lo hizo llevando una cámara de
televisión. Aquella noche, acompañado por algunos de los habituales observado-
res, logró filmar un objeto luminoso de color rojizo que se desplazaba por los
cielos de Victoria. Este suceso seria el detonante para que los OVNIs se
convirtieran en un auténtico acontecimiento social en esta localidad. El 23 de
julio de 1991, los fenómenos de Victoria ya habían captado plenamente la
atención de la prensa nacional.
Tras este primer incidente, numerosos profesionales de los medios de
comunicación se desplazaron hasta dicha ciudad a la caza y captura de OVNIs. Una
de las principales cadenas argentinas, ATC (Argentina Televisora Color), logró
registrar con sus cámaras las evoluciones de varias luces multicolores que se
desplazaban por el río. El protagonismo que los medios de comunicación dieron a
los fenómenos de Victoria atrajo un nuevo aluvión de periodistas, investigado-
res, curiosos y militares. Pese al invierno, miles de personas se reunían cada
día con la intención de convertirse en testigos de aquellos sucesos.
Los principales puntos de observación de Victoria fueron -además de la
estancia "La Pepita"- el cerro de la Virgen, el cerro La Matanza y la costanera
de Victoria. Los resultados de aquellas noches de "cacería" no fueron pocos, ya
que son centenares los casos recogidos por los ufólogos en la ciudad y sus
alrededores. Y hubo más aún, ya que numerosos investigadores se convirtieron en
testigos al poder contemplar con sus propios ojos algunos de los extraños
fenómenos luminosos.
Además, para sorpresa de muchos, los habitantes del Delta ya habían
clasificado las luces varios años antes de que llegasen los investigadores.
Cuando, a raíz de los incidentes OVNI de 1991, Victoria se convirtió en prota-
gonista habitual en los medios informativos, éstos reflejaron la preocupación de
numerosos testigos que buscaban una explicación para estos fenómenos. Quizá por
ello, varios periódicos y televisiones locales aventuraron la posibilidad de que
la NASA enviara a algunos de sus técnicos y científicos para investigar el
caso in sito. Aunque no existe una confirmación oficial de que el interés de la
agencia espacial norteamericana se tradujera en su presencia física en Victoria,
numerosos habitantes del lugar están convencidos de que entre los visitantes que
acudieron a la zona movidos por su interés hacia el fenómeno OVNI, había
miembros de la NASA. Al fin y al cabo, no sena la primera vez que se especula
con la posibilidad de que científicos de esta agenda hayan visitado zonas
ufológicas calientes de Sudamérica.


Los colores de un enigma

Los grupos de investigación CEFU y Hemisferios son quizá los más activos de la
ufología argentina. Durante sus viajes por el Delta del Paraná pudieron recoger
cientos de testimonios sobre el comportamiento de estas luces, a las que los
lugareños coinciden en catalogar según sus colores y comportamiento. Bajo dicho
patrón, podrían dividirse entres tipos:
1. Luces rojas, que suelen acercarse a los testigos-y hasta perseguirlos-,
cuyo tamaño puede oscilar entre el de una pelota de tenis y varios metros de
diámetro.
2. Luces amarillo-ámbar, que aparecen más alejadas de los observadores y
son "más tranquilas".
3. Luces blancas, que siempre son divisadas en la lejanía y desplazándose
por los islotes.
Sin embargo, en el Delta no sólo se ven luces. Entre la abundante
casuística recogida en la ciudad y su zona de influencia existen testimonios
según los cuales los OVNIs se presentan bajo otros aspectos.
En Antelo, a 13 km de Victoria, fue observado un objeto volador luminoso,
con forma de cigarro puro, en agosto de 1992. Después de este avistamiento
aparecieron doce huellas circulares, similares a los "corros de hadas", en una
de las fincas. En la zona del Delta los investigadores han recogido también
algunos casos donde aparentemente hubo fenómenos electromagnéticos asociados a
OVNIs, además de unos pocos testimonios de quienes afirman haber observado
tripulantes.
Este cuadro ufológico parecía indicar que la región iba a convertirse en
un nuevo púlpito donde desembarcarían todo tipo de profetas de los platillos
volantes, tal como ya había ocurrido en otras zonas ufológicas sudamericanas. En
el Cerro Uritorco (en la provincia argentina de Córdoba) o en la "Estancia La
Aurora" (Uruguay), la magnitud de los fenómenos ufológicos estuvo empañada
porque todo tipo de místicos quisieron hacer suyos unos sucesos que actuaban
independientemente de sus fórmulas "mágicas". Sin embargo, los gurus de los
platillos volantes no hallaron adeptos en el Delta.
Si bien las observaciones de luces no identificadas en la zona de Laguna
del Pescado y Victoria tuvieron su máxima repercusión a mediados de 1991, el
fenómeno ha estado presente en diferentes épocas. Por lo menos, así se deduce de
los numerosos testimonios y de la propia literatura local. Un buen ejemplo es la
obra El país de los Chajas, publicada en los años 50 y escrita por el padre Gregorio Spiazzi bajo el seudónimo de Martín de Pospés. El relato cuenta la historia de unos pescadores que estaban faenando de noche y vieron una especie de "bandera roja, una luz potentísima. No se oía ruido de motor ni batir de remos ni de palas... el globo rojizo coloreaba todo el río". Según el relato de Spiazzi, la luz se acercaba a los pescadores a una velocidad vertiginosa. Cuando éstos intentaron dejar paso a aquella embarcación, la luz "apagóse de súbito. Y no se vio ni se oyó nada más en toda la noche".




