miércoles, 23 de febrero de 2011

Contacto con extraterrestres=Encuentro entre culturas

¿Estamos preparados para un contacto masivo con una civilización extraterrestre?¿Sería provechoso para unos y otros?

Salvando las distancias, el encuentro podría compararse con el de los españoles a partir de la llegada de Colón a América.

Hace 5 siglos, el hombre europeo creía que el planeta era un disco apoyado en una tortuga, y de alejarse navegando hacia el horizonte, desaparecería en un abismo. La realidad era que los conocimientos de navegación eran rudimentarios y que no podían alejarse mucho de la costa por la cantidad de alimentos y agua que podían llevar.

Colón cambió el planteo de la forma de la tierra, quizá basándose en conocimientos más antiguos, o lo sabía de fuentes que lo mantenían en secreto.
Para conseguir financiación apeló a la promesa de ganancias. Para orientarse mejor, usó instrumentos avanzados que los cristianos se negaban a adoptar por haber sido inventados por los "infieles árabes".

Si comparamos la navegación espacial con la navegación marítima de la época, se parecen en varios aspectos: no podemos alejarnos del planeta debido a la disponibilidad de alimentos y agua en las naves que podemos enviar al espacio.
En proporción, estas son mucho más lentas que las carabelas. A esto se suma el costo de poner en órbita cualquier aparato no tripulado, por no mencionar algo capaz de llevar y sustentar una tripulación en un viaje de años.

La carrera espacial fue impulsada por política y negocios, al igual que el viaje de Colón.

Y la búsqueda de ganancias y la política es lo que impide que se pongan en práctica energías y métodos de propulsión alternativos.

Por otro lado, con los antecedentes humanos de contacto cultural, ¿Querrían los extraterrestres encontrarse abiertamente con nosotros?

Los españoles pudieron haber intercambiado lo bueno de ambos mundos con los indios y crear una cultura más rica, donde todos se beneficiarían.

Sabemos que no fue eso lo que hicieron.

Los extraterrestres pueden tener otro código moral distinto al nuestro. Por ejemplo, para ellos podría no existir el concepto de "propiedad privada", y que como los indios tomen de cada planeta solo lo que les haga falta y dejen lo demás, manteniendo el equilibrio ecológico.

En mi opinión, para que tal contacto se haga posible, tendría que haber un cambio previo de los paradigmas que rigen nuestra vida, en principio para mejorarnos a nosotros mismos, tolerar con sinceridad lo distinto y dejar hacer todo con la idea de negocio. Con estos cambios, el contacto será posible, y hasta podría ocurrir sin que lo busquemos.

viernes, 18 de febrero de 2011

¿Es la oleada OVNI una tapadera de experimentos militares?

Revista Año Cero. Febrero 1997, por MANUEL CARBALLAL


La nueva visita al despacho del general confirmó mis suposiciones. Los oficiales de la Benemérita habían recibido la autorización de sus superiores para responder a mis preguntas. Al menos, a algunas de ellas.
Como imaginaba, los últimos expedientes X redactados en España se referían a la oleada OVNI registrada en Galicia (AÑO/CERO, 70): aterrizajes en diferentes poblaciones, presencia de humanoides e, incluso, artefactos estrellados. Sin embargo, los descubrimientos más inquietantes con los que pude hacerme no provenían de los informes de la Guardia Civil, sino de mi propia investigación de campo.
A principios de octubre había tenido lugar una insólita rueda de prensa. El departamento de Astrofísica de la Universidad de Santiago de Compostela informaba que había emprendido el análisis del extraño objeto caído del cielo, el 9 de julio, en la sierra de Lugo: una especie de meteorito que, hasta entonces, se había conservado en un frigorífico de Radio Televisión Terra de Lemos (Lugo).


Monforte, centro clave

«Parece que Monforte de Lemos se ha convertido en la capital de los OVNIs», me comentó Tomás F., cabo de la policía de esta localidad. Al menos en dos ocasiones, miembros del cuerpo habían sido alertados ante la presencia de OVNIs avistados masivamente por centenares de vecinos. Pero los policías que redactaron informes sobre el tema tuvieron que enfrentarse a las burlas de sus compañeros. Como el cabo José Manuel B., de Vigo. «Poco después de elaborar el informe sobre los objetos que vimos sobre la comisaría, mi
compañero y yo observamos un enorme artefacto luminoso, también en Vigo, durante una patrulla nocturna. Pero entonces decidí no escribir el informe», me explicó.
La polémica rueda de prensa motivada por el «meteorito de Monforte» ya había tenido un precedente en el mismo departamento. En julio, el doctor José Angel Docobo y el astrofísico armenio Wakhtang Tamacian comunicaron públicamente los resultados de la investigación realizada al objeto no identificado que se estrelló en Serra de Outes (La Coruña), en 1994 (AÑO/CERO, 72). Ambos expertos declararon a nuestra revista que, a pesar de que el Mando Operativo Aéreo del Ejército del Aire insistía en que no se habían realizado pruebas militares en aquella zona, lo más razonable era suponer que algún tipo de artefacto no convencional se hubiera estrellado en Serra de Outes. Sin embargo, el secretismo oficial rodea el caso. José Arturo Tomé, propietario de la finca donde cayó eh objeto, recibió la visita de policías y guardias civiles de paisano que investigaban el suceso por orden del Gobierno Civil. ¿Significa esto que, tras la pantalla OVNI, se ocultan experimentos militares secretos? Durante el curso de verano-96 de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo sobre el nuevo modelo de defensa, el ex-ministro de defensa español, José María Oliart, declaró que muchos de los OVNIs avistados en Galicia podían obedecer a experimentos militares secretos de los ejércitos norteamericano, inglés, francés e incluso español.
Y en esa misma dirección apuntan mis investigaciones. La mayoría de los más de doscientos casos OVNI registrados han tenido lugar en una franja que cruza la provincia de Lugo de norte a sur. Lo más sorprendente es que muchos de ellos se han producido, además, entre cadenas de montañas, depresiones del terreno conocidas como zonas de «sombra radar» donde los OVNIs no habrían sido detectados. Fuentes militares anónimas nos han asegurado confidencial y privadamente que, bajo la apariencia de objetos no identificados, se han experimentado diferentes avances en la aeronáutica militar, como combustibles sólidos nuevos. De la misma forma, numerosos avistamientos de artefactos triangulares se deberían a aviones Stealth (invisibles al radar) y a aeronaves no convencionales.
Sin embargo, algunos ufólogos gallegos, como Marcelino Requejo, reclaman la atención sobre casos inexplicables: ahí están los supuestos aterrizajes de humanoides de pequeña estatura en Friol (Lugo), o las huellas dejadas por extrañas criaturas asociadas a OVNIS en Entrimo (Orense) que, analizadas en las facultades de veterinaria y biología de Santiago o Lugo, no han podido ser atribuidas a ninguna especie animal conocida.
La hipótesis de investigadores como Marcelino Requejo, Salvador Freixedo o Magdalena del Amo, sostiene que, si bien gran parte de los OVNIs avistados en Galicia serían experimentos secretos, tras ellos se ocultaría la presencia extraterrestre, conocida y amparada por las autoridades.
De ser cierto, Galicia podría estar siendo el campo de experimentación de una nueva dimensión del fenómeno OVNI en España. Para empezar, la población gallega está más sensibilizada que nunca, como se demostró durante la Alerta OVNI celebrada el 10 de agosto. Ante una convocatoria de los ufólogos gallegos que tuvo escasa difusión, centenares de personas salieron a los montes para vigilar el cielo.
Toda una demostración del creciente interés sociológico que el fenómeno OVNI y el mito extraterrestre están adquiriendo en Galicia, y que supone un importante factor a tener en cuenta a la hora de analizar la oleada del noroeste. Ahora, más que nunca, «la verdad está ahí afuera».

Casos de extraterrestres que se hacen pasar por humanos

Revista Año Cero. Febrero 1997, por Bruno Cardeñosa


Antrimo, pequeño pueblo orensano cercano a la frontera con Portugal. Noviembre de 1995. Una pareja de novios disfruta del atardecer en un paraje conocido como La lila, cuando un objeto esférico luminoso se sitúa sobre ellos. El OVNI emite un potente fogonazo seguido de un intenso resplandor y, como por arte de magia, se convierte en un avión comercial. Este avistamiento es uno los más desconcertantes sucesos acaecidos desde que comenzara la oleada OVNI que, desde hace ahora un año, azota el noroeste de la Península Ibérica (AÑO/CERO, 69 y 70). Manuel Carballal, ufólogo que ha investigado a fondo la «oleada gallega», manifiesta su gran desconcierto ante este caso: «Racionalmente —explica—, habría que pensar que confundieron el OVNI con un avión, pero esto está descartado. Es imposible. Me cuesta mucho explicarlo, ya que se trata de un caso que entra de lleno en la llamada transufología y va más allá de lo que entendemos como un avistamiento convencional».


