domingo, 30 de enero de 2011

Fabio Zerpa tiene razón?

El FEDERAL. Febrero 2009, por Alejandro Lingenti

No son pocos los que aseguran que aquello que Andrés Calamaro afirmaba en la canción de apertura de su debut como solista en 1984 es cierto, que Zerpa no miente, que hay marcianos entre la gente yque vienen en son de paz, que traen amor a una civilización que lo necesita imperiosamente. Eso decía Calamaro. Eso, más o menos, dice Zerpa, un caso extraordinario de self made man, un ejemplo notable de los resultados de una buena operación de márketing, un curioso modelo de persistencia a lo largo de los años.
Zerpa habló de vida extraterrestre por primera vez a fines de la década del 50, y hoy, más de medio siglo después, insiste. Y aclara que lo suyo no es mcta creencia, que es plena convicción, que tiene pruebas. Quizás esas pruebas no sean suficientes para los más exigentes. Creer en la vida extraterrestre, en suma, puede set una cuestión de fe. Zerpa llegó de su Uruguay natal en 1959, en la mis
ma época que llegaron a Buenos Aires dos compatriotas suyos que terminaron triunfando, Juan Carlos Mareco y Julio Sosa, compañero de pensión de Zerpa y agudo lector de Proust, Sartre y Kierkegaard, según don Fabio. Empezó trabajando corno,actor (‘hice joyce, Shakes peare, Moliére, O’Neill, Anouilh”, informa orgulloso), se hizo fanático del tango (hoy es miembro destacado de la Academia Nacional), se estableció en la ciudad y un día, luego dç un episodio que él consideró revelador, decidió dejar la actuación para dedicarse a la investigación.
Había trabajado en TV (El amor tiene cara de mujer, Cuatro hombres para Eva), en cine -películas no demasiado taquilleras, dos de ellas en el exterior, según él mismo aclara- y hasta se dio el lujo de convocar a Astor Piazzolla para que metiera un bandonéon sobre el final del acto en el que Orestes, el personaje que encarnó en una versión de Electra, de Sófocles, recita un largo monólogo. Viajó más de cuarenta veces a Machu Picchu con contingentes de seguidores de sus enseñanzas, hizo una experiencia con peyote con Carlos Castaneda, por la cual dice haber descubierto “la sabiduría de los pueblos ancestrales a través de plantas sagradas que son enteógenas y no alucinógenas, como suelen decir”. Cuenta que alguna gente lo confunde por la calle con Cacho Fontana y sostiene que Gardel, Troilo y Piazzolla son “las tres bisagras de la historia del tango”.
Cosechó grandes amigos en el antbiente artístico -Carlos Estrada, Carlos Carelia, Norma Aleandro, Alfredo Aleón, Ernesto Bianco- y fue elegido por Steven Spielberg para presentar en Argentuza, Uruguay y Chile el estreno de Encuentros cercanos del tercer tipo. Acaba de cumplir 80 años y planea un 2009 con mucha actividad y un par de sorpresas:
ya está en marcha una biografía autorizada que probablemente edite Atlántida (titulada, obviamente, “Fabio Zerpa tiene razón”) y un disco homenaje que produce Hugo Bistolfi, integrante de la
banda heavy Rata Blanca, y en el que participan Adrián Barilari, JAF y, cómo no, Marciano Cantero. Con ustedes, Fabio Zerpa, hacia el infinito y más allá.
-Cómo empezó con sus investigaciones?