Base intraterrena

Los investigadores siguen recogiendo, entre quienes viven en las islas del Delta
y entre los campesinos de las aldeas cercanas, numerosos casos de un fenómeno
que aún continúa produciéndose en el entorno de esta zona del Paraná.
El equipo de investigación Visión 0VNI, compuesto por Silvia Pérez Simondini, sus hijos Andrea y Christian, Néstor Gaioli y Pablo Puchet, ha
trabajado sobre una inquietante hipótesis que podría apuntar a la existencia de
una base intraterrena en Victoria. El río sería la puerta de entrada y salida de
esta base, donde se encontraría el epicentro de los extraños fenómenos que
ocurren en la zona desde principios de siglo.
Actualmente se está construyendo un puente de gran envergadura sobre el
río Paraná, las islas y el río Victoria, que permitirá las comunicaciones del
Mercosur con Argentina. Alli han tenido lugar numerosos sucesos para los que sus
constructores no encuentran explicación.
La mayor de las máquinas que realizan el trabajo de dragado está sostenida
por dos patas de hierro de 0,50 cm de diámetro, 18 m de largo y 6 toneladas de
peso. Una de las patas se rompió durante una maniobra y los buzos bajaron para
engancharía y subirla a la superficie. Según las declaraciones de los
trabajadores, cuando ello ocurre suelen encontrar la pieza a una profundidad
aproximada de 1 m. Sin embargo, en esta ocasión no fue así. Jamás apareció,
aunque la buscaron durante dos semanas empleando ecosondas y tecnología de
vanguardia. Esto nos hace sospechar que el río, que aparentemente no presenta
gran profundidad, esconde en sus entrañas toda suerte de enigmas. Otro de los
misteriosos fenómenos que suceden allí se manifiesta en forma de esferas de
diferentes tonalidades que paralizan el funcionamiento de los motores y de las
luces del puente cuando lo sobrevuelan. Algo que ha ocurrido en varias ocasiones, provocando el temor y la preocupación del personal, que también ha obtenido diversas fotos de estas extrañas esferas de luz.
Modesto Colman tiene 60 años y es un hombre de gran temple y coraje. Se dedica a
la pesca o al cuidado del ganado y había sido siempre incrédulo sobre el
fenómeno OVNi, pero el 16 de octubre de 1992 fue protagonista de unos hechos que cambiaron radicalmente su forma de ver las cosas. Era de noche y él estaba cerrando un molino en el cual trabajaba. Mientras realizaba esa tarea, recordó los comentarios de sus vecinos y amigos acerca de los extraños sucesos que acaecían en el río, frente a la Laguna del Pescado, justamente al lado de donde él se encontraba en esos momentos. Entretenido en estos pensamientos, comenzó a balar por las escaleras del molino cuando un sudor frío recorrió su espalda: todo se estaba iluminando a su alrededor. Se dio vuelta lentamente al notar que la luz estaba detrás de él y entonces se sintió presa del pánico, ya que una enorme esfera le seguía, a una distancia de 30 metros escasos, mientras él bajaba las escaleras. Cuando llegó al piso bajo, con la esfera siguiéndole
todavía, vio cómo descendían de ella tres pequeñas figuras. Guiado por el terror, sacó un gran cuchillo para defenderse e increpó a los misteriosos seres.
La respuesta de éstos no se hizo esperar: de la esfera salió un rayo de luz que
se dirigió hacia él, rozándole la mitad del rostro. Fue entonces cuando Colman
experimentó la extraña sensación de que su cuerpo disminuía de tamaño, hasta que
le pareció que no medía más que unos pocos centímetros. Se refugió tras un árbol, pero éste fue alcanzado por un nuevo fogonazo de luz. Aterrorizado, emprendió una carrera que se le antojó interminable; tenía la visión nublada y sus ropas se desgarraron en la alambrada del campo. Una vez en su casa, comenzó a llorar desconsoladamente. Durante 10 días sufrió sordera y mala visión, aparte de quemaduras en la cara. En el lugar donde vivió la experiencia quedó la huella de la esfera en forma de herradura, de unos 6 m de diámetro, y el árbol tiene aun su muñón quemado. Desde entonces, Modesto está seguro de que a él "se lo quieren llevar, pues luego sufrió otras experiencias similares.