La historia de la ufología recoge numerosos casos similares. Es cierto. Los No Identificados son capaces de aparecer y desaparecer instantáneamente, como si dieran un salto a «otra dimensión». Pueden camuflarse bajo la apariencia de nubes, aparecer en fotografías aunque no estaban allí cuando se disparó la cámara, adquirir diversas formas o, incluso, convertirse en aviones, coches o motocicletas. Así es, por increíble que parezca.
Se cuentan por miles los testigos que en todo el mundo aseguran haber contemplado fantásticas mutaciones ufológicas. El prestigioso científico Richard Haines ha realizado un interesante estudio sobre multitud de casos y ha sacado la conclusión de que muchos OVNIs son capaces de cambiar de forma a su antojo, lo que hace pensar que la inteligencia que opera tras este fenómeno sobrepasa todo lo que conocemos. Y lo que es más, si los OVNIs pueden presentar un aspecto convencional a su antojo... ¿permite la tecnología que emplean adoptar a sus supuestos tripulantes una apariencia idéntica a la de un ser humano?
30 de septiembre de 1989. Ramón VI., 32 años, y Antonio R.S., 21, se dirigen juntos en un coche hacia un paraje serrano en el que están citados con otros radioaficionados. A medianoche entran en la localidad de La Almolda (Huesca) y cinco puntos de luz en forma de pentágono captan su atención en el cielo. Casi al amanecer llegan al lugar de encuentro con sus compañeros. Sus relojes marcan las dos de la madrugada y no recuerdan nada de lo ocurrido desde que avistaron el OVNI. Sólo saben, pero no cómo, que han llegado a su destino.
En 1994, con la ayuda del experto Jesús Jaime, sometimos al más joven de los dos sujetos a una amplia serie de regresiones hipnóticas con el objetivo de intentar desvelar qué les ocurrió a ambos durante aquel «tiempo perdido». Los resultados fueron estremecedores.
Una de las cinco luces descendió sobre un bosque cercano al pueblo; y hasta allí decidieron acercarse ambos testigos para observar el fenómeno. Una fuerza inexplicable atrajo el vehículo hasta la luz y fue absorbido por la misma. Varios seres de pequeña estatura invitaron a los dos a salir del coche hacia una estancia luminosa, e incluso ayudaron a Antonio a desplazarse en la silla de ruedas en la que está postrado desde que nació. Y los separaron.
Durante la regresión, nuestro testigo recordó que allí vio claramente cómo otros dos seres —éstos de gran altura— se llevaron a Ramón y recuerda cómo fue llevado por diversas estancias de lo que parecía ser una nave. También relató, aterrorizado, que vio a un individuo que parecía estar manejando un control de mandos vestido con una indumentaria nada anormal: pantalón vaquero azul oscuro y camisa roja a cuadros. Su rostro era humano, con barba de varios días y una visera deportiva con las letras «Ni». Antonio asegura que aquel «tripulante» habría pasado perfectamente desapercibido caminando por cualquier ciudad.
Y un último dato que podría avalar la veracidad de este caso. Aquélla misma noche varios cazas del Ejército del Aire español despegaron de la Base de Zaragoza en misión de interceptación, al tiempo que se producían numerosos avistamientos OVNI en toda la Península Ibérica...
Justo un día antes de que Ramón y Antonio fueran «manipulados», el 29 de septiembre, se había producido uno de los casos clásicos de la ufología española. Ocurrió en la playa de Los Bateles de Conil (Cádiz), y vino a corroborar las sospechas de varios investigadores del fenómeno OVNI que, basándose en varias extrañas historias creen que los «extraterrestres» podrían estar infiltrados entre nosotros.
El 8 de octubre de 1996 me desplacé hasta la capital gaditana y mantuve una entrevista con Jesús Borrego —ufólogo andaluz y testigo de los acontecimientos de Conil— que me dejó fuertemente impactado... Todo ocurrió hace 7 años. Como cada temporada cuando acaba el verano, los turistas comenzaban a abandonar ya la bella población de Conil de la Frontera, en la Costa de la Luz. Al abrigo de las últimas luces de aquella tarde de septiembre Isabel y Pedro Sánchez, Loli Bermúdez y Pedro González (de entre 1 7 y 23 años) paseaban por la playa de Los Bateles cuando observaron una especie de «luna de color entre rojizo y anaranjado» sobre el mar
que, media hora después, se perdería en dirección al océano. La luz, que vista con unos prismáticos mostraba en el centro cuatro focos luminosos que formaban un cuadrado, siguió apareciendo en el mismo lugar y a la misma hora durante los siguientes quince días.
Pero la noche del 29 de septiembre, los cuatro jóvenes y otro testigo más, Lázaro, asistieron a lo inaudito. Un OVNI se situó sobre la playa. Según relatan los testigos, presentaba forma de media luna llena con focos rojos en el centro y lanzaba series de tres fogonazos que eran contestados con otros dos por otro OVNI que aparecía todos los días en el mismo sitio, sobre el mar. Y así, de forma continua. El portavoz del grupo de testigos, Juan Bermúdez, explicó a AÑO/CERO que durante aquellos días se comprobó que no había ninguna embarcación en la zona.
Pero ahí no acaba todo. A las nueve de la noche pudieron distinguir a dos seres, enfundados en sendas túnicas blancas, que se deslizaban suavemente hacia la arena sobre las olas. Sus cabezas, esféricas, no presentaban rasgo alguno, ni cabello; eran simplemente blancas. Llegaron a la playa y, en cuestión de tres o cuatro segundos, parece que cavaron una zanja en la arena. «Nosotros nos retiramos a unos 30 metros del lugar —cuentan los jóvenes—, y desde allí lo vimos todo... Se sentaron de espaldas hasta que apareció una especie de estrella fugaz que se colocó sobre la vertical de estos seres y... desapareció. Luego, se pasaron de una mano a otra varias veces una especie de esfera luminosa azul; y se tumbaron». Durante unos instantes, los chicos dejaron de ver lo que ocurría tras el improvisado muro de arena que protegía a los inesperados «visitantes» y, de repente, surgieron de la arena dos personas, completamente humanas. Seqún los testigos, se habían transformado en una pareja de personas normales, pero de unos dos metros de altura; ella llevaba una falda larga y una blusa blanca; él, pantalón oscuro y camisa clara. Ambos iban descalzos y avanzaron por un callejón hacia el interior del pueblo, donde se confundieron con los turistas.
No pudieron seguir sus pasos, ya que otra sorpresa les aguardaba en la playa. Sobre la zona del agua en donde aparecieron estos seres, se hizo visible una especie de nube que se acercaba a la playa. Se paró en la orilla y los jóvenes observaron, atónitos, cómo se transmutaba en un ser inmenso —«quizás de más de tres metros de altura»—, completamente «ataviado» con un mono negro.
Comenzó a deslizarse sobre la arena, como flotando a unos 20 centímetros del suelo y los cinco jóvenes decidieron seguirle. En un momento dado y antes de desaparecer en la lejanía, giró la cabeza (que tenía forma de pera invertida): «Lo que más nos llamó la atención fueron sus ojos grandes, como huevos blancos». Como recuerdo de su paso dejó unas enormes huellas, de unos 45 centímetros de largo por 15 de ancho. «Seguían una línea que salía del “muro” de arena; luego efectuaban giros y continuaban rumbo al pueblo. Me llamó la atención que las marcas tuviesen cuatro dedos. El pulgar era enorme y delante había tres arañazos, como si deslizara la punta de los pies», nos explicó Juan Bermúdez en el mismo lugar de la aparición, donde nos confesó que él mismo —al menos en tres ocasiones y a primera hora de la mañana— había visto pasearse a este «gigante negro» días antes del primer encuentro:
«Me miraba cada vez de reojo, como sabiendo que yo le observaba»
El Diario de Cádiz publicó días después, el 16 de octubre, un reportaje en el que aseguraba que el supuesto OVNI observado por estos jóvenes era el buque británico Monarch y los «mutantes», simples buzos. Como veremos, esta información era incorrecta. El capitán Simkins, responsable del navío, confirmó a! conocido investigador Juan José Benítez que el día de los hechos el Monarch que no utilizaba buzos en sus trabajos— se encontraba faenando a 32 millas de la costa, muy lejos del límite de visibilidad que, en condiciones favorables, se sitúa en torno a las diez millas.
Además, durante los días anteriores y posteriores a los hechos relatados, los radares militares del sur de España sufrieron una inexplicable avería que convirtió la zona del Estrecho de Gibraltar en un «blanco perfecto». Y, por si fuera poco, un día antes de la metedura de pata del diario gaditano que puso en duda la credibilidad de los testigos, los humanoides volvieron a la playa!
Pedro González y Loli Bermúdez —testigos en el primer avistamiento— y Juan Bermúdez e Isabel Muñoz—que se habían unido al grupo de observadores—, se encontraban en compañía de Jesús Borrego. Este investigador OVNI y policía municipal, que además es un experto en astronomía y arqueología submarina, se había desplazado a Conil para entrevistar a los testigos y asegura que no escuchó ninguna contradicción entre sus relatos. «Había estado examinando el lugar de los hechos —cuenta Borrego— y, a eso de las diez de la noche, cuando nos encontrábamos en la playa, junto al Paseo Marítimo, se acercó a nosotros una pareja. El iba dos pasos por delante de ella y pasaron a nuestro lado. Jamás olvidaré sus rostros». El hombre, que miró al ufólogo con «cara de pocos amigos» y tenía una frente muy prominente, mediría 2,10 metros, tenía pelo largo y rubio y vestía ropa vaquera desgastada y ceñida. Ella, «guapísima, de rasgos orientales y aspecto nórdico», vestía casi igual y «también era muy alta, como de 1,90».
Los jóvenes confirmaron de inmediato al investigador que eran las dos «personas» que vieron salir del hoyo en la playa. Y siguieron observando con atención... «Caminaron en dirección a la playa y al llegar al mar, desaparecieron. Cuando llegamos allí, se habían esfumado! Pudimos ver las huellas que dejaron en su camino hacia el agua. Eran enormes, de unos 50 centímetros de longitud, y muy profundas, tanto que para hacerlas, una persona debería pesar más de cien kilos», explicó Borrego, quien durante el examen posterior detectó algo aún más desconcertante. Pocos metros antes de la orilla las huellas hacían una especie de giro, «como si hubieran estado dando vueltas» y, misteriosamente, camino del agua sólo se apreciaban las huellas de un ser. Las pistas eran rotundas: «ese individuo se adentró en el mar y luego se esfumó en la nada».
«Comprobé que no había más huellas en cien metros a la redonda —recuerda Borrego—. Durante el examen visual observamos a lo lejos, junto a la
Torre del Castilobo, a unos cuatro kilómetros, un punto esférico negro sobre la arena, que se acercó hasta situarse a unos 150 metros de nosotros y, poco a poco, se convirtió en una chica!» Una chica que había recorrido cuatro kilómetros en menos de 45 segundos.
«Siguió andando lentamente, nos rebasó y fue al encuentro de un individuo. Se perdieron a lo lejos... Eran los mismos seres que habíamos visto antes», asegura el ufólogo.
Pero la odisea que vivió este grupo de personas no había, ni mucho menos, concluido. Porque a medianoche, cuando de nuevo se encontraban todos los testigos reunidos en el Paseo Marítimo, la pareja volvió a pasar por delante de ellos con sus ropas vaqueras perfectamente secas, se adentraron en el pueblo y, una vez más, se confundieron entre la gente del pueblo...
El periodista Juan José Benítez pudo comprobar que una pareja con esas características estuvo alojada en una pequeña pensión de Conil durante los días en que se produjeron estos extraños acontecimientos. Utilizaron identidades falsas, correspondientes a dos alemanes que, durante aquellas fechas —según comprobó Benítez—, no habían abandonado su país.
¿Qué misión cumplieron en Cádiz estos dos seres de apariencia humana? ¿Cuál era su procedencia? ¿Qué tipo de tecnología o habilidad les permite transmutarse a voluntad?
Pero aún nos quedaba una nueva parada en nuestra investigación. En Zahara de los Atunes me esperaba un individuo (cuyo nombre omitimos por razones de seguridad) que semanas atrás había dado a conocer un caso similar a otros narrados por investigadores como Salvador Freixedo o Luis Jiménez Marhuenda. Según su investigación, un afamado empresario andaluz, Paco NF., vivió a mediados de los ochenta en la citada localidad una experiencia que no olvidará mientras viva.
En Zahara de los Atunes fue donde el empresario conoció a Ricky, una mujer de 32 años con pasaporte norteamericano que había convivido en España con un extraño personaje. Cuando éste abandonó la localidad gaditana Paco inició una intensa relación sentimental con la chica, hasta que un buen día ella le confesó algo aparentemente increíble. Según sus propias palabras, Ricky era de otro mundo, de un lejano planeta de la constelación de Orión y había adoptado el cuerpo de una mexicana fallecida en accidente para cumplir una misión de vital importancia que tenía encomendada. Nada parecía verificar esa absurda historia, a no ser lo extraño de su comportamiento y de su alimentación. Siempre tomaba notas y llevaba un exhaustivo control de todo. Comía sólo lácteos y tomaba unas misteriosas pastillas.
La historia tuvo un final precipitado en 1981. Viajaban en coche cerca de Barbate cuando una intensa luz se colocó sobre ellos en el cielo, iluminándolo todo a su alrededor, incluso el interior del vehículo. «Son ellos, es una de nuestras astronaves —le dijo Ricky a Paco—. Vienen a por mí». Decidieron irse a dormir aunque los nervios les atenazaban y la tensión era constante, para ambos.
Cuando Paco despertó al día siguiente la joven ya no estaba a su lado. En plena noche, con un sigilo imposible, Ricky había recogido todas sus pertenencias del chalet de Zahara de los Atunes y se había marchado, desapareciendo para siempre. Nadie hasta ahora ha sabido darle pistas de dónde se encuentra. ¿Quién era aquella misteriosa mujer que aseguraba ser extraterrestre?

domingo, 30 de enero de 2011

Agujeros negros en el planeta azul

Revista Año Cero. Abril 1991, por Antonio Ribera


"Vamos hacia un gran sol!". Éste fue el último mensaje enviado por el radiotelegrafista del Grumman, desaparecido el primero de julio de 1969. Cuando, trascurrido el plazo fijado para el regreso, el aparato no volvió a su base ni contestó a las llamadas que desde ésta se le hacían, se organizó una gran operación de búsqueda con medios aeronavales, que rastrearon una amplía zona del mar. Unicamente se logró hallar restos dispersos del aparato desaparecido, entre ellos dos asientos.
Poco tiempo antes, el 15 de mayo del mismo año, otro avión gemelo Grumman cayó en la misma zona. En ambos casos, entre muertos y desaparecidos, hubo catorce víctimas en total. La encuesta hecha por las autoridades declaró "inexplicable" el siniestro.
Pero de 1952 a 1970, cinco modernos submarinos habían desaparecido también de manera inexplicable, en la misma región marina. El lector avisado, naturalmente, supondrá que nos estamos refiriendo al famoso Triángulo de las Bermudas. Pues, no.
El "triángulo" a que nos estamos refiriendo se encuentra en el Mediterráneo occidental: sus vértices son el monte Canigó, en los Pirineos franceses (donde entre 1945 y 1969 se produjeron once catástrofes aéreas, con más de doscientas víctimas humanas), la localidad africana de Tinduf, cerca de la frontera conjunta de Mauritania, Marruecos y Argelia, y las Islas Canarias. En toda esta amplía zona son también muy frecuentes las observaciones de ovnis (especialmente en las Canarias y el sur de España)! no sólo en tierra, sino en el mar y "bajo las aguas" del mar.