-Este año estoy cumpliendo 50 años de investigación de lo vida extraterrestre. Todo empezó el 17 de noviembre de 1959. Yo estaba filmando una serie de TV, Cóndores de acero, para el viejo Canal 7. Hacíamos exteriores en la VII Brigada de Morón, y en las escenas con piruetas aéreas me doblaba un capitán de la Fuerza Aérea, Alexis de Nogaetz. Un día, De Nogaetz me pregunta si quiero ir a practicar a un polígono de tiro en la isla de Mazaruca, en el delta entrerriano. Acepté, y nos fuimos en un viejo Morane Saulnier. Cuando estábamos a unos 800 metros sobre el nivel del mar, a la altura de San Miguel, me dice:
“Mirá lo que se ve a tu izquierda”. Y veo un aparato alargado, cori la forma de un
bolígrafo gigante, de unos 250 metros de largo. Lo teníamos a unos mil metros de distancia. Fará un instante, luego hizo un ángulo de 60 grados y se fue. Sorprendido, le pregunté a Alexis qué era eso, y sin dudarlo me contestó “un plato volador”. De ahí en más empecé a indagar, y había dos hipótesis: se trataba efectivamente de naves extraterrestres o era un arma secreta de las potencias. Ya en la década del 60, de todos modos, quedó descartada la hipótesis del arma secreta por trinchas estudiosos, El mismo día queme pasó esto con De Nogaerz, me quedé a cenar en el casino de oficiales. El capitán me advirtió que no comentara nada porque había una prohibición expresa del gobierno norteamericano. Sin embargo, también me dijo que otro capitán, Carlos Corradetti, era una persona de mente más abierta, a la que podía contarle, manteniendo la reserva con los demás, lo que nos había pasado. Y Corradetti sabía del tema. Me contó
que tenía un libro, Ely ing Saucers From Outer Space, de un investigador militar norteamericano, Donaid Keyhoe, que incluso estaba en la biblioteca de la Aeronáutica y era considerado un texto científico. Esa misma noche me devoré ese libro. Tenía una gran cantidad de testimonios de gente que había visto platos voladores en las décadas del 40 y del 50.
Fue en ese momento que se despertó en mi lo que siempre tuve, lo que apliqué en las diferentes disciplinas en las que me involucré: el teatro, la radio, el cine... En todos esos terrenos, mi principal móvil fue la investigación. El camino de la investigación implica encontrare1 sí y el no. Por eso me niego a que me describan como científico, porque la ciencia elige el camino de la ortodoxia y yo elegí el de la heterodoxia: el ocultismo, el esoterismo son para mí tan válidos como la ciencia.
-Y qué les contesta a los que dicen que no tiene pruebas de lo que afirma?
-Me he dedicado a estudiar cincuenta años al hombre y al cosmos, a investigar sin preconceptos y a aceptar el sí y el no. Yo no creo por creer, sino que afirmo que existe la vida extraterrestre, así como afirmo que existe Dios en base a lo que pude investigar en mis estudios sobre las vidas pasadas, que me ha Ile-
vado a darme cuenta de la existencia de una luz, una divinidad, o como queramos llamarle, que auténticamente ordena que estemos haciendo esta nota, por ejemplo. Yo fui encontrando pautas de comportamiento que prueban que estos ovnis son extraterrestres, que no quiere decir que sean de Júpiter o Saturno, sino que pueden provenir de mundos ocultos, paralelos. Albert Einstein barajó la posibilidad de los viajes en el tiempo, la idea de que nuestros nietos viajan hacia atrás para venir a vernos. Pero lo fenoménico no es lo más importante o lo único: más allá de que uno vea un plato volador, existen otro tipo de experiencias, las que están muy bien determinadas en la “calificación Zerpa”. Las clasificaciones de primer, segundo y tercer tipo son del doctor Joseph Allen Hynek, uno de los diez astrónomos más importantes del mundo, que en la década del 70 aseguró en un Congreso en Washington que “los ovnis existen y son extraterrestres”. Hynek fue asesor de Steven Spielberg en la película Encuentros cercanos del tercer tipo (1978). En algún momento yo me encontré con Hynek en un Congreso y le dije que me parecía que nos quedábamus cortos con estas clasificaciones. Y propongo entonces la calificación que incluye los contactos del cuarto tipo
(cuando el terrestre es introducido dentro de la nave, es abducido) y del quinto tipo (los contactos telepáticos con los extraterrestres). Hemos vivido 2.160 años con miedos que nos determinan política y culturalmente. Luque yo digo es que hay que dejar el miedo de lado, estar abierto a nuevas experiencias. Es lo que propongo en esta nueva disciplina que vengo desarrollando en los últimos años, llamada “Sabiduría del Ser”. En la universidad, lo que se ofrece es el conocimiento, pero no nos preparan como seres humanos. Los extraterrestres, con la tecnología de avanzada que tienen, podrían invadir la Tierra, y sin embargo vienen en son de paz, con un conocimiento acabado de la espiritualidad, que es lo que se viene en el siglo XXI, una
transformación, un cambio realmente radical e inexorable. El planeta sale de la constelación de Piscis y entra en la de Acuario, que astrológicamente significa el saber. Hay un gran filósofo francés, Andre Malraux, que afirmó que el “siglo XXI será espiritual o no será”. Creo que estaba en lo cierto.