En una de las curiosas vigilias de "La Pepita" y lo hizo llevando una cámara de televisión. Aquella noche, acompañado por algunos de tos habituales bservadores, logró filmar un objeto luminoso de color rojizo que se desplazaba por los cielos de Victoria. Este suceso sería el detonante para que los OVNIs se convirtieran en un auténtico acontecimiento social en esta localidad. El 23 de julio de 1991, los fenómenos de Victoria ya habían captado plenamente la atención de la prensa nacional.
Tras este primer incidente, numerosos profesionales de los medios de
comunicación se desplazaron hasta dicha ciudad a la caza y captura de OVNIs. Una
de las principales cadenas argentinas, ATC (Argentina Televisora Color), logró
registrar con sus cámaras las evoluciones de varias luces multicolores que se
desplazaban por el río. El protagonismo que los medios de comunicación dieron a
los fenómenos de Victoria atrajo un nuevo aluvión de periodistas, investigado-res, curiosos y militares. Pese al invierno, miles de personas se reúnen cada día con la intención de convertirse en testigos de aquellos sucesos.
Los principales puntos de observación de Victoria fueron -además de la
estancia "La Pepita"- el ceno de la Virgen, el ceno La Matanza y la costanera de
Victoria. Los resultados de aquellas noches de "cacería" no fueron pocos, ya que
son centenares los casos recogidos por los ufólogos en la ciudad y sus
alrededores. Y hubo más aún, ya que numerosos investigadores se convirtieron en
testigos al poder contemplar con sus propios ojos algunos de los extraños
fenómenos luminosos.
Además, para sorpresa de muchos, los habitantes del Delta ya habían
clasificado las luces varios años antes de que llegasen los investigadores.


Cuando, a raíz dejos incidentes OVNI de 1991, Victoria se convirtió en protago-nista habitual en los medios informativos, éstos reflejaron la preocupación de numerosos testigos que buscaban una explicación para estos fenómenos. Quiza por ello varios periódicos y televisiones locales aventuraron la posibilidad de que la NASA enviara a algunos de sus técnicos para investigar el caso in situ. Aunque no existe una confirmación oficial de que el interés de la agencia espacial norteamericana se tradujera en su presencia física en Victoria, numerosos habitantes del lugar están convencidos de que entre los visitantes que acudieron a la zona movidos por su interés hacia el fenómeno OVNI, había miembros de la NASA. Al fin y al cabo, no sería la primera vez que se especula con la posibilidad de que científicos de esta agencia hayan visitado zonas ufológicas calientes de Sudamérica.