Fuerzas misteriosas

El avión Grumman que emitió el extraño mensaje era un avión militar español, cuyo comandante, el capitán Antonio González de Boado, era amigo mio y -curiosamente- uno de los pocos militares españoles del Arma Aérea que se tomaba en serio la cuestión de los ovnis. El capitán Boado había publicado interesantes artículos sobre el tema en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica del Ministerio del Aire, y había dado muchas conferencias sobre Ufología a sus compañeros de promoción, que le querían y le respetaban.
¿Actúan entonces en esta zona las mismas fuerzas misteriosas y maléficas que parecen actuar en el Triángulo por antonomasia, el de las Bermudas?
El texto que abre este artículo se publicó al comienzo de mi libro Los
doce triángulos de la muerte, y a continuación decía que este triángulo y once más fueron ya señalados por el malogrado investigador y biólogo van Sanderson y sus colaboradores de SITU (Society for the Investigation of the Unexplained), de Nueva Jersey. Este grupo estaba formado por científicos especializados en distintas disciplinas: geólogos, meteorólogos, físicos, astrónomos, etc. Según ellos, existen en el planeta doce zonas de grandes perturbaciones geomagnéticas. Dos de ellas son los Polos y las restantes son todas marítimas. Se encuentran repartidas muy regularmente: cinco de ellas alrededor del paralelo 30 grados de latitud norte, y otras cinco en el paralelo 30 grados sur. Están separadas por distancias de 72 grados en cuanto a longitud.
Varios hechos sorprendentes se hallan asociados con estas zonas (que, más que triangulares, son romboidales; configuran un rombo inclinado unos 45 grados sobre el Ecuador). Todas ellas son zonas "calientes", donde los avistamientos de ovnis son frecuentes; en todas ellas se registran extraños fenómenos de distorsión del espacio-tiempo; en todas el las la brújula se desvía unos cinco grados del Norte magnético; casi todas ellas se hallan cruzadas por la famosa línea BAVIC, descubierta por Aimé Michel y, aunque se ha exagerado mucho, en todas ellas se registran hechos inexplicables y misteriosas desapariciones de barcos y aviones.
¿Pero por qué se menciona únicamente una de estas zonas, el Triángulo de las Bermudas? Es muy sencillo: esta zona, por su ubicación geográfica, es la que registra un mayor tráfico marítimo y aéreo. Sólo es comparable a ella el "Triángulo del Diablo", en el mar del Japón, que también se ha ganado una cierta fama de lugar maldito. Los restantes "triángulos" caen en zonas marítimas de escaso o nulo tráfico marítimo o aéreo (ya hemos dicho que dos de ellas corresponden a los Polos), y esto explica que raramente se las mencione.



¿Por qué los triángulos?

¿Cómo se explica la distribución tan regular que tienen los triángulos (O habría que llamarlos "rombos") sobre la superficie del planeta? Se han barajado varias hipótesis para explicarlos. Barry Goodman, en el excelente estudio que ha consagrado al tema, señala que estos doce puntos sobre el globo terráqueo, y las líneas que los unen, definen un objeto sólido con quince lados triangulares. Este objeto sería parecido a un cristal o a una piedra preciosa perfectamente tallada. Para explicar esta extraña disposición podemos plantearnos tres posibilidades:
a) Un fenómeno natural de rara simetría, cuyo ejemplo más claro lo encontramos en los cristales.
b) Establecimiento deliberado de una configuración simétrica por parte de seres inteligentes, con fines que se nos escapan (los misteriosos círculos que aparecen en campos de cereales ingleses podrían ser algo parecido), y
C) Una combinación de a) y b), o sea el establecimiento de una configuración simétrica por seres inteligentes, aprovechando un fenómeno natural preexistente de naturaleza simétrica.
Barry Godman estuvo bastante cerca de la verdad -como veremos más adelante- al formular esta teoría. El único fenómeno natural preexistente digno de tenerse en cuenta tiene que estar forzosamente relacionado con el geomagnetismo, del que no lo sabemos todo ni mucho menos. Una cosa que sí sabemos, por ejemplo, es que los polos no han ocupado siempre su posición actual, sino que se han desplazado sobre la superficie de la Tierra en el transcurso de las edades geológicas. Las partículas magnetizadas de mineral de hierro que se encuetran en algunas rocas muy antiguas apuntan hacia otro Polo Norte magnético distinto del actual. Pero sería muy sorprendente que los antiguos polos magnéticos hubiesen coincidido con tanta precisión con los puntos regularmente espaciados de los "triángulos" actuales. Eso significaría que el eje del planeta ha ido cambiando sucesivamente de inclinación un número "exacto" de grados y minutos) como un mecanismo de relojería gigantesco, lo que nos lleva casi a desechar esta explicación.



Inversión de los polos

Sin embargo, hay una ciencia novísima que nos puede enseñar algunas cosas. Esta ciencia es el Paleomagnetismo. Hay dos hechos sorprendentes, comprobados por esta joven ciencia: 1) 0 los continentes han derivado millares de kilómetros en la superficie del globo; y, 2) 0 el campo magnético terrestre se ha invertido periódicamente, pasando el polo Norte a ser el polo Sur y viceversa... La primera constatación reivindica definitivamente la teoría de la "deriva de los continentes", establecida en 1910 por el alemán Wegener. Pero el Paleomagnetismo no nos explica la existencia espaciada de los triángulos...
No obstante, nos dice algo inquietante de veras: la Tierra se encuentra en el umbral de un cambio de polaridad (véase la gráfica adjunta). Es decir, que de un magnetismo normal pasaremos a un magnetismo invertido. ¿Cómo afectará este hecho en la vida de los seres que pueblan el globo? Misterio. No subsiste ningún testimonio vivo de un cambio de polaridad para contárnoslo... Quizás estos cambios de polaridad podrían explicar las épocas glaciales, la extinción de los grandes saurios e incluso la aparición del hombre. Pero nos estamos apartando del tema de nuestro artículo.
Se encontraba un día en mi casa el extraordinario Jean-Pierre Petit, que es lo más parecido a un hombre del Renacimiento de que hoy disponemos. Magnífico dibujante, músico, hombre de un vitalismo extraordinario, joven y dinámico, es también uno de los primeros sabios de Francia y de Europa. Es Directeur de Recherche de CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas), el máximo organismo de la ciencia francesa, y sus trabajos sobre Física (Magnetohidrodinámica) y Astrofísica (está fascinado por los informes de UMMO), han hecho época en el vecino país.
Estábamos hablando de la composición del globo terrestre. Como es costumbre en él, apoyaba sus vehementes palabras con rápidos y precisos dibujos, que después tiraba al suelo. Había ya un buen montón de papeles a nuestros pies, cuando de pronto se volvió hacia mi y me dijo:
-¿Sabes, Antonio? Sí pudiésemos poner el globo terrestre sobre esta mesa, se aplastaría bajo su propio peso. No es un cuerpo sólido, sino que es la fuerza de gravedad -la atracción hacia el centro de la Tierra- lo que mantiene su forma más o menos esférica. El planeta está compuesto de elementos cada vez más pesados (de mayor número atómico) conforme nos acercamos al núcleo.
Entonces fui en busca de una información científica soviética, que había recibido a través de la Agencia Novosti. Deseaba mostrársela a Petit.
-Mira, Jean-Pierre -le dije-. Este hallazgo soviético parece confirmar lo que tú dices. Y, como todos los descubrimientos geniales, desde la manzana de Newton hasta el "Eureka" de Arquímedes, se basa en un hecho banal, que sólo tiene sentido para el sabio.


Un huevo de Colón soviético

En efecto: Nikolai Koroviakov, ingeniero constructor de Tula, en la URSS, se hallaba un día en su casa, tomando tranquilamente el té que había preparado en su samovar, cuando al resolverlo, observó en la taza algo que le intrigó y que le hizo pensar. Según las leyes de la física clásica, las partículas de té deberían desbandarse bajo la acción de la fuerza centrífuga. Pero en este caso se habían reunido en el fondo de la taza. Koroviakov ya sabía que Albert Einstein, al presentar su informe a la Academia de Ciencias de Prusia en 1926, explicó este fenómeno con los flujos formados en el líquido en rotación. La velocidad angular en la parte inferior del embudo es notablemente menor que la registrada en la superior, y la fuerza centrífuga parece ser totalmente inexistente en esta zona. Este es el secreto del té en la taza.
El mundo científico aceptó sin muchas discusiones la explicación de Einstein, porque todos se inclinaban ante la autoridad del genial físico. Pero cincuenta años después, un ingeniero mecánico y diseñador de la ciudad rusa de Tuis decidió comprobarlo por vía experimental.
Fabricó un recipiente en forma de vaso y fijó su fondo en el eje de rotación. Lo llenó hasta los bordes con agua que contenía trocitos de hojas
de té, y lo cerró con una tapa transparente. Luego hizo girar el vaso. Las particulas de té se dispersaron enseguida hacia las paredes. Koroviakov
paró el vaso. El agua siguió girando por inercia, y los trocitos de té se juntaron en el fondo.


La estrella de cinco puntas

Según Einstein, el secreto radica en los flujos: al girar en un recipiente inmóvil, el agua sube en el borde y baja en el centro, provocando la diferencia de las velocidades angulares, etc.
Pero sucede que en el recipiente hidrodinámico y hermético de Koroviakov, el líquido sencillamente no tiene adonde subir o bajar: gira con la misma velocidad en cualquier punto del vaso. No hay flujo alguno. Sin embargo, los trocitos de té, al parar bruscamente el recipiente, también se reunen en el fondo, al centro.
En otro experimento, Koroviakov sustituyó los trocitos de té por unas partículas de plástico de distintos colores y peso. Al frenar la rotación, las partículas se precipitaban al centro en estricta sucesión: primero las más pesadas, luego las más ligeras. Y siempre formaban la misma figura: una especie de pentágono, o sea una estrella de cinco puntas.
El lector avisado -que es para quien escribo- ya empezará a adivinar hacia dónde voy... "Durante mucho tiempo no podía comprender explica Nikolai koroviakov- a qué se debía esto. ¿Por qué las partículas no formaban un círculo, un cuadrado o un triángulo? ¿Qué fuerzas les hacían adoptar esta disposición? Cientos y miles de veces hice girar y detuve después mi trompo. Describía en detalle el estado del objeto investigado, fijaba la hora. Y una vez noté que en el transcurso del día, el pentágono se desplazaba en dirección contraria a la rotación de la Tierra. ¿Qué significaba esto? Que mi trompo estaba orientado al Sol. En otras palabras, que se sometía a las mismas fuerzas que determinan la rotación de la Tierra en torno al Sol, así como la interacción de estos dos cuerpos celestes".
Así, pues, el trompo de Koriviakov se convirtió en un modelo de la rotación de nuestro planeta. Además, explicó el carácter de esa rotación, o sea que descubrió uno de los secretos de nuestro Universo.


Las leyes que rigen el huevo terrestre

¿Qué es la Tierra, sino un gigantesco trompo hidrodinámico? Por fuera, una envoltura cerrada: la corteza terrestre. Por dentro, un magma líquido, en el cual flota libremente el sólido núcleo terrestre. Podemos comparar este escenario con el vaso de té lleno de partículas en suspensión. O mejor aún, a un huevo con su cáscara, su clara y su densa yema.
Pero la corteza terrestre -la Tierra tiene más de 12.OOO kilómetros de diámetro- aún es más delgada respecto al planeta que la cáscara lo es respecto al huevo. En promedio, la corteza terrestre tiene 30 kilómetros de espesor. ¡Naturalmente que la Tierra se aplastaría bajo su propio peso, como apuntó Petit, sí pudiésemos ponerla sobre una mesa! (a la vista de estos datos, corroborados por la Geología y la Sismología, resultaban delirantes y absurdas todas las teorías sobre la Tierra hueca. Puede haber grandes cavidades subterráneas, pero estarían en la corteza, enorme a escala humana).

¿SOMOS EXTRATERRESTRES?

