miércoles, 23 de febrero de 2011

Contacto con extraterrestres=Encuentro entre culturas

¿Estamos preparados para un contacto masivo con una civilización extraterrestre?¿Sería provechoso para unos y otros?

Salvando las distancias, el encuentro podría compararse con el de los españoles a partir de la llegada de Colón a América.

Hace 5 siglos, el hombre europeo creía que el planeta era un disco apoyado en una tortuga, y de alejarse navegando hacia el horizonte, desaparecería en un abismo. La realidad era que los conocimientos de navegación eran rudimentarios y que no podían alejarse mucho de la costa por la cantidad de alimentos y agua que podían llevar.

Colón cambió el planteo de la forma de la tierra, quizá basándose en conocimientos más antiguos, o lo sabía de fuentes que lo mantenían en secreto.
Para conseguir financiación apeló a la promesa de ganancias. Para orientarse mejor, usó instrumentos avanzados que los cristianos se negaban a adoptar por haber sido inventados por los "infieles árabes".

Si comparamos la navegación espacial con la navegación marítima de la época, se parecen en varios aspectos: no podemos alejarnos del planeta debido a la disponibilidad de alimentos y agua en las naves que podemos enviar al espacio.
En proporción, estas son mucho más lentas que las carabelas. A esto se suma el costo de poner en órbita cualquier aparato no tripulado, por no mencionar algo capaz de llevar y sustentar una tripulación en un viaje de años.

La carrera espacial fue impulsada por política y negocios, al igual que el viaje de Colón.

Y la búsqueda de ganancias y la política es lo que impide que se pongan en práctica energías y métodos de propulsión alternativos.

Por otro lado, con los antecedentes humanos de contacto cultural, ¿Querrían los extraterrestres encontrarse abiertamente con nosotros?

Los españoles pudieron haber intercambiado lo bueno de ambos mundos con los indios y crear una cultura más rica, donde todos se beneficiarían.

Sabemos que no fue eso lo que hicieron.

Los extraterrestres pueden tener otro código moral distinto al nuestro. Por ejemplo, para ellos podría no existir el concepto de "propiedad privada", y que como los indios tomen de cada planeta solo lo que les haga falta y dejen lo demás, manteniendo el equilibrio ecológico.

En mi opinión, para que tal contacto se haga posible, tendría que haber un cambio previo de los paradigmas que rigen nuestra vida, en principio para mejorarnos a nosotros mismos, tolerar con sinceridad lo distinto y dejar hacer todo con la idea de negocio. Con estos cambios, el contacto será posible, y hasta podría ocurrir sin que lo busquemos.

viernes, 18 de febrero de 2011

¿Es la oleada OVNI una tapadera de experimentos militares?

Revista Año Cero. Febrero 1997, por MANUEL CARBALLAL


La nueva visita al despacho del general confirmó mis suposiciones. Los oficiales de la Benemérita habían recibido la autorización de sus superiores para responder a mis preguntas. Al menos, a algunas de ellas.
Como imaginaba, los últimos expedientes X redactados en España se referían a la oleada OVNI registrada en Galicia (AÑO/CERO, 70): aterrizajes en diferentes poblaciones, presencia de humanoides e, incluso, artefactos estrellados. Sin embargo, los descubrimientos más inquietantes con los que pude hacerme no provenían de los informes de la Guardia Civil, sino de mi propia investigación de campo.
A principios de octubre había tenido lugar una insólita rueda de prensa. El departamento de Astrofísica de la Universidad de Santiago de Compostela informaba que había emprendido el análisis del extraño objeto caído del cielo, el 9 de julio, en la sierra de Lugo: una especie de meteorito que, hasta entonces, se había conservado en un frigorífico de Radio Televisión Terra de Lemos (Lugo).


Monforte, centro clave

«Parece que Monforte de Lemos se ha convertido en la capital de los OVNIs», me comentó Tomás F., cabo de la policía de esta localidad. Al menos en dos ocasiones, miembros del cuerpo habían sido alertados ante la presencia de OVNIs avistados masivamente por centenares de vecinos. Pero los policías que redactaron informes sobre el tema tuvieron que enfrentarse a las burlas de sus compañeros. Como el cabo José Manuel B., de Vigo. «Poco después de elaborar el informe sobre los objetos que vimos sobre la comisaría, mi
compañero y yo observamos un enorme artefacto luminoso, también en Vigo, durante una patrulla nocturna. Pero entonces decidí no escribir el informe», me explicó.
La polémica rueda de prensa motivada por el «meteorito de Monforte» ya había tenido un precedente en el mismo departamento. En julio, el doctor José Angel Docobo y el astrofísico armenio Wakhtang Tamacian comunicaron públicamente los resultados de la investigación realizada al objeto no identificado que se estrelló en Serra de Outes (La Coruña), en 1994 (AÑO/CERO, 72). Ambos expertos declararon a nuestra revista que, a pesar de que el Mando Operativo Aéreo del Ejército del Aire insistía en que no se habían realizado pruebas militares en aquella zona, lo más razonable era suponer que algún tipo de artefacto no convencional se hubiera estrellado en Serra de Outes. Sin embargo, el secretismo oficial rodea el caso. José Arturo Tomé, propietario de la finca donde cayó eh objeto, recibió la visita de policías y guardias civiles de paisano que investigaban el suceso por orden del Gobierno Civil. ¿Significa esto que, tras la pantalla OVNI, se ocultan experimentos militares secretos? Durante el curso de verano-96 de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo sobre el nuevo modelo de defensa, el ex-ministro de defensa español, José María Oliart, declaró que muchos de los OVNIs avistados en Galicia podían obedecer a experimentos militares secretos de los ejércitos norteamericano, inglés, francés e incluso español.
Y en esa misma dirección apuntan mis investigaciones. La mayoría de los más de doscientos casos OVNI registrados han tenido lugar en una franja que cruza la provincia de Lugo de norte a sur. Lo más sorprendente es que muchos de ellos se han producido, además, entre cadenas de montañas, depresiones del terreno conocidas como zonas de «sombra radar» donde los OVNIs no habrían sido detectados. Fuentes militares anónimas nos han asegurado confidencial y privadamente que, bajo la apariencia de objetos no identificados, se han experimentado diferentes avances en la aeronáutica militar, como combustibles sólidos nuevos. De la misma forma, numerosos avistamientos de artefactos triangulares se deberían a aviones Stealth (invisibles al radar) y a aeronaves no convencionales.
Sin embargo, algunos ufólogos gallegos, como Marcelino Requejo, reclaman la atención sobre casos inexplicables: ahí están los supuestos aterrizajes de humanoides de pequeña estatura en Friol (Lugo), o las huellas dejadas por extrañas criaturas asociadas a OVNIS en Entrimo (Orense) que, analizadas en las facultades de veterinaria y biología de Santiago o Lugo, no han podido ser atribuidas a ninguna especie animal conocida.
La hipótesis de investigadores como Marcelino Requejo, Salvador Freixedo o Magdalena del Amo, sostiene que, si bien gran parte de los OVNIs avistados en Galicia serían experimentos secretos, tras ellos se ocultaría la presencia extraterrestre, conocida y amparada por las autoridades.
De ser cierto, Galicia podría estar siendo el campo de experimentación de una nueva dimensión del fenómeno OVNI en España. Para empezar, la población gallega está más sensibilizada que nunca, como se demostró durante la Alerta OVNI celebrada el 10 de agosto. Ante una convocatoria de los ufólogos gallegos que tuvo escasa difusión, centenares de personas salieron a los montes para vigilar el cielo.
Toda una demostración del creciente interés sociológico que el fenómeno OVNI y el mito extraterrestre están adquiriendo en Galicia, y que supone un importante factor a tener en cuenta a la hora de analizar la oleada del noroeste. Ahora, más que nunca, «la verdad está ahí afuera».