-¿Qué relación hay entre la vida extraterrestre y sus investigaciones sobre las vidas pasadas?
-Está todo en el terreno de la espiritualidad. En 1971, Hamendras Nat Banerjee, un investigador que era en aquel entonces vicerrector de la Universidad de Jaipur, en la India, viene a dar una serie de conferencias de las que fui presentador. Le pregunté cuál era su especialidad y me dijo que era la memoria extracerebral. que no es nada más ni nada menos que la investigación de las vidas pasadas. Yo soy católico apostólico romano culturalmente. y se sabe que para ese dogma no existe la reencarnación, pero mis experiencias con 11 mil consultantes en los dieciocho países en los que viví me demostraron lo contrario. Estudié casi todas las religiones existentes y todas pregonaban lo que vamos a vivir en el siglo XXI, que es el tiempo del amor.
-iEncontró que alguno de esos consultantes fue en una vida pasada algún personaje histórico reconocido?
-Sí, yo lo paso a una vida pasada y le reproduzco los sucesos a través de la sofrología, una disciplina que creó el doctor colombiano Alfonso Ca~ cedo. Se utiliza un regresión de memoria para revivir experiencias, conflicrós, enioclones agradables o desagradables de vidas pasadas. La memoria exrracerebral ya era investigada por Carl Jung y, en la antigüedad, por los orientales (ellos lo llamaban “registro akáshico”). No es lo mismo que la hipnosis, que trabaja en niveles muy profundos de conciencia y no permite que la persona recuerde nada luego de la sesión. En la sofrología cuántica, en cambio, se trabaja en un ritmo más liviano, el estado Alfa, y la persona revive y siente todas las sensaciones en el momento de la sesión y ya no las olvida. Yo le agregué la palabra “cuántica” a la disciplina porque hago algo qtie no hacía Caycedo: estudiar, ini estigar la invisibilidad del ser humano, su espiritualidad. EnLre una z ida física y otra hay un período que el doctor canadiense J oel Wilcorr denominá “entrevidas”. Yo lo llanto “raer de la eerciidod” Mocee e1 cuerpo, la personalidad, pero no el yo. Uno está flotando, sabiendo quién es, pero con una paz que no se encuentra en el mundo terrenal. La muerte no existe, rodos vamos a ese mar de la serenidad, Yodudabade esto, pero tuve evidencias. De las 11 niil personas que me consultaron, sólo una docena fueron personajes notables en otros vidas: Abraham Lincoln, por ejemplo. Un consultante en España era Lincoln. Yo fui un vienés en el siglo XIX, y me pasaron dos cosas que considero pautas de comportamiento: cuando vivía en Uruguay, de muy joven, soñaba con valses vieneses -y resulta que esta persona que fui en una vida pasada hasta era amigo de Johan Strauss- y, por otra parre, cuando caminé por primera vez por Viena, había muchísimas cosas que me resultaban familiares. Para mí, ésas son evidencias.

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