Revista Año Cero. Marzo 2008, por JOSÉ RAFAEL GÓMEZ

Panspermia Cósmica. «Traducido» a lenguaje común, este llamativo término viene a significar que la vida surgió en la Tierra tras haber «caído» desde el espacio exterior. El primero que pensó en esta posibilidad —que sepamos— fue el sabio Anaxágoras, en el siglo V a. O. El filósofo griego nos habló de "semillas por doquier" que conformaban la materia tanto inerte como viva. Por desgracia, tuvo que huir de Atenas por afirmar, con asombrosa intuición, que el Sol era una masa de hierro incandescente y que la Luna era una roca que, habiendo salido de la Tierra, reflejaba la luz del Sol.
Mucho más cercanos a nuestro tiempo, los científicos británicos Fred Hoyle (ver recuadro) y Chandra Wickramsinghe propusieron en 1978 que los cometas podrían ser los sembradores cósmicos de la vida, al transportar esporas vitales de un sistema estelar a otro. Hoy en día los científicos conocen la existencia de bacterias en la Tierra que resistirían sin problemas el viaje espacial. Aunque eso no quiere decir que dichos organismos fueran los que viajaron, demuestra que otros pudieron hacerlo. Y, ¿por qué no pensar que este fenómeno puede haber ocurrido en la Tierra en más de una ocasión? ¿Se producen con relativa frecuencia aportes de vida extraterrestre a nuestro planeta? Y, si así fuese... ¿podrían haberse mezclado estos organismos exoterráqueos con la vida ya existente en la Tierra? Pues bien, por muy inquietante que parezca, la respuesta a estas preguntas podría estar en nuestro propio material genético.
Aunque suene a ciencia-ficción, se da la circunstancia de que uno de os descubridores de la estructura del ADN, Francis Crick, ya habló de esta posibilidad. Al no encontrar pasos intermedios previos a la doble hélice, apuntó la hipótesis de que quizás el ADN hubiera llegado a nuestro planeta ya conformado, es decir, procedente de algún otro lugar en donde habria evolucionado.
De hecho, Crick no sólo creía factible esta posibilidad, sino que defendía la posibilidad de una Panspermia "Dirigida": es decir, que la vida no llegó por azar a bordo de un cometa, sino que fue conscientemente «sembrada» en nuestro mundo: «Parece improbable que los organismos vivos extraterrestres pudieran haber alcanzado la Tierra ya sea como esporas conducidas por la presión de la radiación de otra estrella o como organismos vivos incrustados en un meteorito. Como alternativa, hemos considerado la Panspermia Dirigida, la teoría de que los organismos fueron deliberadamente transmitidos a la Tierra por seres inteligentes de otro planeta. Creemos que es posible que la vida alcanzó la Tierra de esta manera, pero
que la evidencia científica es inadecuada actualmente como para decir algo acerca de esa probabilidad. Prestamos atención a los tipos de evidencia que pudieran arrojar una luz adicional sobre este tema".
En nuestros días, aunque el proyecto para la secuenciación del genoma humano ha terminado, apenas hemos empezado a entender su complejidad. De momento hemos averiguado que un enorme porcentaje de nuestro ADN, entorno al 97%, está constituido por lo que algunos genetistas han llamado «materia genómica oscura», cuya auténtica función constituye un misterio. En este mal llamado "ADN basura» o «ADN inútil» se encuentran enormes cantidades de pseudogenes que se pensaban «muertos», como restos de arcaicas mutaciones. Pues bien, recientes investigaciones han descubierto que algunos de estos pseudogenes no están completamente "muertos" y bajo determinadas circunstancias podrían desempeñar funciones que desconocemos.
Estos y otros datos han llevado a varios científicos a preguntarse por el origen y razón de ser de tanta materia genética oscura. Así, el eminente astrobiólogo Paul Davies, profesor de Filosofía Natural en el Centro Australiano de Astrobiología de la Universidad Macquarie, y Charles Lineweaver, un reputado astrofísico de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney (Australia), publicaron un sor-
prendente artículo en la revista Astrobíology en el que sugerían que podrían haberse producido intercambios tempranos de material genético entre alguno de nuestros ancestros y algunas formas de vida alienígena...
Ya que en los orígenes pudo existir una mezcla de diferentes tipos de vida y un intercambio de componentes genéticos diferentes, sería posible que restos de sistemas bioquímicos alternativos hubieran llegado a introducirse en organismos pretéritos y aún permanezcan en organismos actuales. Siguiendo esta línea de pensamiento, Paul Davies nos propone en otro reciente artículo publicado en New Scientist una idea no menos fascinando: usando retrovirus, una civilización lejana en el tiempo yen el espacio podría haber colocado un mensaje en el genoma de los organismos terrestres. Estos mensajes se habrían conservado y podrían replicarse casi sin cambios durante miles de millones de años, esperando el momento adecuado para manifestarse.Y es que no debemos olvidar loqueen definitiva es el ADN:
la más perfecta forma de almacenamiento, conservación y reproducción de cantidades ingentes de información que conocemos en el universo.
En este punto podríamos aventurar una hipótesis absolutamente fascinante. Si una remota y avanzada civilización extraterrestre quisiera extenderse por el universo, no tendría por qué utilizar complicados ingenios mecánicos, enormes naves espaciales cu
yas limitaciones resultarían inadecuadas para su propósito. Un uso inteligente de la ingeniería genética sería, posiblemente, un método mucho más fácil y eficaz para conquistar el cosmos. Es más, quizá sea la única forma de hacerlo.
Pensemos en nosotros mismos. Es muy probable que dentro de algunos siglos hayamos establecido bases o colonias por todo el sistema solar. Sin embargo, dar el salto hacia otros sistemas planetarios se presenta como una proeza mucho más difícil, por no decir imposible. Las enormes distancias interestelares hacen que el viaje pueda durar miles de años. Las naves tendrían que albergar tripulaciones que fueran reproduciéndose para que, después de muchas generaciones, se llegase a un mundo posiblemente inadecuado para la vida humana. La hibernación tampoco solucionaría ese problema.Y es que el ser humano es un organismo frágil, inadecuado para las vicisitudes de un larguísimo viaje cósmico.
Sin embargo, si llegásemos a controlar los secretos de la ingeniería genética, podríamos diseñar organismos adecuados no sólo para ser capaces de resistir el viaje espacial, sino de modificar las condiciones ambientales de los planetas hostiles donde cayeran, «acondicionándolos» para que, finalmente, puedan albergarnos.
Pero, ¿cómo apareceríamos nosotros en ese nuevo planeta? Pues evolucionando desde aquellos organismos que efectuaron el viaje cósmico, los cuales llevarían codificado en su genoma las órdenes precisas para ello. Sería un proceso lento, que duraría miles de millones de años, pero que garantizaría nuestra propagación universal.
Pues bien, eso parece ser justamente lo ocurrido en nuestro planeta.
Las primeras formas de vida fueron organismos muy simples, pero muy resistentes a las radiaciones cósmicas (tuvieron que sobrevivir en una atmósfera carente de oxigeno, sin capa de ozono). Esos organismos habrían sido perfectamente capaces de resistir un viaje espacial de duración indefinida. Se da la circunstancia de que después de un determinado número de mutaciones genéticas, de estos primeros organismos surgieron otros que comenzaron a "excretar" oxígeno al ambiente. Tras un largo proceso, la atmósfera de nuestro planeta contenía el oxígeno suficiente para proteger (ozono) y alimentar organismos más complejos que sucesivas mutaciones irían haciendo aparecer.
Y así habríamos llegado nosotros, que no seríamos si no un escalón más en todo este proceso. El ciclo se cerraría cuando llegáramos a ser capaces de volver a crearlas mismas semillas de las que procedemos.
Si las cosas sucedieron realmente así, entonces sería lógico pensar que esas "semillas de vida" deberían hallarse en otros mu-
chos lugares del universo. Pues por increíble que parezca, es posible que las hayamos encontrado.
En 1992 una compañía petrolífera realizó unas prospecciones en la plataforma continental del oeste de Australia. Se extrajeron muestras de rocas situadas a 3.000 metros de profundidad bajo el fondo oceánico y fueron llevadas a la Universidad de Queensland para ser analizadas, en busca de posibles indicios que señalaran la presencia de hidrocarburos. El equipo dirigido por la geóloga Philippa Uwins —a cargo de la investigación— no encontró petróleo, pero descubrió algo que iba a hacer removerse los cimientos de la biología: en aquellas rocas existían organismos vivos! Bajo potentes microscopios electrónicos aparecían enormes cantidades de una especie de filamentos con un tamaño unas 10 veces menor que el de la bacteria más pequeña conocida. Cultivados en el laboratorio, se comprobó que aquellos "entes" se reproducían con rapidez inusitada. Para el equipo de Philippa Uwins no cabía la menor duda: habían encontrado una nueva forma de vida, a la que bautizaron con el nombre de nanobios, para diferenciarlos de los "microbios", dando a conocer su descubrimiento al mundo en un artículo publicado en 1998 en la prestigiosa revista Science.
Curiosamente, se da la circunstancia de que los nanobios presentan un aspecto y tamaño similar a la misteriosa estructura hallada en el famoso meteorito marciano ALH84001, identificada en su día por un equipo de investigadores de la NASA como un posible resto fosilizado de algún microorganismo primitivo marciano. ¿Nos encontramos ante las semillas de vida propagadas por doquier, capaces de poner en marcha los procesos que permitieron que apareciésemos los seres humanos? Aunque algunos microbiólogos se han mostrado escépticos respecto a silos nanobios están realmente "vivos", por considerar que son demasiado pequeños como para contener ADN, lo cierto es que este hallazgo puede revolucionar las ideas que teníamos sobre la aparición de la vida en la Tierra. Y lo que es aún más fascinante, sobre la existencia de vida en el universo.
La pregunta que debemos formularnos ahora es: ¿tenemos unos ancestros cósmicos que han «sembrado» el universo de lo necesario para que vayan apareciendo en todas las galaxias criaturas como nosotros, criaturas como «ellos»? ¿O quizá seremos nosotros los primeros en hacerlo?
Como vemos, estamos rodeados de misterio. Lo llevamos dentro de nosotros, formando parte de nuestra más íntima sustancia.Y sin duda, cuando miramos al universo, conscientes o no de ello, estamos buscando la respuesta a nuestros verdaderos orígenes...

¿Ruinas alienígenas en el sistema solar?

Revista Año Cero. Octubre 2006, por Miguel Segui

Las últimas fotografías enviadas a la Tierra por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, nos muestran unas imágenes muy interesantes de nuestro vecino el Planeta Rojo. En ellas aparecen formaciones geométricas regulares –la mayoría cuadradas y algunas circulares-, que si se presentasen a un arqueólogo diciendo que han sido tomadas de un avión en alguna zona terrestre, como Oriente Medio o en la América Andina, seguramente estaría convencido de que muestran los restos arqueológicos de antiguas ciudades semienterradas por el paso del tiempo.
Estas imágenes han sido exhaustivamente escrutadas por una legión de aficionados a detectar las cada vez mas numerosas formaciones de apariencia extraña que se han localizado en diferentes planetas y satélites del sistema solar. Son, por el momento, el último eslabón de un largo rosario de misterios. La singular cara de aspecto humanoide que aparece en la región marciana de Cydonia, con las pirámides y fortalezas que la rodean, forman parte del supuesto campo arqueológico extraterrestre más conocido. Pero prácticamente en cada astro que ha sido escrutado por los curiosos ojos terrestres, directamente o a través de sondas automáticas, han ido apareciendo imágenes misteriosas que evocan un posible origen artificial. Extrañas formaciones geométricas en la Luna, un monolito en el satélite marciano Fobos, formaciones de apariencia artificial en satélites de Júpiter, y de Saturno. Incluso en Venus se han detectado una serie de formaciones con una sospechosa apariencia regular.