Casos de extraterrestres que se hacen pasar por humanos

Revista Año Cero. Febrero 1997, por Bruno Cardeñosa


Antrimo, pequeño pueblo orensano cercano a la frontera con Portugal. Noviembre de 1995. Una pareja de novios disfruta del atardecer en un paraje conocido como La lila, cuando un objeto esférico luminoso se sitúa sobre ellos. El OVNI emite un potente fogonazo seguido de un intenso resplandor y, como por arte de magia, se convierte en un avión comercial. Este avistamiento es uno los más desconcertantes sucesos acaecidos desde que comenzara la oleada OVNI que, desde hace ahora un año, azota el noroeste de la Península Ibérica (AÑO/CERO, 69 y 70). Manuel Carballal, ufólogo que ha investigado a fondo la «oleada gallega», manifiesta su gran desconcierto ante este caso: «Racionalmente —explica—, habría que pensar que confundieron el OVNI con un avión, pero esto está descartado. Es imposible. Me cuesta mucho explicarlo, ya que se trata de un caso que entra de lleno en la llamada transufología y va más allá de lo que entendemos como un avistamiento convencional».


La historia de la ufología recoge numerosos casos similares. Es cierto. Los No Identificados son capaces de aparecer y desaparecer instantáneamente, como si dieran un salto a «otra dimensión». Pueden camuflarse bajo la apariencia de nubes, aparecer en fotografías aunque no estaban allí cuando se disparó la cámara, adquirir diversas formas o, incluso, convertirse en aviones, coches o motocicletas. Así es, por increíble que parezca.
Se cuentan por miles los testigos que en todo el mundo aseguran haber contemplado fantásticas mutaciones ufológicas. El prestigioso científico Richard Haines ha realizado un interesante estudio sobre multitud de casos y ha sacado la conclusión de que muchos OVNIs son capaces de cambiar de forma a su antojo, lo que hace pensar que la inteligencia que opera tras este fenómeno sobrepasa todo lo que conocemos. Y lo que es más, si los OVNIs pueden presentar un aspecto convencional a su antojo... ¿permite la tecnología que emplean adoptar a sus supuestos tripulantes una apariencia idéntica a la de un ser humano?
30 de septiembre de 1989. Ramón VI., 32 años, y Antonio R.S., 21, se dirigen juntos en un coche hacia un paraje serrano en el que están citados con otros radioaficionados. A medianoche entran en la localidad de La Almolda (Huesca) y cinco puntos de luz en forma de pentágono captan su atención en el cielo. Casi al amanecer llegan al lugar de encuentro con sus compañeros. Sus relojes marcan las dos de la madrugada y no recuerdan nada de lo ocurrido desde que avistaron el OVNI. Sólo saben, pero no cómo, que han llegado a su destino.
En 1994, con la ayuda del experto Jesús Jaime, sometimos al más joven de los dos sujetos a una amplia serie de regresiones hipnóticas con el objetivo de intentar desvelar qué les ocurrió a ambos durante aquel «tiempo perdido». Los resultados fueron estremecedores.
Una de las cinco luces descendió sobre un bosque cercano al pueblo; y hasta allí decidieron acercarse ambos testigos para observar el fenómeno. Una fuerza inexplicable atrajo el vehículo hasta la luz y fue absorbido por la misma. Varios seres de pequeña estatura invitaron a los dos a salir del coche hacia una estancia luminosa, e incluso ayudaron a Antonio a desplazarse en la silla de ruedas en la que está postrado desde que nació. Y los separaron.
Durante la regresión, nuestro testigo recordó que allí vio claramente cómo otros dos seres —éstos de gran altura— se llevaron a Ramón y recuerda cómo fue llevado por diversas estancias de lo que parecía ser una nave. También relató, aterrorizado, que vio a un individuo que parecía estar manejando un control de mandos vestido con una indumentaria nada anormal: pantalón vaquero azul oscuro y camisa roja a cuadros. Su rostro era humano, con barba de varios días y una visera deportiva con las letras «Ni». Antonio asegura que aquel «tripulante» habría pasado perfectamente desapercibido caminando por cualquier ciudad.
Y un último dato que podría avalar la veracidad de este caso. Aquélla misma noche varios cazas del Ejército del Aire español despegaron de la Base de Zaragoza en misión de interceptación, al tiempo que se producían numerosos avistamientos OVNI en toda la Península Ibérica...
Justo un día antes de que Ramón y Antonio fueran «manipulados», el 29 de septiembre, se había producido uno de los casos clásicos de la ufología española. Ocurrió en la playa de Los Bateles de Conil (Cádiz), y vino a corroborar las sospechas de varios investigadores del fenómeno OVNI que, basándose en varias extrañas historias creen que los «extraterrestres» podrían estar infiltrados entre nosotros.
El 8 de octubre de 1996 me desplacé hasta la capital gaditana y mantuve una entrevista con Jesús Borrego —ufólogo andaluz y testigo de los acontecimientos de Conil— que me dejó fuertemente impactado... Todo ocurrió hace 7 años. Como cada temporada cuando acaba el verano, los turistas comenzaban a abandonar ya la bella población de Conil de la Frontera, en la Costa de la Luz. Al abrigo de las últimas luces de aquella tarde de septiembre Isabel y Pedro Sánchez, Loli Bermúdez y Pedro González (de entre 1 7 y 23 años) paseaban por la playa de Los Bateles cuando observaron una especie de «luna de color entre rojizo y anaranjado» sobre el mar
que, media hora después, se perdería en dirección al océano. La luz, que vista con unos prismáticos mostraba en el centro cuatro focos luminosos que formaban un cuadrado, siguió apareciendo en el mismo lugar y a la misma hora durante los siguientes quince días.
Pero la noche del 29 de septiembre, los cuatro jóvenes y otro testigo más, Lázaro, asistieron a lo inaudito. Un OVNI se situó sobre la playa. Según relatan los testigos, presentaba forma de media luna llena con focos rojos en el centro y lanzaba series de tres fogonazos que eran contestados con otros dos por otro OVNI que aparecía todos los días en el mismo sitio, sobre el mar. Y así, de forma continua. El portavoz del grupo de testigos, Juan Bermúdez, explicó a AÑO/CERO que durante aquellos días se comprobó que no había ninguna embarcación en la zona.
Pero ahí no acaba todo. A las nueve de la noche pudieron distinguir a dos seres, enfundados en sendas túnicas blancas, que se deslizaban suavemente hacia la arena sobre las olas. Sus cabezas, esféricas, no presentaban rasgo alguno, ni cabello; eran simplemente blancas. Llegaron a la playa y, en cuestión de tres o cuatro segundos, parece que cavaron una zanja en la arena. «Nosotros nos retiramos a unos 30 metros del lugar —cuentan los jóvenes—, y desde allí lo vimos todo... Se sentaron de espaldas hasta que apareció una especie de estrella fugaz que se colocó sobre la vertical de estos seres y... desapareció. Luego, se pasaron de una mano a otra varias veces una especie de esfera luminosa azul; y se tumbaron». Durante unos instantes, los chicos dejaron de ver lo que ocurría tras el improvisado muro de arena que protegía a los inesperados «visitantes» y, de repente, surgieron de la arena dos personas, completamente humanas. Seqún los testigos, se habían transformado en una pareja de personas normales, pero de unos dos metros de altura; ella llevaba una falda larga y una blusa blanca; él, pantalón oscuro y camisa clara. Ambos iban descalzos y avanzaron por un callejón hacia el interior del pueblo, donde se confundieron con los turistas.
No pudieron seguir sus pasos, ya que otra sorpresa les aguardaba en la playa. Sobre la zona del agua en donde aparecieron estos seres, se hizo visible una especie de nube que se acercaba a la playa. Se paró en la orilla y los jóvenes observaron, atónitos, cómo se transmutaba en un ser inmenso —«quizás de más de tres metros de altura»—, completamente «ataviado» con un mono negro.
Comenzó a deslizarse sobre la arena, como flotando a unos 20 centímetros del suelo y los cinco jóvenes decidieron seguirle. En un momento dado y antes de desaparecer en la lejanía, giró la cabeza (que tenía forma de pera invertida): «Lo que más nos llamó la atención fueron sus ojos grandes, como huevos blancos». Como recuerdo de su paso dejó unas enormes huellas, de unos 45 centímetros de largo por 15 de ancho. «Seguían una línea que salía del “muro” de arena; luego efectuaban giros y continuaban rumbo al pueblo. Me llamó la atención que las marcas tuviesen cuatro dedos. El pulgar era enorme y delante había tres arañazos, como si deslizara la punta de los pies», nos explicó Juan Bermúdez en el mismo lugar de la aparición, donde nos confesó que él mismo —al menos en tres ocasiones y a primera hora de la mañana— había visto pasearse a este «gigante negro» días antes del primer encuentro:
«Me miraba cada vez de reojo, como sabiendo que yo le observaba»
El Diario de Cádiz publicó días después, el 16 de octubre, un reportaje en el que aseguraba que el supuesto OVNI observado por estos jóvenes era el buque británico Monarch y los «mutantes», simples buzos. Como veremos, esta información era incorrecta. El capitán Simkins, responsable del navío, confirmó a! conocido investigador Juan José Benítez que el día de los hechos el Monarch que no utilizaba buzos en sus trabajos— se encontraba faenando a 32 millas de la costa, muy lejos del límite de visibilidad que, en condiciones favorables, se sitúa en torno a las diez millas.
Además, durante los días anteriores y posteriores a los hechos relatados, los radares militares del sur de España sufrieron una inexplicable avería que convirtió la zona del Estrecho de Gibraltar en un «blanco perfecto». Y, por si fuera poco, un día antes de la metedura de pata del diario gaditano que puso en duda la credibilidad de los testigos, los humanoides volvieron a la playa!
Pedro González y Loli Bermúdez —testigos en el primer avistamiento— y Juan Bermúdez e Isabel Muñoz—que se habían unido al grupo de observadores—, se encontraban en compañía de Jesús Borrego. Este investigador OVNI y policía municipal, que además es un experto en astronomía y arqueología submarina, se había desplazado a Conil para entrevistar a los testigos y asegura que no escuchó ninguna contradicción entre sus relatos. «Había estado examinando el lugar de los hechos —cuenta Borrego— y, a eso de las diez de la noche, cuando nos encontrábamos en la playa, junto al Paseo Marítimo, se acercó a nosotros una pareja. El iba dos pasos por delante de ella y pasaron a nuestro lado. Jamás olvidaré sus rostros». El hombre, que miró al ufólogo con «cara de pocos amigos» y tenía una frente muy prominente, mediría 2,10 metros, tenía pelo largo y rubio y vestía ropa vaquera desgastada y ceñida. Ella, «guapísima, de rasgos orientales y aspecto nórdico», vestía casi igual y «también era muy alta, como de 1,90».
Los jóvenes confirmaron de inmediato al investigador que eran las dos «personas» que vieron salir del hoyo en la playa. Y siguieron observando con atención... «Caminaron en dirección a la playa y al llegar al mar, desaparecieron. Cuando llegamos allí, se habían esfumado! Pudimos ver las huellas que dejaron en su camino hacia el agua. Eran enormes, de unos 50 centímetros de longitud, y muy profundas, tanto que para hacerlas, una persona debería pesar más de cien kilos», explicó Borrego, quien durante el examen posterior detectó algo aún más desconcertante. Pocos metros antes de la orilla las huellas hacían una especie de giro, «como si hubieran estado dando vueltas» y, misteriosamente, camino del agua sólo se apreciaban las huellas de un ser. Las pistas eran rotundas: «ese individuo se adentró en el mar y luego se esfumó en la nada».
«Comprobé que no había más huellas en cien metros a la redonda —recuerda Borrego—. Durante el examen visual observamos a lo lejos, junto a la
Torre del Castilobo, a unos cuatro kilómetros, un punto esférico negro sobre la arena, que se acercó hasta situarse a unos 150 metros de nosotros y, poco a poco, se convirtió en una chica!» Una chica que había recorrido cuatro kilómetros en menos de 45 segundos.
«Siguió andando lentamente, nos rebasó y fue al encuentro de un individuo. Se perdieron a lo lejos... Eran los mismos seres que habíamos visto antes», asegura el ufólogo.
Pero la odisea que vivió este grupo de personas no había, ni mucho menos, concluido. Porque a medianoche, cuando de nuevo se encontraban todos los testigos reunidos en el Paseo Marítimo, la pareja volvió a pasar por delante de ellos con sus ropas vaqueras perfectamente secas, se adentraron en el pueblo y, una vez más, se confundieron entre la gente del pueblo...
El periodista Juan José Benítez pudo comprobar que una pareja con esas características estuvo alojada en una pequeña pensión de Conil durante los días en que se produjeron estos extraños acontecimientos. Utilizaron identidades falsas, correspondientes a dos alemanes que, durante aquellas fechas —según comprobó Benítez—, no habían abandonado su país.
¿Qué misión cumplieron en Cádiz estos dos seres de apariencia humana? ¿Cuál era su procedencia? ¿Qué tipo de tecnología o habilidad les permite transmutarse a voluntad?
Pero aún nos quedaba una nueva parada en nuestra investigación. En Zahara de los Atunes me esperaba un individuo (cuyo nombre omitimos por razones de seguridad) que semanas atrás había dado a conocer un caso similar a otros narrados por investigadores como Salvador Freixedo o Luis Jiménez Marhuenda. Según su investigación, un afamado empresario andaluz, Paco NF., vivió a mediados de los ochenta en la citada localidad una experiencia que no olvidará mientras viva.
En Zahara de los Atunes fue donde el empresario conoció a Ricky, una mujer de 32 años con pasaporte norteamericano que había convivido en España con un extraño personaje. Cuando éste abandonó la localidad gaditana Paco inició una intensa relación sentimental con la chica, hasta que un buen día ella le confesó algo aparentemente increíble. Según sus propias palabras, Ricky era de otro mundo, de un lejano planeta de la constelación de Orión y había adoptado el cuerpo de una mexicana fallecida en accidente para cumplir una misión de vital importancia que tenía encomendada. Nada parecía verificar esa absurda historia, a no ser lo extraño de su comportamiento y de su alimentación. Siempre tomaba notas y llevaba un exhaustivo control de todo. Comía sólo lácteos y tomaba unas misteriosas pastillas.
La historia tuvo un final precipitado en 1981. Viajaban en coche cerca de Barbate cuando una intensa luz se colocó sobre ellos en el cielo, iluminándolo todo a su alrededor, incluso el interior del vehículo. «Son ellos, es una de nuestras astronaves —le dijo Ricky a Paco—. Vienen a por mí». Decidieron irse a dormir aunque los nervios les atenazaban y la tensión era constante, para ambos.
Cuando Paco despertó al día siguiente la joven ya no estaba a su lado. En plena noche, con un sigilo imposible, Ricky había recogido todas sus pertenencias del chalet de Zahara de los Atunes y se había marchado, desapareciendo para siempre. Nadie hasta ahora ha sabido darle pistas de dónde se encuentra. ¿Quién era aquella misteriosa mujer que aseguraba ser extraterrestre?

domingo, 30 de enero de 2011

Agujeros negros en el planeta azul

Revista Año Cero. Abril 1991, por Antonio Ribera


"Vamos hacia un gran sol!". Éste fue el último mensaje enviado por el radiotelegrafista del Grumman, desaparecido el primero de julio de 1969. Cuando, trascurrido el plazo fijado para el regreso, el aparato no volvió a su base ni contestó a las llamadas que desde ésta se le hacían, se organizó una gran operación de búsqueda con medios aeronavales, que rastrearon una amplía zona del mar. Unicamente se logró hallar restos dispersos del aparato desaparecido, entre ellos dos asientos.
Poco tiempo antes, el 15 de mayo del mismo año, otro avión gemelo Grumman cayó en la misma zona. En ambos casos, entre muertos y desaparecidos, hubo catorce víctimas en total. La encuesta hecha por las autoridades declaró "inexplicable" el siniestro.
Pero de 1952 a 1970, cinco modernos submarinos habían desaparecido también de manera inexplicable, en la misma región marina. El lector avisado, naturalmente, supondrá que nos estamos refiriendo al famoso Triángulo de las Bermudas. Pues, no.
El "triángulo" a que nos estamos refiriendo se encuentra en el Mediterráneo occidental: sus vértices son el monte Canigó, en los Pirineos franceses (donde entre 1945 y 1969 se produjeron once catástrofes aéreas, con más de doscientas víctimas humanas), la localidad africana de Tinduf, cerca de la frontera conjunta de Mauritania, Marruecos y Argelia, y las Islas Canarias. En toda esta amplía zona son también muy frecuentes las observaciones de ovnis (especialmente en las Canarias y el sur de España)! no sólo en tierra, sino en el mar y "bajo las aguas" del mar.



Fuerzas misteriosas

El avión Grumman que emitió el extraño mensaje era un avión militar español, cuyo comandante, el capitán Antonio González de Boado, era amigo mio y -curiosamente- uno de los pocos militares españoles del Arma Aérea que se tomaba en serio la cuestión de los ovnis. El capitán Boado había publicado interesantes artículos sobre el tema en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica del Ministerio del Aire, y había dado muchas conferencias sobre Ufología a sus compañeros de promoción, que le querían y le respetaban.
¿Actúan entonces en esta zona las mismas fuerzas misteriosas y maléficas que parecen actuar en el Triángulo por antonomasia, el de las Bermudas?
El texto que abre este artículo se publicó al comienzo de mi libro Los
doce triángulos de la muerte, y a continuación decía que este triángulo y once más fueron ya señalados por el malogrado investigador y biólogo van Sanderson y sus colaboradores de SITU (Society for the Investigation of the Unexplained), de Nueva Jersey. Este grupo estaba formado por científicos especializados en distintas disciplinas: geólogos, meteorólogos, físicos, astrónomos, etc. Según ellos, existen en el planeta doce zonas de grandes perturbaciones geomagnéticas. Dos de ellas son los Polos y las restantes son todas marítimas. Se encuentran repartidas muy regularmente: cinco de ellas alrededor del paralelo 30 grados de latitud norte, y otras cinco en el paralelo 30 grados sur. Están separadas por distancias de 72 grados en cuanto a longitud.
Varios hechos sorprendentes se hallan asociados con estas zonas (que, más que triangulares, son romboidales; configuran un rombo inclinado unos 45 grados sobre el Ecuador). Todas ellas son zonas "calientes", donde los avistamientos de ovnis son frecuentes; en todas ellas se registran extraños fenómenos de distorsión del espacio-tiempo; en todas el las la brújula se desvía unos cinco grados del Norte magnético; casi todas ellas se hallan cruzadas por la famosa línea BAVIC, descubierta por Aimé Michel y, aunque se ha exagerado mucho, en todas ellas se registran hechos inexplicables y misteriosas desapariciones de barcos y aviones.
¿Pero por qué se menciona únicamente una de estas zonas, el Triángulo de las Bermudas? Es muy sencillo: esta zona, por su ubicación geográfica, es la que registra un mayor tráfico marítimo y aéreo. Sólo es comparable a ella el "Triángulo del Diablo", en el mar del Japón, que también se ha ganado una cierta fama de lugar maldito. Los restantes "triángulos" caen en zonas marítimas de escaso o nulo tráfico marítimo o aéreo (ya hemos dicho que dos de ellas corresponden a los Polos), y esto explica que raramente se las mencione.



¿Por qué los triángulos?

¿Cómo se explica la distribución tan regular que tienen los triángulos (O habría que llamarlos "rombos") sobre la superficie del planeta? Se han barajado varias hipótesis para explicarlos. Barry Goodman, en el excelente estudio que ha consagrado al tema, señala que estos doce puntos sobre el globo terráqueo, y las líneas que los unen, definen un objeto sólido con quince lados triangulares. Este objeto sería parecido a un cristal o a una piedra preciosa perfectamente tallada. Para explicar esta extraña disposición podemos plantearnos tres posibilidades:
a) Un fenómeno natural de rara simetría, cuyo ejemplo más claro lo encontramos en los cristales.
b) Establecimiento deliberado de una configuración simétrica por parte de seres inteligentes, con fines que se nos escapan (los misteriosos círculos que aparecen en campos de cereales ingleses podrían ser algo parecido), y
C) Una combinación de a) y b), o sea el establecimiento de una configuración simétrica por seres inteligentes, aprovechando un fenómeno natural preexistente de naturaleza simétrica.
Barry Godman estuvo bastante cerca de la verdad -como veremos más adelante- al formular esta teoría. El único fenómeno natural preexistente digno de tenerse en cuenta tiene que estar forzosamente relacionado con el geomagnetismo, del que no lo sabemos todo ni mucho menos. Una cosa que sí sabemos, por ejemplo, es que los polos no han ocupado siempre su posición actual, sino que se han desplazado sobre la superficie de la Tierra en el transcurso de las edades geológicas. Las partículas magnetizadas de mineral de hierro que se encuetran en algunas rocas muy antiguas apuntan hacia otro Polo Norte magnético distinto del actual. Pero sería muy sorprendente que los antiguos polos magnéticos hubiesen coincidido con tanta precisión con los puntos regularmente espaciados de los "triángulos" actuales. Eso significaría que el eje del planeta ha ido cambiando sucesivamente de inclinación un número "exacto" de grados y minutos) como un mecanismo de relojería gigantesco, lo que nos lleva casi a desechar esta explicación.



Inversión de los polos

Sin embargo, hay una ciencia novísima que nos puede enseñar algunas cosas. Esta ciencia es el Paleomagnetismo. Hay dos hechos sorprendentes, comprobados por esta joven ciencia: 1) 0 los continentes han derivado millares de kilómetros en la superficie del globo; y, 2) 0 el campo magnético terrestre se ha invertido periódicamente, pasando el polo Norte a ser el polo Sur y viceversa... La primera constatación reivindica definitivamente la teoría de la "deriva de los continentes", establecida en 1910 por el alemán Wegener. Pero el Paleomagnetismo no nos explica la existencia espaciada de los triángulos...
No obstante, nos dice algo inquietante de veras: la Tierra se encuentra en el umbral de un cambio de polaridad (véase la gráfica adjunta). Es decir, que de un magnetismo normal pasaremos a un magnetismo invertido. ¿Cómo afectará este hecho en la vida de los seres que pueblan el globo? Misterio. No subsiste ningún testimonio vivo de un cambio de polaridad para contárnoslo... Quizás estos cambios de polaridad podrían explicar las épocas glaciales, la extinción de los grandes saurios e incluso la aparición del hombre. Pero nos estamos apartando del tema de nuestro artículo.
Se encontraba un día en mi casa el extraordinario Jean-Pierre Petit, que es lo más parecido a un hombre del Renacimiento de que hoy disponemos. Magnífico dibujante, músico, hombre de un vitalismo extraordinario, joven y dinámico, es también uno de los primeros sabios de Francia y de Europa. Es Directeur de Recherche de CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas), el máximo organismo de la ciencia francesa, y sus trabajos sobre Física (Magnetohidrodinámica) y Astrofísica (está fascinado por los informes de UMMO), han hecho época en el vecino país.
Estábamos hablando de la composición del globo terrestre. Como es costumbre en él, apoyaba sus vehementes palabras con rápidos y precisos dibujos, que después tiraba al suelo. Había ya un buen montón de papeles a nuestros pies, cuando de pronto se volvió hacia mi y me dijo:
-¿Sabes, Antonio? Sí pudiésemos poner el globo terrestre sobre esta mesa, se aplastaría bajo su propio peso. No es un cuerpo sólido, sino que es la fuerza de gravedad -la atracción hacia el centro de la Tierra- lo que mantiene su forma más o menos esférica. El planeta está compuesto de elementos cada vez más pesados (de mayor número atómico) conforme nos acercamos al núcleo.
Entonces fui en busca de una información científica soviética, que había recibido a través de la Agencia Novosti. Deseaba mostrársela a Petit.
-Mira, Jean-Pierre -le dije-. Este hallazgo soviético parece confirmar lo que tú dices. Y, como todos los descubrimientos geniales, desde la manzana de Newton hasta el "Eureka" de Arquímedes, se basa en un hecho banal, que sólo tiene sentido para el sabio.