Sin embargo, Marte sigue siendo con diferencia el astro enigmático por excelencia. Las imágenes que han ido llegando gracias a las diferentes sondas espaciales enviadas han mostrando una serie de detalles que, para muchos investigadores, indican un posible origen artificial. El Planeta Rojo siempre ha estimulado la imaginación de la Humanidad y, ya en 1877, las observaciones del astrónomo Giovanni Schiaparelli dieron pie a la creencia de que existían una serie de canales artificiales en Marte. El progreso en la investigación demostró que aquellas supuestas estructuras se debían a una mala observación. Sin embargo. esto no significó que más tarde no aparecieran nuevos enigmas en la árida superficie marciana.
El ejemplo más conocido de posibles formaciones artificiales en Marte es el de la famosa cara humanoide de la región de Cy donia. Fotografiada originalmente por la sonda Viking I en 1976. su impresionante aspecto —que a muchos recordó el estilo del Antiguo Egipto—. sigue siendo un reto para muchos estudiosos. Aunque algunas de las últimas imágenes difundidas, como las obtenidas por la Mars Global Surveyor hace ocho años, parecen indicar que se trata de una formación de origen natural. Pero no todo el mundo está de acuerdo. El doctor Horace Crater, del Instituto Espacial de la Universidad de Tennesse, realizó un detallado estudio de la nueva a imagen que arrojó la existencia de una serie de simetrías que indican un origen no natural. A una conclusión similar llegó Tom van Flandern. antiguo director del Observatorio Naval de los EE UU.
El misterioso rostro no es el único misterio de Cydonia. pues en esa misma zona se vislumbran multitud de formaciones anómalas que parecen estar distribuidas en función de un patrón inteligente. Una aparente pirámide. una formación que por su curiosa geometría fue bautizada como «la fortaleza», y lo que tiene el aspecto de las ruinas de una antigua ciudad son algunas de las formaciones anómalas de la zona. En junio de 1999, Horace Crater, Mark Carlotto —especialista en técnicas de procesamiento de imágenes—. y el profesor de filosofía Stanley McDaniel, presentaron un informe en el congreso de la Unión Geofísica Americana en el que calculaban que la probabilidad de que las alineaciones y simetrías detectadas fuese debida al azar era sólo de 31 entre dos millones. Algo realmente muy difícil de atribuir a la casualidad.
Pero Cydonia no es la única zona de Marte en la que se han apreciado posibles construcciones artificiales. Valle Marineris y Ares Vallis son otras dos regiones en las que se han detectado formaciones que siguen unos patrones geométricos que parecen indicar un origen no natural. En Syrtis Major,
por ejemplo, la sonda Mars Global Surveyor obtuvo una imagen en la que aparece una nueva cabeza de apariencia humanoide, que se encuentra semienterrada, y junto a ella un pictograma y lo que parece una gigantesca escultura de un animal. En otras zonas las extrañas formaciones se asemejan a gigantescos cilindros, tubos semienterrados o puentes.
Richard Hoagland, uno de los más perseverantes divulgadores de los misterios de Marte, ha difundido recientemente la comparación de una serie de imágenes de la superficie marciana, obtenidas por la sonda Mars Reconnaisance Orbiter, con otras a vista de pájaro de restos arqueológicos en la Tierra. Y los resultados son de lo más sugerente. Las vistas marcianas recuerdan a las de una ciudad enterrada en Irán, con numerosos detalles de apariencia arquitectónica. formaciones rectangulares y también algunas circulares.



Los satélites de Marte siempre han estado rodeados por un aura de misterio, en especial Fobos, que tiene un movimiento de traslación más rápido que el de rotación del planeta, una de las razones por las que se especuló sobre su origen artificial. La llegada de las sondas que los fotografiaron despejaron las dudas. Fobos, como Deimos, no es mas que una gran roca espacial. Sin embargo es posible, que ambas encierren todavía algún misterio. Una imagen de la superficie de Fobos obtenida por la sonda Mars Global Surveyor desveló la existencia de una
curiosa formación que tiene la apariencia de un monolito. Las imágenes, aunque no todo lo claras que sería deseable, muestran esa posible estructura gigante, y la gran sombra que proyecta.
A medida que las sondas espaciales han ido llegando a los diferentes cuerpos del sistema solar se ha ampliado el catálogo de anomalías, de formaciones de aparente origen artificial. Hasta en el ardiente Venus, con unas condiciones ambientales que resultan muy difícil de imaginar compatibles con la vida, se han encontrado formaciones sospechosamente simétricas. Las imágenes del interior del cráter Danilova enviadas por la sonda Venus Express muestran algunas de esas formaciones rectilíneas que parecen demasiado regulares como para ser simple obra del azar.
Las primeras sondas que han estudiado los sistemas de las lunas de Júpiter y Saturno —que son casi pequeños sistemas solares—, también han encontrado indicios de posibles formas geométricas de origen artificial. Europa, satélite de Júpiter, muestra en su superficie una serie de intrincadas formas rectilíneas, como una red, en las que muchos ven una obra inteligente. y no el simple capricho de la naturaleza. Otro ejemplo es Tetis, una de las lunas de Saturno, en cuya superficie se fotografió claramente lo que parece una gigantesca flecha, aunque es posible que sea una simple coincidencia geológica, al igual que la serie de anomalías que rodean a otro de los satélites de Saturno, Japeto.
Después de analizar las imágenes de esta luna captadas por la sonda Cassini-Huygens, Richard Hoagland creyó descubrir el secreto de Japeto, que no es otro que su origen artificial. Aunque resulta difícil concebir qué tipo de tecnología sería capaz de fabricar una esfera de 1.500 kilómetros de diámetro, no se puede descartar que una civilización mucho más avanzada que la nuestra pueda realizar obras de ingeniería a escala planetaria.
Entre las anomalías más destacadas de Japeto se encuentra la presencia de un gigantesco anillo ecuatorial, que se eleva por encima de los veinte kilómetros de altura y que, según plantea Hoagland, sería el refuerzo que uniría las dos mitades semiesféricas que formarían el satélite. Además, en su superficie se aprecian una serie de patrones geométricos, que podrían ser la clave de la composición de este posible astro artificial, una especie de versión de la «Estrella de la Muerte» de la saga cinematográfica de La Guerra de las Galaxias. Estaría formado por icosaedros truncados, con una forma muy similar a la esférica, aunque no exactamente igual. El secreto de este satélite artificial sería su composición: nanotubos de carbono, el material conocido más resistente a la tensión.
Mucho más cerca, en la Luna, también hay indicios de posibles estructuras artificiales. Al menos así lo creen algunos investigadores. Las diferentes misiones que en la década de 1960 investigaron nuestro satélite —tanto las tripuladas como las «automáticas»—. captaron numerosas imágenes, muchas de alta calidad, que muestran algunas extrañas formaciones que no parecen naturales. En una fotografía obtenida por el Apolo 8, la primera misión tripulada que llegó a la órbita lunar, aparece el cráter Magallanes, de unos 35 kilómetros de diámetro, y en su interior lo que parece ser una gran estructura que mide tres kilómetros por cuatro. Otras imágenes del cráter Ukert permiten apreciar la presencia de formaciones de aspecto triangular, mientras que algunas muestran cúpulas, puentes, o lo que parecen grandes edificios cristalinos.
Ya sea en la Luna, en Marte, o en las lunas de Júpiter y Saturno, los indicios de posibles restos de civilizaciones no humanas se van acumulando. Sin embargo, tendremos que esperar a que los primeros astronautas lleguen a estos lejanos «yacimientos extraterrestres» para obtener una respuesta definitiva. La vuelta a la Luna, y más adelante la llegada a Marte, serán los primeros pasos en la búsqueda de las huellas extraterrestres en nuestro sistema solar.

¿Nos visitan habitantes de otros planetas?

Revista Selecciones.
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El 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold, piloto particular en
vuelo de Chehalis a Yakima, estado de Washington, vio 9 objetos que parecian
platillos volando como patos en linea diagonal, hacia el Monte Rainier.
Desviabanse y reaparecian por entre los altos picos a una velocidad que Arnold
calculo en 2000 km/h.
El relato de Arnold circulo rapidamente por todos los EEUU y al
mes ya la gente habia visto los discos volando en 40 estados. Los platillos no
tardaron en convertirse en una especie de deporte favorito para el gran
publico. Cualquier hombre, mujer o niño con capacidad suficiente para ver
manchas delante de sus ojos, salia retratado en todos los periodicos.
Sin embargo, entre aquel monton de relatos fantasticos, habia
casos dignos de tomarse en serio. Tal lo ocurrido en forma inexplicable al
teniente George F. Gorman, de la Guardia Nacional Aerea de Dakota del Norte.
El 1 de Octubre de 1948, Gorman descendia sobre el aeropuerto de Fargo, en un
F-51, cuando vio pasar a una distancia de 1000 metros una luz intensa y
brillante. Picado por la curiosidad, se fue tras ella, la persiguio durante
27 minutos, realizando intrincadas maniobras, hasta que la luz desaparecio en
el cielo. Cuando Gorman aterrizo, su relato fue confirmado, ya que el jefe de
la torre de control habia observado la persecucion con sus binoculares.
El Servicio Secreto de la Fuerza Aerea mantiene una
investigacion y estudio de objetos aereos no identificados. Los aviones
militares tienen ordenes de interceptarlos. Se emplean equipos de radar y
fotografia en el empeño de obtener resultados concretos. Los archivos guardan
pruebas testimoniales de que, desde el año 1947 se han producido docenas de
incidentes que desafian cualquier explicacion corriente.
El 2 de Noviembre de 1951, por la noche, un brillante globo de
luz verdosa, mas resplandeciente que la Luna, cruzo los cielos de Arizona como
un relamapago en direccion al este. Volo recto como una bala paralelo al suelo
y luego deflagro en un espantoso paroxismo de luz, sin producir el menor
ruido. Por lo menos 165 personas presenciaron la increible escena.
La creencia de que se trata de una lluvia de estrellas fugaces
ha sido rebatida por el doctor Lincoln La Paz, director del Instituto
Meteorologico de la Universidad de Nuevo Mexico. Dice el que los globos de
fuego corriente no son de color verde; que siguen una trayectoria impuesta por
la gravedad; que son generalmente tan ruidosos como un tren de carga y dejan
aerolitos donde pegan.
Con respecto a lo que son estos platos voladores, fuselajes
luminosos y globos de luz verde, algo puede inferirse sobre su naturaleza
pasando revista a lo que no son. No son fenomenos sicologicos. No son producto
de investigaciones que se estan realizando en los EEUU, ya que la ciencia no
tiene fuentes de energia con la capacidad necesaria para hacer ejecutar a una
maquina voladora las maniobras que los platillos ejecutan. Ni son
perturbaciones resultantes de la actividad atomica.
El Doctor Walter Riedel, antiguo proyectista y director de
investigaciones de la fabrica de aviones a chorro de Peenemunde, en Alemania,
empleado actualmente en trabajos secretos para los EEUU, cree que los
platillos tienen procedencia extraña a nuestro planeta. Observa que el
rozamiento entre el casco y la atmosfera a esas velocidades y alturas,
fundiria todos los metales y metaloides conocidos.
El Doctor Mauricio A. Biot, experto en aerodinamica, dice que la
forma de platillo no es practica para una maquina voladora, ya que el disco
presenta una gran resistencia al avance y se bambolea cuando es lanzado a gran
velocidad. Sin embargo, para vuelos espaciales, donde no hay atmosfera que se
oponga, el disco tiene ventajas importantes. La explicacion menos improbable
es que estos objetos sean artificiales y estan controlados.


PLATOS VOLADORES, SOLO EL NOMBRE ES NUEVO

Desde muchas decadas antes de 1947, cuando la gente comenzo a
propagar que habia visto "platos voladores", ya se habian registrado epidemias
de observacion de luces voladoras y objetos con aura de luz en el cielo.
El nombre de platos voladores o platillos no se habia inventado aun.
El astronomo E. Walter Maunder describio en la revista
Observatory el caso del extraño visitante celestial que contemplaron millares
de ingleses la noche del 17 de noviembre de 1882. Desde el Observatorio Real
de Greenwich Maunder observaba la extincion de una aurora boreal despues de
una violenta tempestad magnetica. De repente, "un gran disco circular de luz
aparecio hacia el E.N.E" y se traslado suavemente de uno a otro horizonte en
el espacio de 2 minutos. La apariencia redonda inicial quizas fuera efecto de
escorzo, porque cuando cruzo el meridiano y paso sobre la luna, su forma era
casi la de una elipse alargada. Su altura se calculo en 210 kilometros; su
velocidad en 16 kilometros por segundo.
En abril de 1897 los diarios norteamericanos publicaron en
primera plana la noticia de un gigantesco aeroplano, en forma de cigarro, que
se decia, volaba sobre Chicago. Y a fines de marzo algunos despachos
procedentes del Oeste habian hecho referencia a un objeto en forma de cigarro,
sin fuerza motriz, positivamente no de vapor, que se habia visto cerca de
Sacramento y luego de Denver. El 29 de Marzo, segun el Herald de Nueva York,
lo vio la mayoria de los habitantes de Omaha. Tenia el aspecto de una luz
brillante, demasiado grande para ser un globo aerostatico. El Sun de Nueva
York informo que los tranvias de Kansas City pararon y pronto la poblacion
entera lo observaba desde las calles y los tejados. La luz era tan grande como
la que pueden producir 20 estrellas.
El 20 de Marzo de 1870, a la caida de la noche, en el momento en
que la nave inglesa Lady of the Lake navegaba aprisa en pleno Atlantico y a
pocos grados sobre el ecuador, el capitan y toda la tripulacion vieron
aparecer una nube curiosa: rigida, ligeramente gris, de forma circular,
traslucida pero perfectamente definida. Presentose oblicuamente contra el
viento, giro en angulo recto contra toda la fuerza del aire y finalmente quedo
suspendida en la direccion del viento, hasta que desaparecio en la oscuridad.
Un dibujo hecho en la bitacora del capitan tiene una semejanza sorprendente
con los dibujos de platillos que se han hechos en los ultimos años
En la noche del domingo 9 de febrero de 1913, millares de
personas observaron con espanto unas igneas formaciones que avanzaban en linea
recta desde Saskatchewan, Canada, y a traves de una parte de los EEUU hasta
las Bermudas. Los observadores creyeron al principio que se trataba de un
cohete gigante, pero no cayo. A medida que crecia, el igneo cuerpo al rojo se
iba asemejando, ya a un objeto con disposicion triangular de 3 colas, ya a
tres cuerpos distintos en formacion de V. El modo de avanzar era particularmente intencionado para ser un meteoro.