Un huevo de Colón soviético

En efecto: Nikolai Koroviakov, ingeniero constructor de Tula, en la URSS, se hallaba un día en su casa, tomando tranquilamente el té que había preparado en su samovar, cuando al resolverlo, observó en la taza algo que le intrigó y que le hizo pensar. Según las leyes de la física clásica, las partículas de té deberían desbandarse bajo la acción de la fuerza centrífuga. Pero en este caso se habían reunido en el fondo de la taza. Koroviakov ya sabía que Albert Einstein, al presentar su informe a la Academia de Ciencias de Prusia en 1926, explicó este fenómeno con los flujos formados en el líquido en rotación. La velocidad angular en la parte inferior del embudo es notablemente menor que la registrada en la superior, y la fuerza centrífuga parece ser totalmente inexistente en esta zona. Este es el secreto del té en la taza.
El mundo científico aceptó sin muchas discusiones la explicación de Einstein, porque todos se inclinaban ante la autoridad del genial físico. Pero cincuenta años después, un ingeniero mecánico y diseñador de la ciudad rusa de Tuis decidió comprobarlo por vía experimental.
Fabricó un recipiente en forma de vaso y fijó su fondo en el eje de rotación. Lo llenó hasta los bordes con agua que contenía trocitos de hojas
de té, y lo cerró con una tapa transparente. Luego hizo girar el vaso. Las particulas de té se dispersaron enseguida hacia las paredes. Koroviakov
paró el vaso. El agua siguió girando por inercia, y los trocitos de té se juntaron en el fondo.


La estrella de cinco puntas

Según Einstein, el secreto radica en los flujos: al girar en un recipiente inmóvil, el agua sube en el borde y baja en el centro, provocando la diferencia de las velocidades angulares, etc.
Pero sucede que en el recipiente hidrodinámico y hermético de Koroviakov, el líquido sencillamente no tiene adonde subir o bajar: gira con la misma velocidad en cualquier punto del vaso. No hay flujo alguno. Sin embargo, los trocitos de té, al parar bruscamente el recipiente, también se reunen en el fondo, al centro.
En otro experimento, Koroviakov sustituyó los trocitos de té por unas partículas de plástico de distintos colores y peso. Al frenar la rotación, las partículas se precipitaban al centro en estricta sucesión: primero las más pesadas, luego las más ligeras. Y siempre formaban la misma figura: una especie de pentágono, o sea una estrella de cinco puntas.
El lector avisado -que es para quien escribo- ya empezará a adivinar hacia dónde voy... "Durante mucho tiempo no podía comprender explica Nikolai koroviakov- a qué se debía esto. ¿Por qué las partículas no formaban un círculo, un cuadrado o un triángulo? ¿Qué fuerzas les hacían adoptar esta disposición? Cientos y miles de veces hice girar y detuve después mi trompo. Describía en detalle el estado del objeto investigado, fijaba la hora. Y una vez noté que en el transcurso del día, el pentágono se desplazaba en dirección contraria a la rotación de la Tierra. ¿Qué significaba esto? Que mi trompo estaba orientado al Sol. En otras palabras, que se sometía a las mismas fuerzas que determinan la rotación de la Tierra en torno al Sol, así como la interacción de estos dos cuerpos celestes".
Así, pues, el trompo de Koriviakov se convirtió en un modelo de la rotación de nuestro planeta. Además, explicó el carácter de esa rotación, o sea que descubrió uno de los secretos de nuestro Universo.


Las leyes que rigen el huevo terrestre

¿Qué es la Tierra, sino un gigantesco trompo hidrodinámico? Por fuera, una envoltura cerrada: la corteza terrestre. Por dentro, un magma líquido, en el cual flota libremente el sólido núcleo terrestre. Podemos comparar este escenario con el vaso de té lleno de partículas en suspensión. O mejor aún, a un huevo con su cáscara, su clara y su densa yema.
Pero la corteza terrestre -la Tierra tiene más de 12.OOO kilómetros de diámetro- aún es más delgada respecto al planeta que la cáscara lo es respecto al huevo. En promedio, la corteza terrestre tiene 30 kilómetros de espesor. ¡Naturalmente que la Tierra se aplastaría bajo su propio peso, como apuntó Petit, sí pudiésemos ponerla sobre una mesa! (a la vista de estos datos, corroborados por la Geología y la Sismología, resultaban delirantes y absurdas todas las teorías sobre la Tierra hueca. Puede haber grandes cavidades subterráneas, pero estarían en la corteza, enorme a escala humana).

¿SOMOS EXTRATERRESTRES?

Revista Año Cero. Marzo 2008, por JOSÉ RAFAEL GÓMEZ

Panspermia Cósmica. «Traducido» a lenguaje común, este llamativo término viene a significar que la vida surgió en la Tierra tras haber «caído» desde el espacio exterior. El primero que pensó en esta posibilidad —que sepamos— fue el sabio Anaxágoras, en el siglo V a. O. El filósofo griego nos habló de "semillas por doquier" que conformaban la materia tanto inerte como viva. Por desgracia, tuvo que huir de Atenas por afirmar, con asombrosa intuición, que el Sol era una masa de hierro incandescente y que la Luna era una roca que, habiendo salido de la Tierra, reflejaba la luz del Sol.
Mucho más cercanos a nuestro tiempo, los científicos británicos Fred Hoyle (ver recuadro) y Chandra Wickramsinghe propusieron en 1978 que los cometas podrían ser los sembradores cósmicos de la vida, al transportar esporas vitales de un sistema estelar a otro. Hoy en día los científicos conocen la existencia de bacterias en la Tierra que resistirían sin problemas el viaje espacial. Aunque eso no quiere decir que dichos organismos fueran los que viajaron, demuestra que otros pudieron hacerlo. Y, ¿por qué no pensar que este fenómeno puede haber ocurrido en la Tierra en más de una ocasión? ¿Se producen con relativa frecuencia aportes de vida extraterrestre a nuestro planeta? Y, si así fuese... ¿podrían haberse mezclado estos organismos exoterráqueos con la vida ya existente en la Tierra? Pues bien, por muy inquietante que parezca, la respuesta a estas preguntas podría estar en nuestro propio material genético.
Aunque suene a ciencia-ficción, se da la circunstancia de que uno de os descubridores de la estructura del ADN, Francis Crick, ya habló de esta posibilidad. Al no encontrar pasos intermedios previos a la doble hélice, apuntó la hipótesis de que quizás el ADN hubiera llegado a nuestro planeta ya conformado, es decir, procedente de algún otro lugar en donde habria evolucionado.
De hecho, Crick no sólo creía factible esta posibilidad, sino que defendía la posibilidad de una Panspermia "Dirigida": es decir, que la vida no llegó por azar a bordo de un cometa, sino que fue conscientemente «sembrada» en nuestro mundo: «Parece improbable que los organismos vivos extraterrestres pudieran haber alcanzado la Tierra ya sea como esporas conducidas por la presión de la radiación de otra estrella o como organismos vivos incrustados en un meteorito. Como alternativa, hemos considerado la Panspermia Dirigida, la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta. Creemos que es posible que la vida alcanzó la Tierra de esta manera, pero
que la evidencia científica es inadecuada actualmente como para decir algo acerca de esa probabilidad. Prestamos atención a los tipos de evidencia que pudieran arrojar una luz adicional sobre este tema".
En nuestros días, aunque el proyecto para la secuenciación del genoma humano ha terminado, apenas hemos empezado a entender su complejidad. De momento hemos averiguado que un enorme porcentaje de nuestro ADN, entorno al 97%, está constituido por lo que algunos genetistas han llamado «materia genómica oscura», cuya auténtica función constituye un misterio. En este mal llamado "ADN basura» o «ADN inútil» se encuentran enormes cantidades de pseudogenes que se pensaban «muertos», como restos de arcaicas mutaciones. Pues bien, recientes investigaciones han descubierto que algunos de estos pseudogenes no están completamente "muertos" y bajo determinadas circunstancias podrían desempeñar funciones que desconocemos.
Estos y otros datos han llevado a varios científicos a preguntarse por el origen y razón de ser de tanta materia genética oscura. Así, el eminente astrobiólogo Paul Davies, profesor de Filosofía Natural en el Centro Australiano de Astrobiología de la Universidad Macquarie, y Charles Lineweaver, un reputado astrofísico de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney (Australia), publicaron un sor-
prendente artículo en la revista Astrobíology en el que sugerían que podrían haberse producido intercambios tempranos de material genético entre alguno de nuestros ancestros y algunas formas de vida alienígena...
Ya que en los orígenes pudo existir una mezcla de diferentes tipos de vida y un intercambio de componentes genéticos diferentes, sería posible que restos de sistemas bioquímicos alternativos hubieran llegado a introducirse en organismos pretéritos y aún permanezcan en organismos actuales. Siguiendo esta línea de pensamiento, Paul Davies nos propone en otro reciente artículo publicado en New Scientist una idea no menos fascinando: usando retrovirus, una civilización lejana en el tiempo yen el espacio podría haber colocado un mensaje en el genoma de los organismos terrestres. Estos mensajes se habrían conservado y podrían replicarse casi sin cambios durante miles de millones de años, esperando el momento adecuado para manifestarse.Y es que no debemos olvidar loqueen definitiva es el ADN:
la más perfecta forma de almacenamiento, conservación y reproducción de cantidades ingentes de información que conocemos en el universo.
En este punto podríamos aventurar una hipótesis absolutamente fascinante. Si una remota y avanzada civilización extraterrestre quisiera extenderse por el universo, no tendría por qué utilizar complicados ingenios mecánicos, enormes naves espaciales cu
yas limitaciones resultarían inadecuadas para su propósito. Un uso inteligente de la ingeniería genética sería, posiblemente, un método mucho más fácil y eficaz para conquistar el cosmos. Es más, quizá sea la única forma de hacerlo.
Pensemos en nosotros mismos. Es muy probable que dentro de algunos siglos hayamos establecido bases o colonias por todo el sistema solar. Sin embargo, dar el salto hacia otros sistemas planetarios se presenta como una proeza mucho más difícil, por no decir imposible. Las enormes distancias interestelares hacen que el viaje pueda durar miles de años. Las naves tendrían que albergar tripulaciones que fueran reproduciéndose para que, después de muchas generaciones, se llegase a un mundo posiblemente inadecuado para la vida humana. La hibernación tampoco solucionaría ese problema.Y es que el ser humano es un organismo frágil, inadecuado para las vicisitudes de un larguísimo viaje cósmico.
Sin embargo, si llegásemos a controlar los secretos de la ingeniería genética, podríamos diseñar organismos adecuados no sólo para ser capaces de resistir el viaje espacial, sino de modificar las condiciones ambientales de los planetas hostiles donde cayeran, «acondicionándolos» para que, finalmente, puedan albergarnos.
Pero, ¿cómo apareceríamos nosotros en ese nuevo planeta? Pues evolucionando desde aquellos organismos que efectuaron el viaje cósmico, los cuales llevarían codificado en su genoma las órdenes precisas para ello. Sería un proceso lento, que duraría miles de millones de años, pero que garantizaría nuestra propagación universal.
Pues bien, eso parece ser justamente lo ocurrido en nuestro planeta.
Las primeras formas de vida fueron organismos muy simples, pero muy resistentes a las radiaciones cósmicas (tuvieron que sobrevivir en una atmósfera carente de oxigeno, sin capa de ozono). Esos organismos habrían sido perfectamente capaces de resistir un viaje espacial de duración indefinida. Se da la circunstancia de que después de un determinado número de mutaciones genéticas, de estos primeros organismos surgieron otros que comenzaron a "excretar" oxígeno al ambiente. Tras un largo proceso, la atmósfera de nuestro planeta contenía el oxígeno suficiente para proteger (ozono) y alimentar organismos más complejos que sucesivas mutaciones irían haciendo aparecer.
Y así habríamos llegado nosotros, que no seríamos si no un escalón más en todo este proceso. El ciclo se cerraría cuando llegáramos a ser capaces de volver a crearlas mismas semillas de las que procedemos.
Si las cosas sucedieron realmente así, entonces sería lógico pensar que esas "semillas de vida" deberían hallarse en otros mu-
chos lugares del universo. Pues por increíble que parezca, es posible que las hayamos encontrado.
En 1992 una compañía petrolífera realizó unas prospecciones en la plataforma continental del oeste de Australia. Se extrajeron muestras de rocas situadas a 3.000 metros de profundidad bajo el fondo oceánico y fueron llevadas a la Universidad de Queensland para ser analizadas, en busca de posibles indicios que señalaran la presencia de hidrocarburos. El equipo dirigido por la geóloga Philippa Uwins —a cargo de la investigación— no encontró petróleo, pero descubrió algo que iba a hacer removerse los cimientos de la biología: en aquellas rocas existían organismos vivos! Bajo potentes microscopios electrónicos aparecían enormes cantidades de una especie de filamentos con un tamaño unas 10 veces menor que el de la bacteria más pequeña conocida. Cultivados en el laboratorio, se comprobó que aquellos "entes" se reproducían con rapidez inusitada. Para el equipo de Philippa Uwins no cabía la menor duda: habían encontrado una nueva forma de vida, a la que bautizaron con el nombre de nanobios, para diferenciarlos de los "microbios", dando a conocer su descubrimiento al mundo en un artículo publicado en 1998 en la prestigiosa revista Science.
Curiosamente, se da la circunstancia de que los nanobios presentan un aspecto y tamaño similar a la misteriosa estructura hallada en el famoso meteorito marciano ALH84001, identificada en su día por un equipo de investigadores de la NASA como un posible resto fosilizado de algún microorganismo primitivo marciano. ¿Nos encontramos ante las semillas de vida propagadas por doquier, capaces de poner en marcha los procesos que permitieron que apareciésemos los seres humanos? Aunque algunos microbiólogos se han mostrado escépticos respecto a silos nanobios están realmente "vivos", por considerar que son demasiado pequeños como para contener ADN, lo cierto es que este hallazgo puede revolucionar las ideas que teníamos sobre la aparición de la vida en la Tierra. Y lo que es aún más fascinante, sobre la existencia de vida en el universo.
La pregunta que debemos formularnos ahora es: ¿tenemos unos ancestros cósmicos que han «sembrado» el universo de lo necesario para que vayan apareciendo en todas las galaxias criaturas como nosotros, criaturas como «ellos»? ¿O quizá seremos nosotros los primeros en hacerlo?
Como vemos, estamos rodeados de misterio. Lo llevamos dentro de nosotros, formando parte de nuestra más íntima sustancia.Y sin duda, cuando miramos al universo, conscientes o no de ello, estamos buscando la respuesta a nuestros verdaderos orígenes...

¿Ruinas alienígenas en el sistema solar?