Fabio Zerpa tiene razón?

El FEDERAL. Febrero 2009, por Alejandro Lingenti

No son pocos los que aseguran que aquello que Andrés Calamaro afirmaba en la canción de apertura de su debut como solista en 1984 es cierto, que Zerpa no miente, que hay marcianos entre la gente yque vienen en son de paz, que traen amor a una civilización que lo necesita imperiosamente. Eso decía Calamaro. Eso, más o menos, dice Zerpa, un caso extraordinario de self made man, un ejemplo notable de los resultados de una buena operación de márketing, un curioso modelo de persistencia a lo largo de los años.
Zerpa habló de vida extraterrestre por primera vez a fines de la década del 50, y hoy, más de medio siglo después, insiste. Y aclara que lo suyo no es mcta creencia, que es plena convicción, que tiene pruebas. Quizás esas pruebas no sean suficientes para los más exigentes. Creer en la vida extraterrestre, en suma, puede set una cuestión de fe. Zerpa llegó de su Uruguay natal en 1959, en la mis
ma época que llegaron a Buenos Aires dos compatriotas suyos que terminaron triunfando, Juan Carlos Mareco y Julio Sosa, compañero de pensión de Zerpa y agudo lector de Proust, Sartre y Kierkegaard, según don Fabio. Empezó trabajando corno,actor (‘hice joyce, Shakes peare, Moliére, O’Neill, Anouilh”, informa orgulloso), se hizo fanático del tango (hoy es miembro destacado de la Academia Nacional), se estableció en la ciudad y un día, luego dç un episodio que él consideró revelador, decidió dejar la actuación para dedicarse a la investigación.
Había trabajado en TV (El amor tiene cara de mujer, Cuatro hombres para Eva), en cine -películas no demasiado taquilleras, dos de ellas en el exterior, según él mismo aclara- y hasta se dio el lujo de convocar a Astor Piazzolla para que metiera un bandonéon sobre el final del acto en el que Orestes, el personaje que encarnó en una versión de Electra, de Sófocles, recita un largo monólogo. Viajó más de cuarenta veces a Machu Picchu con contingentes de seguidores de sus enseñanzas, hizo una experiencia con peyote con Carlos Castaneda, por la cual dice haber descubierto “la sabiduría de los pueblos ancestrales a través de plantas sagradas que son enteógenas y no alucinógenas, como suelen decir”. Cuenta que alguna gente lo confunde por la calle con Cacho Fontana y sostiene que Gardel, Troilo y Piazzolla son “las tres bisagras de la historia del tango”.
Cosechó grandes amigos en el antbiente artístico -Carlos Estrada, Carlos Carelia, Norma Aleandro, Alfredo Aleón, Ernesto Bianco- y fue elegido por Steven Spielberg para presentar en Argentuza, Uruguay y Chile el estreno de Encuentros cercanos del tercer tipo. Acaba de cumplir 80 años y planea un 2009 con mucha actividad y un par de sorpresas:
ya está en marcha una biografía autorizada que probablemente edite Atlántida (titulada, obviamente, “Fabio Zerpa tiene razón”) y un disco homenaje que produce Hugo Bistolfi, integrante de la
banda heavy Rata Blanca, y en el que participan Adrián Barilari, JAF y, cómo no, Marciano Cantero. Con ustedes, Fabio Zerpa, hacia el infinito y más allá.
-Cómo empezó con sus investigaciones?
-Este año estoy cumpliendo 50 años de investigación de lo vida extraterrestre. Todo empezó el 17 de noviembre de 1959. Yo estaba filmando una serie de TV, Cóndores de acero, para el viejo Canal 7. Hacíamos exteriores en la VII Brigada de Morón, y en las escenas con piruetas aéreas me doblaba un capitán de la Fuerza Aérea, Alexis de Nogaetz. Un día, De Nogaetz me pregunta si quiero ir a practicar a un polígono de tiro en la isla de Mazaruca, en el delta entrerriano. Acepté, y nos fuimos en un viejo Morane Saulnier. Cuando estábamos a unos 800 metros sobre el nivel del mar, a la altura de San Miguel, me dice:
“Mirá lo que se ve a tu izquierda”. Y veo un aparato alargado, cori la forma de un
bolígrafo gigante, de unos 250 metros de largo. Lo teníamos a unos mil metros de distancia. Fará un instante, luego hizo un ángulo de 60 grados y se fue. Sorprendido, le pregunté a Alexis qué era eso, y sin dudarlo me contestó “un plato volador”. De ahí en más empecé a indagar, y había dos hipótesis: se trataba efectivamente de naves extraterrestres o era un arma secreta de las potencias. Ya en la década del 60, de todos modos, quedó descartada la hipótesis del arma secreta por trinchas estudiosos, El mismo día queme pasó esto con De Nogaerz, me quedé a cenar en el casino de oficiales. El capitán me advirtió que no comentara nada porque había una prohibición expresa del gobierno norteamericano. Sin embargo, también me dijo que otro capitán, Carlos Corradetti, era una persona de mente más abierta, a la que podía contarle, manteniendo la reserva con los demás, lo que nos había pasado. Y Corradetti sabía del tema. Me contó
que tenía un libro, Ely ing Saucers From Outer Space, de un investigador militar norteamericano, Donaid Keyhoe, que incluso estaba en la biblioteca de la Aeronáutica y era considerado un texto científico. Esa misma noche me devoré ese libro. Tenía una gran cantidad de testimonios de gente que había visto platos voladores en las décadas del 40 y del 50.
Fue en ese momento que se despertó en mi lo que siempre tuve, lo que apliqué en las diferentes disciplinas en las que me involucré: el teatro, la radio, el cine... En todos esos terrenos, mi principal móvil fue la investigación. El camino de la investigación implica encontrare1 sí y el no. Por eso me niego a que me describan como científico, porque la ciencia elige el camino de la ortodoxia y yo elegí el de la heterodoxia: el ocultismo, el esoterismo son para mí tan válidos como la ciencia.
-Y qué les contesta a los que dicen que no tiene pruebas de lo que afirma?
-Me he dedicado a estudiar cincuenta años al hombre y al cosmos, a investigar sin preconceptos y a aceptar el sí y el no. Yo no creo por creer, sino que afirmo que existe la vida extraterrestre, así como afirmo que existe Dios en base a lo que pude investigar en mis estudios sobre las vidas pasadas, que me ha Ile-
vado a darme cuenta de la existencia de una luz, una divinidad, o como queramos llamarle, que auténticamente ordena que estemos haciendo esta nota, por ejemplo. Yo fui encontrando pautas de comportamiento que prueban que estos ovnis son extraterrestres, que no quiere decir que sean de Júpiter o Saturno, sino que pueden provenir de mundos ocultos, paralelos. Albert Einstein barajó la posibilidad de los viajes en el tiempo, la idea de que nuestros nietos viajan hacia atrás para venir a vernos. Pero lo fenoménico no es lo más importante o lo único: más allá de que uno vea un plato volador, existen otro tipo de experiencias, las que están muy bien determinadas en la “calificación Zerpa”. Las clasificaciones de primer, segundo y tercer tipo son del doctor Joseph Allen Hynek, uno de los diez astrónomos más importantes del mundo, que en la década del 70 aseguró en un Congreso en Washington que “los ovnis existen y son extraterrestres”. Hynek fue asesor de Steven Spielberg en la película Encuentros cercanos del tercer tipo (1978). En algún momento yo me encontré con Hynek en un Congreso y le dije que me parecía que nos quedábamus cortos con estas clasificaciones. Y propongo entonces la calificación que incluye los contactos del cuarto tipo
(cuando el terrestre es introducido dentro de la nave, es abducido) y del quinto tipo (los contactos telepáticos con los extraterrestres). Hemos vivido 2.160 años con miedos que nos determinan política y culturalmente. Luque yo digo es que hay que dejar el miedo de lado, estar abierto a nuevas experiencias. Es lo que propongo en esta nueva disciplina que vengo desarrollando en los últimos años, llamada “Sabiduría del Ser”. En la universidad, lo que se ofrece es el conocimiento, pero no nos preparan como seres humanos. Los extraterrestres, con la tecnología de avanzada que tienen, podrían invadir la Tierra, y sin embargo vienen en son de paz, con un conocimiento acabado de la espiritualidad, que es lo que se viene en el siglo XXI, una
transformación, un cambio realmente radical e inexorable. El planeta sale de la constelación de Piscis y entra en la de Acuario, que astrológicamente significa el saber. Hay un gran filósofo francés, Andre Malraux, que afirmó que el “siglo XXI será espiritual o no será”. Creo que estaba en lo cierto.
-¿Qué relación hay entre la vida extraterrestre y sus investigaciones sobre las vidas pasadas?
-Está todo en el terreno de la espiritualidad. En 1971, Hamendras Nat Banerjee, un investigador que era en aquel entonces vicerrector de la Universidad de Jaipur, en la India, viene a dar una serie de conferencias de las que fui presentador. Le pregunté cuál era su especialidad y me dijo que era la memoria extracerebral. que no es nada más ni nada menos que la investigación de las vidas pasadas. Yo soy católico apostólico romano culturalmente. y se sabe que para ese dogma no existe la reencarnación, pero mis experiencias con 11 mil consultantes en los dieciocho países en los que viví me demostraron lo contrario. Estudié casi todas las religiones existentes y todas pregonaban lo que vamos a vivir en el siglo XXI, que es el tiempo del amor.
-iEncontró que alguno de esos consultantes fue en una vida pasada algún personaje histórico reconocido?
-Sí, yo lo paso a una vida pasada y le reproduzco los sucesos a través de la sofrología, una disciplina que creó el doctor colombiano Alfonso Ca~ cedo. Se utiliza un regresión de memoria para revivir experiencias, conflicrós, enioclones agradables o desagradables de vidas pasadas. La memoria exrracerebral ya era investigada por Carl Jung y, en la antigüedad, por los orientales (ellos lo llamaban “registro akáshico”). No es lo mismo que la hipnosis, que trabaja en niveles muy profundos de conciencia y no permite que la persona recuerde nada luego de la sesión. En la sofrología cuántica, en cambio, se trabaja en un ritmo más liviano, el estado Alfa, y la persona revive y siente todas las sensaciones en el momento de la sesión y ya no las olvida. Yo le agregué la palabra “cuántica” a la disciplina porque hago algo qtie no hacía Caycedo: estudiar, ini estigar la invisibilidad del ser humano, su espiritualidad. EnLre una z ida física y otra hay un período que el doctor canadiense J oel Wilcorr denominá “entrevidas”. Yo lo llanto “raer de la eerciidod” Mocee e1 cuerpo, la personalidad, pero no el yo. Uno está flotando, sabiendo quién es, pero con una paz que no se encuentra en el mundo terrenal. La muerte no existe, rodos vamos a ese mar de la serenidad, Yodudabade esto, pero tuve evidencias. De las 11 niil personas que me consultaron, sólo una docena fueron personajes notables en otros vidas: Abraham Lincoln, por ejemplo. Un consultante en España era Lincoln. Yo fui un vienés en el siglo XIX, y me pasaron dos cosas que considero pautas de comportamiento: cuando vivía en Uruguay, de muy joven, soñaba con valses vieneses -y resulta que esta persona que fui en una vida pasada hasta era amigo de Johan Strauss- y, por otra parre, cuando caminé por primera vez por Viena, había muchísimas cosas que me resultaban familiares. Para mí, ésas son evidencias.