Revista Año Cero. Octubre 2006, por Miguel Segui

Las últimas fotografías enviadas a la Tierra por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, nos muestran unas imágenes muy interesantes de nuestro vecino el Planeta Rojo. En ellas aparecen formaciones geométricas regulares –la mayoría cuadradas y algunas circulares-, que si se presentasen a un arqueólogo diciendo que han sido tomadas de un avión en alguna zona terrestre, como Oriente Medio o en la América Andina, seguramente estaría convencido de que muestran los restos arqueológicos de antiguas ciudades semienterradas por el paso del tiempo.
Estas imágenes han sido exhaustivamente escrutadas por una legión de aficionados a detectar las cada vez mas numerosas formaciones de apariencia extraña que se han localizado en diferentes planetas y satélites del sistema solar. Son, por el momento, el último eslabón de un largo rosario de misterios. La singular cara de aspecto humanoide que aparece en la región marciana de Cydonia, con las pirámides y fortalezas que la rodean, forman parte del supuesto campo arqueológico extraterrestre más conocido. Pero prácticamente en cada astro que ha sido escrutado por los curiosos ojos terrestres, directamente o a través de sondas automáticas, han ido apareciendo imágenes misteriosas que evocan un posible origen artificial. Extrañas formaciones geométricas en la Luna, un monolito en el satélite marciano Fobos, formaciones de apariencia artificial en satélites de Júpiter, y de Saturno. Incluso en Venus se han detectado una serie de formaciones con una sospechosa apariencia regular.

Sin embargo, Marte sigue siendo con diferencia el astro enigmático por excelencia. Las imágenes que han ido llegando gracias a las diferentes sondas espaciales enviadas han mostrando una serie de detalles que, para muchos investigadores, indican un posible origen artificial. El Planeta Rojo siempre ha estimulado la imaginación de la Humanidad y, ya en 1877, las observaciones del astrónomo Giovanni Schiaparelli dieron pie a la creencia de que existían una serie de canales artificiales en Marte. El progreso en la investigación demostró que aquellas supuestas estructuras se debían a una mala observación. Sin embargo. esto no significó que más tarde no aparecieran nuevos enigmas en la árida superficie marciana.
El ejemplo más conocido de posibles formaciones artificiales en Marte es el de la famosa cara humanoide de la región de Cy donia. Fotografiada originalmente por la sonda Viking I en 1976. su impresionante aspecto —que a muchos recordó el estilo del Antiguo Egipto—. sigue siendo un reto para muchos estudiosos. Aunque algunas de las últimas imágenes difundidas, como las obtenidas por la Mars Global Surveyor hace ocho años, parecen indicar que se trata de una formación de origen natural. Pero no todo el mundo está de acuerdo. El doctor Horace Crater, del Instituto Espacial de la Universidad de Tennesse, realizó un detallado estudio de la nueva a imagen que arrojó la existencia de una serie de simetrías que indican un origen no natural. A una conclusión similar llegó Tom van Flandern. antiguo director del Observatorio Naval de los EE UU.
El misterioso rostro no es el único misterio de Cydonia. pues en esa misma zona se vislumbran multitud de formaciones anómalas que parecen estar distribuidas en función de un patrón inteligente. Una aparente pirámide. una formación que por su curiosa geometría fue bautizada como «la fortaleza», y lo que tiene el aspecto de las ruinas de una antigua ciudad son algunas de las formaciones anómalas de la zona. En junio de 1999, Horace Crater, Mark Carlotto —especialista en técnicas de procesamiento de imágenes—. y el profesor de filosofía Stanley McDaniel, presentaron un informe en el congreso de la Unión Geofísica Americana en el que calculaban que la probabilidad de que las alineaciones y simetrías detectadas fuese debida al azar era sólo de 31 entre dos millones. Algo realmente muy difícil de atribuir a la casualidad.
Pero Cydonia no es la única zona de Marte en la que se han apreciado posibles construcciones artificiales. Valle Marineris y Ares Vallis son otras dos regiones en las que se han detectado formaciones que siguen unos patrones geométricos que parecen indicar un origen no natural. En Syrtis Major,
por ejemplo, la sonda Mars Global Surveyor obtuvo una imagen en la que aparece una nueva cabeza de apariencia humanoide, que se encuentra semienterrada, y junto a ella un pictograma y lo que parece una gigantesca escultura de un animal. En otras zonas las extrañas formaciones se asemejan a gigantescos cilindros, tubos semienterrados o puentes.
Richard Hoagland, uno de los más perseverantes divulgadores de los misterios de Marte, ha difundido recientemente la comparación de una serie de imágenes de la superficie marciana, obtenidas por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, con otras a vista de pájaro de restos arqueológicos en la Tierra. Y los resultados son de lo más sugerente. Las vistas marcianas recuerdan a las de una ciudad enterrada en Irán, con numerosos detalles de apariencia arquitectónica. formaciones rectangulares y también algunas circulares.



Los satélites de Marte siempre han estado rodeados por un aura de misterio, en especial Fobos, que tiene un movimiento de traslación más rápido que el de rotación del planeta, una de las razones por las que se especuló sobre su origen artificial. La llegada de las sondas que los fotografiaron despejaron las dudas. Fobos, como Deimos, no es mas que una gran roca espacial. Sin embargo es posible, que ambas encierren todavía algún misterio. Una imagen de la superficie de Fobos obtenida por la sonda Mars Global Surveyor desveló la existencia de una
curiosa formación que tiene la apariencia de un monolito. Las imágenes, aunque no todo lo claras que sería deseable, muestran esa posible estructura gigante, y la gran sombra que proyecta.
A medida que las sondas espaciales han ido llegando a los diferentes cuerpos del sistema solar se ha ampliado el catálogo de anomalías, de formaciones de aparente origen artificial. Hasta en el ardiente Venus, con unas condiciones ambientales que resultan muy difícil de imaginar compatibles con la vida, se han encontrado formaciones sospechosamente simétricas. Las imágenes del interior del cráter Danilova enviadas por la sonda Venus Express muestran algunas de esas formaciones rectilíneas que parecen demasiado regulares como para ser simple obra del azar.
Las primeras sondas que han estudiado los sistemas de las lunas de Júpiter y Saturno —que son casi pequeños sistemas solares—, también han encontrado indicios de posibles formas geométricas de origen artificial. Europa, satélite de Júpiter, muestra en su superficie una serie de intrincadas formas rectilíneas, como una red, en las que muchos ven una obra inteligente. y no el simple capricho de la naturaleza. Otro ejemplo es Tetis, una de las lunas de Saturno, en cuya superficie se fotografió claramente lo que parece una gigantesca flecha, aunque es posible que sea una simple coincidencia geológica, al igual que la serie de anomalías que rodean a otro de los satélites de Saturno, Japeto.
Después de analizar las imágenes de esta luna captadas por la sonda Cassini-Huygens, Richard Hoagland creyó descubrir el secreto de Japeto, que no es otro que su origen artificial. Aunque resulta difícil concebir qué tipo de tecnología sería capaz de fabricar una esfera de 1.500 kilómetros de diámetro, no se puede descartar que una civilización mucho más avanzada que la nuestra pueda realizar obras de ingeniería a escala planetaria.
Entre las anomalías más destacadas de Japeto se encuentra la presencia de un gigantesco anillo ecuatorial, que se eleva por encima de los veinte kilómetros de altura y que, según plantea Hoagland, sería el refuerzo que uniría las dos mitades semiesféricas que formarían el satélite. Además, en su superficie se aprecian una serie de patrones geométricos, que podrían ser la clave de la composición de este posible astro artificial, una especie de versión de la «Estrella de la Muerte» de la saga cinematográfica de La Guerra de las Galaxias. Estaría formado por icosaedros truncados, con una forma muy similar a la esférica, aunque no exactamente igual. El secreto de este satélite artificial sería su composición: nanotubos de carbono, el material conocido más resistente a la tensión.
Mucho más cerca, en la Luna, también hay indicios de posibles estructuras artificiales. Al menos así lo creen algunos investigadores. Las diferentes misiones que en la década de 1960 investigaron nuestro satélite —tanto las tripuladas como las «automáticas»—. captaron numerosas imágenes, muchas de alta calidad, que muestran algunas extrañas formaciones que no parecen naturales. En una fotografía obtenida por el Apolo 8, la primera misión tripulada que llegó a la órbita lunar, aparece el cráter Magallanes, de unos 35 kilómetros de diámetro, y en su interior lo que parece ser una gran estructura que mide tres kilómetros por cuatro. Otras imágenes del cráter Ukert permiten apreciar la presencia de formaciones de aspecto triangular, mientras que algunas muestran cúpulas, puentes, o lo que parecen grandes edificios cristalinos.
Ya sea en la Luna, en Marte, o en las lunas de Júpiter y Saturno, los indicios de posibles restos de civilizaciones no humanas se van acumulando. Sin embargo, tendremos que esperar a que los primeros astronautas lleguen a estos lejanos «yacimientos extraterrestres» para obtener una respuesta definitiva. La vuelta a la Luna, y más adelante la llegada a Marte, serán los primeros pasos en la búsqueda de las huellas extraterrestres en nuestro sistema solar.