Incidente Roswell

Revista Conozca Mas nro 83, por Abel Gonzalez

En el ardiente desierto de Nuevo México, en los Estados Unidos, hay un imaginario triángulo donde la geografía se convierte en historia y la historia en misterio. Allí, en la terrible década del '40 -años de guerra y muerte-, se escribió una de las más horrorosas crónicas de la humanidad. En el vértice superior de ese triángulo se levantaba -y existe todavía- una pequeña localidad que alguna vez pudo ser comparada con el infierno. Se llama Los Alamos y ahí se fabricó la bomba atómica que diezmó la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. En el lugar donde se forma el ángulo Este, había -en esa época una base de la fuerza aérea norteamericana de la cual despegó el B-29 Enola Gay que arrojó la bomba. Los ajetreados hangares de la escuadrilla 509 se recostaban, por aquél entonces, contra los fondos de un tranquilo pueblito llamado Roswell, que no tardaría en hacerse famoso en todo el mundo. Hacia el Oeste, en el último de los vértices, el desierto se transforma, aún hoy, en una insondable planicie que en los catastros locales figura con el nombre de San Agustín. Dentro del perímetro de esa figura geométrica -donde los días son ardientes y las noches heladas- hay una sucesi6n de parajes solitarios, enigmáticos y de siniestra memoria. Uno de ellos es Trinity, donde se ensayó en 1945 el primer artefacto nuclear hecho por el hombre; otro es un manto de arenas calcinadas, White Sands, donde se probaron los primeros misiles norteamericanos de largo alcance, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, más allá de unos montes grisáseos, se yergue el caserío rural de Corona, donde la noche del 2 de julio de 1947-en medio de una tormenta eléctrica- se habría estrellado un ovni contra la tierra. El crash de Corona,
como lo llaman los norteamericanos, se iba a convertir, pasando el tiempo, en un complicado, oscuro affaire (el incidente de Roswell) del cual se sospecha más de lo que se sabe. Horas después de ese primer crash, se hallaron los presuntos restos de otra nave desconocida, que supuestamente había caído en la planicie de San Agustín.
Varios testigos dicen haber visto allí a cuatro criaturas no humanas (tres de ellas muertas), que fueron retiradas del sitio por soldados fuertemente armados, pertenecientes a la base militar de Roswell. Ese es el escenario el triángulo enigmático y trágico donde se desarrollaron los acontecimientos que iban a termina1 el mes pasado, con la divulgación de una película donde se muestra la autopsia de uno de esos extraños seres de ojos hundidos, que mostraban un cráneo prominente y que tenían seis dedos en cada mano. Antes de transitar por los recovecos de esta historia -para descifrar, al menos, algunas de sus claves- hay que tener en cuenta un par de cosas. La Palabra ovni (que en realidad es un acrónimo, una sigla que quiere decir Objeto Volador No Identificado) era muy nueva en 1947 y no tenía aún el significado de nave extraterrestre que fue adoptando con los años. Un ovni, en esos momentos de guerra fría, era eso: un objeto que iba por el aire y cuya identidad y procedencia no podían establecerse. Hoy, ovni es siempre sinónimo de extraterrestre. A su vez, la expresión "plato volador" (que ya casi no se usa) nació exactamente el 24 de junio de 1947, en el estado de Washington, unas pocas semanas ante del incidente de Roswell. Ese día, el veterano piloto kenneth Arnold observó, mientras volaba sobre el monte Rainier, unas luces brillantes en el cielo que se acercaron velozmente a su máquina. Tenían la forma de un plato invertido de gran tamaño y parecían propulsadas por una rara energía que no era de este mundo. La detallada descripción que hizo de estas luces, de estos aparatos, dio la vuelta al planeta y alentó la imaginación de muchos. Así, de esta simple manera, empezó todo esto que vamos a contar y que arranca con el crash de Corona.
El 3 de julio de 1947 (corrigiendo nuestra nota del numero anterior; y no el 5 como dicen algunas fuentes), un pastor del lugar, llamado William MacBrazel, salió a recorrer el campo en busca de los posibles daños producidos
por la tormenta eléctrica de la noche anterior. Revisó las cercas y los molinos de viento y encontró que todo estaba en orden.
Cuando ya casi regresaba a la casa, vio detrás de una suave colina una serie de extraños objetos esparcidos sobre una gran extensión de terreno. Como estaba en compañía de un chico vecino -Dee Proctor-, entre los dos recogieron algunos de esos restos y los guardaron en el galpón de las herramientas. El día 6, Brazel fue a Corona para efectuar algunas compras y aprovechó el viaje para contarle al sheriff del condado, George Wilcox, lo que había visto. El alguacil, como Mac le había dicho que quizá se tratara de los restos de un avión accidentado, dio aviso a la fuerza aérea del singular hallazgo.
Después de haber examinado algunos de los objetos que Brazel había llevado en su camioneta, el jefe de seguridad de la base, mayor Jesse Marcel, se dirigió en un jeep a la zona señalada por el pastor en compañía de un oficial de inteligencia de apellido Cavin. Como los caminos estaban casi intransitables (en ese momento aún no habían sido pavimentados), llegaron cuando ya anochecía. Comieron las provisiones que llevaban, encendieron un fuego y se acostaron en sus bolsas de dormir. Antes de salir el sol ya habían llenado la parte trasera del vehículo con una gran cantidad de objetos encontrados por Brazel y que Marce no pudo identificar.
Mientras tanto, en el pueblo ya se había corrido la noticia del curioso hallazgo y comenzaron a tejerse las hipótesis más diversas. Hasta la radio local se hizo eco de los rumores. Cuando Marcel llegó al cuartel, una decena de personas -entre ellos los periodistas del Roswell Daily Record- esperaban en la puerta de entrada. Pero el jeep pasó como una exhalación y se perdió en medio de oficinas y hangares.
Un rato más tarde, el oficial de relaciones públicas Walter Haut -por orden del coronel William Blanchard jefe de la fuerza en Roswell- difundió un comunicado en el cual se decía, textualmente, "que (a Fuerza Aérea había recuperado los restos de un plato volador". La noticia dio la vuelta al mundo y cincuenta años después aún sigue provocando polémicas.
Al día siguiente se realizó una conferencia de prensa donde el mismo Marcel mostró a los cronistas y fotógrafos los ya famosos restos, asegurando que eran partes de un globo meteorológico que se había estrellado cerca del rancho de Brazel. De esa forma, los militares desmentían lo que habían afirmado pocas horas antes. ¿Por qué cambiaron su primera versión? ¿Qué había pasado? Algunos afirman que no ocurrió nada. Que simplemente los materiales desconocidos habían podido ser identificados y que no existía contradicción alguna entre el comunicado que hablaba de un ovni (un plato volador, un objeto no identificado) y lo que se dijo en la conferencia de prensa.

Muchos, en cambio, sostienen otras hipótesis. Los escépticos (aquellos que no creen en la existencia de naves extraterrestres) lo explicaron en aquella época, de la siguiente manera. En esos años, al gobierno norteamericano le interesaba saber si los soviéticos habían desarrollado ya alguna bomba atómica. Con ese fin, el presidente Harry Truman, puso en marcha el proyecto Mogul, que consistía en el lanzamiento de unos globos de nuevo tipo, capaces de remontarse a grandes alturas y que estaban provistos de un sotisticado radar capaz de detectar cualquier explosión nuclear que se produjera en la Unión Soviética. El Pentágono y el FBI (la CIA todavía no había sido fundada) habían clasificado a la operación Mogul como "top secret". Por eso, cuando Mac Brazel encontró los restos de uno de esos globos (y que por ser de diseño y materiales secretos no pudo ser identificado por los militares que ignoraban su existencia) el gobierno puso en marcha una maniobra de silencio y contusión. En 1978, Jess Marcel declaró que aquella noche de 1947 había recibido órdenes precisas de decir, en la conferencia de prensa, que lo que tenían los reporteros delante de sus ojos eran partes de un simple globo meteorológico. De ese modo, lo que había hecho la Casa Blanca era ocultar la circunstancia de que estaba espiando a la Unión Soviética, que había sido su aliada durante la reciente Segunda Guerra Mundial. Algo de razón tenían. Al menos así lo confirmó, con algunas variantes, la fuerza aérea en 1994 (ver recuadro). La explicación satisface a quienes ven en los casos de ovnis (con el término ya referido a su moderno significado) un curioso fenómeno de masas, una indescifrable alucinación colectiva. No es el caso de los ufólogos (ufo, en inglés, es la sigla equivalente a ovni), que han estudiado el incidente de Roswell. El físico Stanton Friedman da otra versión en su libro Crash at Corona. Según afirma él, basándose en numerosos testimonios, esa noche del 2 de julio de 1947 se produjo otro crash además del de Corona. La segunda nave cayó en la planicie de San Agustín y es allí donde se encontraron restos de cuatro extraterrestres, como en seguida veremos.
San Agustín, en realidad, es una meseta formada por el lecho de un enorme lago seco; muy cerca del cual está la Curva de los Murciélagos. Este sitio es muy frecuentado por los arqueólogos, ya que en esa caverna se desenterraron los primeros vestigios, de hace 4.500 años, de la más primitiva agricultura en suelo norteamericano. Conviene recordar este dato cuando se lean los testimonios que siguen.
Casi en el mismo momento en que se llevaba acabo la conferencia de prensa en la base de Roswell, un grupo de personas se desplazaba por San Agustín en busca de ágatas, en especial de una variedad muy apreciada que se llama ágata herrumbrada y que sólo se encuentra en ese sitio. En ese grupo iba el joven Gerald Anderson, su hermano Glenn -mayor que él-, su padre, su tío Ted y su primo Victor. Fue éste quien vio, en una hondonada, un extraño cilindro, de metal plateado, en medio de un amasijo de cables retorcidos y otros objetos imposible de identificar. Friedman recogió, en 1990, el apasionante retrato de Gerald Anderson. Lo que sigue es una sinopsis de lo que vio aquél día. Esa cosa estaba incrustada en el suelo y antes de caer debía haber golpeado contra (os árboles, pues muchos de ellos tenían la copa quebrada. Yo quise acercarme,
pero mi padre me gritó que me detuviera. Durante largos minutos la miramos de lejos y en completo silencio. De pronto mi hermano dijo que era una nave espacial, una nave marciana. En ese momento sentí miedo y me acerqué a mi primo. Alrededor del cilindro la tierra estaba Calcinada y aún se veía un pequeño fuego en uno de los lados más aguzados. Cerca de ahí vimos tres extrañas criaturas que yacían sobre el suelo. Dos estaban completamente inmóviles y la tercera respiraba con dificultad. Apoyado contra el cilindro, sentado en la tierra como si estuviese aturdido, había otro de estos pequeños seres. Estaba vivo, aunque herido en un hombro, y nos miró con terror cuando nos acercamos. Los cuatro eran muy parecidos, medían alrededor de un metro sesenta, tenían ojos hundidos, eran pelados y vestían una suerte de mameluco de una tela que parecía metal. Intentamos hablar con el sobreviviente pero no logramos que nos entendiera. Estábamos en eso cuando vimos que se acercaba un grupo de cinco jóvenes acompañados de una persona mayor.
Después supimos que era el doctor Buskirk, un antropólogo que exploraba la zona en compañía de algunos de sus alumnos de la universidad de Albuquerque. Intentó hablar con el pequeño hombre en varios idiomas, pero lo único que consiguió fue asustarlo aún más. En eso oímos que se acercaba una camioneta que llevaba una antena de radio. Era el ingeniero Barney Barnen, que estaba trabajando en ese lugar por cuenta de una compañía petrolera. En realidad ya no sabíamos qué hacer sobre todo porque el herido que respiraba con dificultad parecía haber muerto. Habría pasado algo más de una hora cuando llegaron dos camiones de la base de Roswell, al mando de un teniente de color. Un sargento nos echó a todos de la zona después de anotar nuestros nombres y dirección y cercaron el sitio con una cinta amarilla que sujetaron a unas estacas de madera. Nunca más volví a saber de esa gente hasta que años después leí un artículo sobre este caso en un periódico de Santa Fe.
Todos los testigos, de una u otra forma, dejaron su propio relato del extraño acontecimiento que les había tocado vivir en San Agustín aquél día de Julio de 1947. Gerald Anderson fue examinado por varios psiquiatras que certificaron que es una persona común y corriente, según dice Friedman. Pero eso no es todo. Glenn Dennis, encargado de los entierros en la base de Roswell, declaró, en 1990, que él había acondicionado los cadáveres de cuatro increíbles hombrecitos, en 1947, que después fueron cargados en un avión que los llevó a la base aérea de Fon Whorth, en Texas, sede de la Octava Brigada. El funebrero Dennis, en 1991, reconstruyó los hechos que le tocó vivir y proporcionó algunos datos muy discutidos. Reconoce que él no estuvo presente en la ya célebre disección de Roswell. Pero dijo que la enfermera que ayudó a los médicos le contó con lujo de detalles todo lo que pasó esa noche.
Recordando aquél relato es que pudo trazar unos dibujos que concuerdan sorprendentemente con las imágenes del film. Es probable, si todo ocurrió como dicen los ufólogos, que uno de esos cadáveres sea el que aparece en el controvertido film que muestra la autopsia de un supuesto extraterrestre. Causa angustia pensar en un ilusorio ejercicio de la imaginación que tal vez se trate de aquella temerosa criatura que Gerald Anderson recuerda haber hallado con vida, en la desolada planicie.