¿Nos visitan habitantes de otros planetas?

Revista Selecciones.
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El 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold, piloto particular en
vuelo de Chehalis a Yakima, estado de Washington, vio 9 objetos que parecian
platillos volando como patos en linea diagonal, hacia el Monte Rainier.
Desviabanse y reaparecian por entre los altos picos a una velocidad que Arnold
calculo en 2000 km/h.
El relato de Arnold circulo rapidamente por todos los EEUU y al
mes ya la gente habia visto los discos volando en 40 estados. Los platillos no
tardaron en convertirse en una especie de deporte favorito para el gran
publico. Cualquier hombre, mujer o niño con capacidad suficiente para ver
manchas delante de sus ojos, salia retratado en todos los periodicos.
Sin embargo, entre aquel monton de relatos fantasticos, habia
casos dignos de tomarse en serio. Tal lo ocurrido en forma inexplicable al
teniente George F. Gorman, de la Guardia Nacional Aerea de Dakota del Norte.
El 1 de Octubre de 1948, Gorman descendia sobre el aeropuerto de Fargo, en un
F-51, cuando vio pasar a una distancia de 1000 metros una luz intensa y
brillante. Picado por la curiosidad, se fue tras ella, la persiguio durante
27 minutos, realizando intrincadas maniobras, hasta que la luz desaparecio en
el cielo. Cuando Gorman aterrizo, su relato fue confirmado, ya que el jefe de
la torre de control habia observado la persecucion con sus binoculares.
El Servicio Secreto de la Fuerza Aerea mantiene una
investigacion y estudio de objetos aereos no identificados. Los aviones
militares tienen ordenes de interceptarlos. Se emplean equipos de radar y
fotografia en el empeño de obtener resultados concretos. Los archivos guardan
pruebas testimoniales de que, desde el año 1947 se han producido docenas de
incidentes que desafian cualquier explicacion corriente.
El 2 de Noviembre de 1951, por la noche, un brillante globo de
luz verdosa, mas resplandeciente que la Luna, cruzo los cielos de Arizona como
un relamapago en direccion al este. Volo recto como una bala paralelo al suelo
y luego deflagro en un espantoso paroxismo de luz, sin producir el menor
ruido. Por lo menos 165 personas presenciaron la increible escena.
La creencia de que se trata de una lluvia de estrellas fugaces
ha sido rebatida por el doctor Lincoln La Paz, director del Instituto
Meteorologico de la Universidad de Nuevo Mexico. Dice el que los globos de
fuego corriente no son de color verde; que siguen una trayectoria impuesta por
la gravedad; que son generalmente tan ruidosos como un tren de carga y dejan
aerolitos donde pegan.
Con respecto a lo que son estos platos voladores, fuselajes
luminosos y globos de luz verde, algo puede inferirse sobre su naturaleza
pasando revista a lo que no son. No son fenomenos sicologicos. No son producto
de investigaciones que se estan realizando en los EEUU, ya que la ciencia no
tiene fuentes de energia con la capacidad necesaria para hacer ejecutar a una
maquina voladora las maniobras que los platillos ejecutan. Ni son
perturbaciones resultantes de la actividad atomica.
El Doctor Walter Riedel, antiguo proyectista y director de
investigaciones de la fabrica de aviones a chorro de Peenemunde, en Alemania,
empleado actualmente en trabajos secretos para los EEUU, cree que los
platillos tienen procedencia extraña a nuestro planeta. Observa que el
rozamiento entre el casco y la atmosfera a esas velocidades y alturas,
fundiria todos los metales y metaloides conocidos.
El Doctor Mauricio A. Biot, experto en aerodinamica, dice que la
forma de platillo no es practica para una maquina voladora, ya que el disco
presenta una gran resistencia al avance y se bambolea cuando es lanzado a gran
velocidad. Sin embargo, para vuelos espaciales, donde no hay atmosfera que se
oponga, el disco tiene ventajas importantes. La explicacion menos improbable
es que estos objetos sean artificiales y estan controlados.


PLATOS VOLADORES, SOLO EL NOMBRE ES NUEVO

Desde muchas decadas antes de 1947, cuando la gente comenzo a
propagar que habia visto "platos voladores", ya se habian registrado epidemias
de observacion de luces voladoras y objetos con aura de luz en el cielo.
El nombre de platos voladores o platillos no se habia inventado aun.
El astronomo E. Walter Maunder describio en la revista
Observatory el caso del extraño visitante celestial que contemplaron millares
de ingleses la noche del 17 de noviembre de 1882. Desde el Observatorio Real
de Greenwich Maunder observaba la extincion de una aurora boreal despues de
una violenta tempestad magnetica. De repente, "un gran disco circular de luz
aparecio hacia el E.N.E" y se traslado suavemente de uno a otro horizonte en
el espacio de 2 minutos. La apariencia redonda inicial quizas fuera efecto de
escorzo, porque cuando cruzo el meridiano y paso sobre la luna, su forma era
casi la de una elipse alargada. Su altura se calculo en 210 kilometros; su
velocidad en 16 kilometros por segundo.
En abril de 1897 los diarios norteamericanos publicaron en
primera plana la noticia de un gigantesco aeroplano, en forma de cigarro, que
se decia, volaba sobre Chicago. Y a fines de marzo algunos despachos
procedentes del Oeste habian hecho referencia a un objeto en forma de cigarro,
sin fuerza motriz, positivamente no de vapor, que se habia visto cerca de
Sacramento y luego de Denver. El 29 de Marzo, segun el Herald de Nueva York,
lo vio la mayoria de los habitantes de Omaha. Tenia el aspecto de una luz
brillante, demasiado grande para ser un globo aerostatico. El Sun de Nueva
York informo que los tranvias de Kansas City pararon y pronto la poblacion
entera lo observaba desde las calles y los tejados. La luz era tan grande como
la que pueden producir 20 estrellas.
El 20 de Marzo de 1870, a la caida de la noche, en el momento en
que la nave inglesa Lady of the Lake navegaba aprisa en pleno Atlantico y a
pocos grados sobre el ecuador, el capitan y toda la tripulacion vieron
aparecer una nube curiosa: rigida, ligeramente gris, de forma circular,
traslucida pero perfectamente definida. Presentose oblicuamente contra el
viento, giro en angulo recto contra toda la fuerza del aire y finalmente quedo
suspendida en la direccion del viento, hasta que desaparecio en la oscuridad.
Un dibujo hecho en la bitacora del capitan tiene una semejanza sorprendente
con los dibujos de platillos que se han hechos en los ultimos años
En la noche del domingo 9 de febrero de 1913, millares de
personas observaron con espanto unas igneas formaciones que avanzaban en linea
recta desde Saskatchewan, Canada, y a traves de una parte de los EEUU hasta
las Bermudas. Los observadores creyeron al principio que se trataba de un
cohete gigante, pero no cayo. A medida que crecia, el igneo cuerpo al rojo se
iba asemejando, ya a un objeto con disposicion triangular de 3 colas, ya a
tres cuerpos distintos en formacion de V. El modo de avanzar era particularmente intencionado para ser un meteoro.