Enigma olvidado: Los hombres pez

Revista Codigo X. Año 1 nro 2, nota de Redacción


Algo relativamente olvidado para los amantes de los misterios y que sin embargo fue tema de amplio debate en tiempos lejanos, es la leyenda del hombre pez ¿leyenda? Porque esa es la cuestión ¿se trata de una leyenda?

De entre los sucesos enigmáticos de la historia pocos están tan ampliamente documentados y recogidos en crónicas serias de la época como las apariciones de unos llamados hombres-pez. Y si hacemos caso a las crónicas antiguas para escribir la Historia ¿porqué pasamos éstas como pura fantasía?

Dentro del capitulo de las leyendas relativas a seres acuáticos, y aparte de los míticos tritones, nereidas y sirenas, se inscriben las de los hombres-pez u hombres marinos.
Se trata casi siempre de una historia semejante, de seres, en principio, totalmente humanos, pero que un buen día sintieron la llamada de las aguas y se lanzaron a vivir en el océano. Hay noticias diversas y muy antiguas sobre estos seres legendarios. Plinio ya da conocimiento de dos de ellos, uno visto precisamente en las aguas atlánticas de la bahía de Cádiz. Eliano, Pausanías, Belonio Nauclero, Lilio Giraldo y Alejandro de Alejandro son algunos otros de los cronistas que reseñan apariciones de estos fantásticos hombres-pez. Pedro Mexía, en su “Silva de Varia Lección”, Juan de Mandevilla en el “Libro de las maravillas del mundo”, aparecido por primera vez en Valencia en 1515, y Antonio de Torquemada en su “Jardín de flores curiosas”, publicado en Salamanca en el año 1570, son los españoles anteriores al siglo XVIII que se hacen eco de las curiosas noticias de estos extraños personajes acuáticos.

Pero el relato que presenta mayor número de
detalles y que resulta de un singular interés por el carácter racionalista y desmitificador de quien escribe sobre él, es el del hombrepez de Liérganes, que aparece reseñado por primera vez en el volumen VI del Teatro Crítico Universal (1726-1740) de fray Benito Jerónimo Feijoo. La historia, tal y como la cuenta el ilustrado fraile -documentada a su vez en testimonios y tradiciones que en su tiempo eran “de actualidad”-, es más o menos como sigue.

Ea el lugar de Liérganes, cercano a la villa de Santander, actual comunidad autónoma de Cantabria, vivía en la segunda mitad del siglo XVII el matrimonio formado por Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. La mujer. al enviudar, mandó al segundo de ellos, Francisco. a Bilbao. para que aprendiese el oficio de carpintero. Allí
vivía el joven Francisco cuando, la víspera del día de San Juan del año 1674, se fue a nadar con unos amigos al río. El joven se desnudó, entró en el agua y se fue nadando río abajo, hasta perderse de vista. Según parece, el muchacho era un excelente nadador y sus compañeros no temieron por él hasta pasadas unas horas. Entonces, al ver que no regresaba, le dieron por ahogado. Cinco años más tarde, en 1679, mientras unos pescadores faenaban en la bahía de Cádiz, se les apareció un ser acuático extraño, con apariencia humana. Cuando se acercaron a él para ver de qué se trataba, desapareció. La insólita aparición se repitió por varios días, hasta que finalmente pudieron atraparlo, cebándolo con pedazos de pan y cercándolo con las redes. Cuando lo subieron a cubierta comprobaron con asombro que el extraño ser era un hombre joven, corpulento, de tez pálí
da y cabello rojizo y ralo; las únicas particularidades eran una cinta de escamas que descendía de la garganta hasta el estómago, otra que cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas. como corroídas por el salitre.

Los pescadores llevaron al extraño sujeto al convento de San Francisco donde, después de conjurar a los espíritus malignos que pudiera contener -costumbre habitual para aquel entonces no solamente para casos como este, sino para el que presentara cualquier anomalía menor-, le interrogaron en varios idiomas sin obtener de él respuesta alguna. Al cabo de unos días, los esfuerzos de los frailes en hacerlo hablar se vieron recompensados con una palabra: -Liérganes.

El suceso corrió de boca en boca, y nadie encontraba explicación alguna al vocablo hasta que un mozo montañés, que trabajaba en Cádiz, comentó que por sus tierras había un lugar que se llamaba así. Don Domingo de la Cantolla, secretario de la Inquisición, confirmó la existencia de Liérganes como un lugar cercano a Santander, perteneciente al arzobispado de Burgos, y del cual él era oriundo. De inmediato mandó noticia del hallazgo efectuado en Cádiz a sus parientes, solicitando que informaran de si allí había ocurrido algún suceso que pudiese tener conexión con el extraño sujeto que tenían en el convento. De Liérganes respondieron que de allí solamente faltaba en los últimos tiempos un tal Francisco de la Vega, hijo de la viuda María de Casar, mientras nadaba en el río de Bilbao; pero que esto había ocurrido cinco años atrás.

Esta respuesta excitó la curiosidad de Juan Rosendo, fraile del convento, quien, deseoso de comprobar si el joven sacado de la mar y Francisco de la Vega eran la misma persona, se encaminó con él hacia Liérganes. Cuando llegaron al monte que llaman de la Dehesa, a un cuarto de legua del pueblo, el religioso mandó al joven a que se adelantara hasta allí. Así lo hizo su silencioso acompañante, que se dirigió directamente hacia Liérganes, sin errar una sola vez al camino; ya en el caserío, se encaminó sin dudar hacia la casa de María de Casar. Ésta, en cuanto le vio, le reconoció como su hijo Francisco, al igual que dos de sus hermanos que se hallaban en casa.

El joven Francisco se quedó en casa de su madre, donde vivía tranquilo, sin mostrar el menor interés por nada ni por nadie. Siempre iba descalzo, y si no le daban ropa no se vestía y andaba desnudo con absoluta indiferencia. No hablaba; sólo de vez en cuando
pronunciaba las palabras “tabaco”, “pan” y “vino”, pero sin relación directa con el deseo de fumar o comer. Cuando comía lo hacia con avidez, para luego pasarse cuatro o cinco días sin probar bocado. Era dócil y servicial; si se le mandaba algún recado lo cumplía con puntualidad, pero jamás mostraba entusiasmo por nada. Por todo ello se le creía loco hasta que un día, casi diez años después, vieron unos vecinos como Francisco, ya un hombre de mediana edad, se adentraba en el mar y allí desapareció de nuevo, sin que se supiera nunca nada más de él.

Hasta ahí el relato resumido, tal y como lo expone el padre Feijoo. En su obra, el fraile abunda en detalles y da los nombres de quienes le impulsaron a reseñar este suceso, ante el cual, en un principio, se mostró escéptico, y al que sólo dio crédito tras recabar información de personajes que merecían su confianza, como el marqués de Valbuena, de Santander, don Gaspar Melchor de la Riba Agüero, caballero de la orden de Santiago y natural de Gajano, pueblo cercano a Liérganes, y don Dionisio Rubalcava de Solares, que conoció y trató a Francisco de la Vega. Hay otros hombres, que por sus cargos y edad parecen ser de toda fiabilidad, que registraron el suceso con las declaraciones de testigos incluidos.

La existencia de los hombres marinos la explica Feijoo a base de la adaptación al medio. Razona que sí a una natural inclinación hacia el mar y una especial predisposición para la natación, se añade la práctica continuada, tanto del ejercicio natatorio como de la retención de la respiración, se podría llegar a resultados sorprendentes, como los que lograron estos singulares sujetos. Aceptada la posibilidad de existencia de estos individuos, cabe la posibilidad de que hombres y mujeres con estas habilidades tuviesen, por causas diversas, que buscar refugio en la solitaria vida marina. A partir de aquí, la existencia de una raza de hombres marinos, herederos de las facultades de unos padres adaptados al medio acuático, es del todo admisible.

Ya en nuestro siglo, el doctor Gregorio Marañón volvió a interesarse por la leyenda del hombre pez de Liérganes, y en su libro “Las ideas biológicas del padre Feijoo” dedica un capítulo entero a la leyenda y a los argumentos presuntamente científicos que utilizó el ilustrado para justificar la existencia de los hombres marinos.

A partir de toda la serie de datos recogidos,
Marañón formula la hipótesis de que Francisco de la Vega padeciese cretinismo, enfermedad caracterizada por una detención del desarrollo fisico y mental y acompañada de deformaciones. Esta es la causa de que un buen día el joven Francisco, ‘idiota y casi mudo’, abandonase su lugar habitual de residencia y vagase por tierra o quizá por mar, “pero no nadando”, hasta que se le localizó de nuevo en Cádiz. La coincidencia de que desapareciese bañándose y que se le localizase de nuevo en el mar, junto con la incapacidad del muchacho para dar cualquier explicación, tejió la leyenda de los cincos años de vida marina.

La mudez, la tez blanca, el pelo rojizo, la piel escamosa -debido probablemente a la ictiosis-, la glotonería y el hecho de comerse las uñas, datos todos que aparecen en el relato del padre Feijoo, interpretados desde un punto de vista clínico, no son sino síntomas de cretinismo, enfermedad endémica propia de regiones montañosas, y entonces frecuente en la montaña santanderina.

La habilidad de Francisco de la Vega en la natación y su resistencia en las inmersiones. las explica Marañón a través de la insuficiencia tiroidea, con frecuencia ligada a las personas que padecen ictiosis. Se ha podido comprobar experimentalmente que, cuanto menor es la cantidad de tiroxina segregada, tanto menor es la necesidad de oxígeno, y por tanto mayor el tiempo de resistencia del organismo a situaciones en que falta este elemento.

De todos modos, después de leer la historia de Feijoo y la explicación del doctor
Marañón, se nos plantea una duda: Francisco de la Vega, ¿era realmente un cretino? Lo cierto es que no se dice nada de eso antes de la desaparición del muchacho en el río de Bilbao, y tan sólo se alude a su silencio y locura después de su reaparición en Cádiz. Aunque la interpretación del suceso que ofrece Marañón es ingeniosa y parece dar una respuesta lógica (dentro de la lógica científico- experimental típica del siglo XX) al fenómeno del hombre-pez, nuestro doctor, muy prudentemente -como corresponde a todo buen espíritu científico- se muestra abierto a valorar cualquier otra posible explicación que se pueda dar a tenor de nuevos datos. No se atreve a hablar, aunque lo insinúa, de una remota posibilidad de mutación genética; ciencia entonces no tan avanzada como ahora mismo.


Otra posible explicación es inversa a la de la mutación.

Según esta última teoría los mutantes seríamos nosotros, la especie humana que evolucionó desde seres acuáticos -veamos las narraciones de todas las culturas del mundo sobre que nuestros antepasados eran similares a peces- y este -y otros- hombres pez no eran sino especímenes de nuestro género que recibieron y desarrollaron genes de esas épocas remotas, en una transmisión genética que hoy sabemos es posible.

¿Es esta última la más razonable explicación? Si fuera así se abriría un nuevo campo a la comprensión de muchos fenómenos misteriosos.

Redacción.-