domingo, 30 de enero de 2011

Secuestrados por ET

Revista Conozca Mas. Mayo 1993, por Alberto Oliva

Antonio Vilas Boas jamás pudo olvidar lo que le pasó la noche del l5 de octubre de 1957. Mientras caminaba por un camino rural del estado brasileño de Minas Gerais, Vilas Boas -un campesino de 22 años- dijo que un grupo de hombrecitos calvos y de ojos gatunos lo llevaron por la fuerza al interior de una nave espacial y lo acostaron, desnudo, sobre una camilla. Tras examinarlo y extraerle muestras de sangre, el joven contó que sus captores le untaron el cuerpo con una crema refrescante y lo trasladaron a un compartimento donde se hallaba una "dama extraterrestre de un metro y medio de estatura, rubia y de pómulos salientes y piel pecosa, que avanzó sonriente hacia mi tendiéndome los brazos". El desenlace, que Vilas Boas narró con lujo de detalles, fue tan previsible como la ola de estupor que su relato desencadenó en la opinión pública.
Aquel joven campesino brasileño, tal vez sin proponérselo, había inaugurado un nuevo y apasionante capítulo en la historia de los Objetos Voladores No Identificados: la del rapto de desprevenidos terrícolas por parte de aviesos alienígenas. A este singular fenómeno, los ovnílogos o ufólogos (de UFO, siglas inglesas de Unidentified Flying Object) han convenido en llamarlo abducción, vocablo que en Derecho es sinónimo, precisamente, de rapto.
Los testimonios de presuntos secuestrados por extraterrestres comenzaron a multiplicarse a partir de la década del sesenta, tanto en Brasil como en los Estados Unidos, en Italia, Japón y Australia. También hubo casos de abducción en la Argentina. Prácticamente no quedó rincón en el mundo que no registrara denuncias de personas que informaban no sólo haber visto ovnis, sino también haber sido llevadas a bordo de platillos volantes en contra de su voluntad.
Aunque los casos denunciados suelen diferir en sus detalles, la mayoría sigue un patrón similar. Lo más sugestivo es quizás la afirmación común de que tras haber observado un ovni, las víctimas comprobaron que no recordaban nada de lo sucedido inmediatamente después de la visión. En los días o semanas posteriores, los supuestos raptados experimentaron pesadillas o ansiedad extrema. Sólo al cabo de un tiempo comenzaron a recordar -asi siempre mediante hipnosis- que habían sido secuestrados por extraterrestres.
La aventura que protagonizaron Barney y Betty Hill es sin duda la más popular del género. El 19 de septiembre de 1961 regresaban de sus vacaciones en Canadá por un desolado camino del estado norteamericano de New Hampshire. A las diez de la noche, detuvieron el coche a un costado del camino para observar dos extraños destellos en el cielo. Betty se asustó mucho y le comentó a su marido que aquello no podía ser otra cosa que un platillo volador. El brillante objeto realizó de pronto sucesivos desplazamientos hacia uno y otro lado de la carretera, hasta acercarse a unos treinta metros de la pareja, que lo observaba aterrada con un par de prismáticos. Antes de retomar el viaje, Barney y Betty Hill vivieron momentos de confusión, como si hubieran entrado en un estado de somnolencia. Recién en su casa descubrieron que una laguna amnésica había eclipsado lo ocurrido durante unas dos horas del trayecto.
Días más tarde comenzarían las pesadillas para Betty: soñaba con escenas de lucha con cuatro hombrecitos, y veía a su marido arrastrado hacia el interior de una nave. Estas angustiantes imágenes nocturnas la persiguieron a lo largo de tres años, al cabo de los cuales el psiquiatra Benjamin Simon propuso a Betty y a Barney revivir la experiencia bajo hipnosis para ayudados a superar el trauma. Del intercambio entre los tres emergió una historia asombrosa (posteriormente convertida. en el best seller El viaje Interrumpido, libro escrito por el periodista John Fuller, en la que Betty rememoró con pelos y señales lo ocurrido aquella noche en la carretera: dijo que había sido examinada por pequeños ufonautas de ojos achinados que le clavaron unas agujas en distintas partes del cuerpo, incluida la nuca y el vientre.
El doctor Simon terminó convencido de que los sueños de Betty Hill parecían ser una fantasía con cierta base inicial de realidad". En el prólogo del libro de Fuller, el psiquiatra advertía, además, que la hipnosis es una senda que conduce a la verdad tal como la entiende el paciente, y que, en definitiva, puede no guardar relación con la verdad final". Los ovnilogos que defienden la autenticidad de la experiencia, como el etnólogo Thomas Bullard, afirman que la misma carece de fuentes culturales de la que pudiera derivar, ya que la pareja "estaba libre de predisposición".
El investigador Martin kottmeyer, en cambio, está en desacuerdo: Betty había leído el libro The Fiying Saucer Conspirancy (La Conspiración del Plato Volador, escrito por el mayor Donald Keyhoe, que contiene relatos curiosamente semejantes a sus sueños) y, por entonces, ya se habían estrenado al menos dos películas que ofrecían detalles médicos en un entorno de secuestro extraterrestre: Invasores de Marte (1953) y Asesinos del espacio (1954).
El caso del brasileño Vilas Boas, citado al principio, también abonó la polémica. Aunque ocurrió cuatro años antes del suceso narrado por los Hill, la historia recién trascendió en febrero de 1965. El decano de la ufología brasileña Flavio Pereira, quien integró la Comisión oficial de Estudios Ovni de las Fuerzas Armadas de Brasil señaló a Conozca Más que "por falsos escrúpulos o moralina, este caso se conoció antes en el exterior que en nuestro propio país. Para Brasil, sexo más extraterrestres era una mezcla explosiva. Claudier Covo -ovnílgo paulista especializado en abduccion- cree que la experiencia de Vilas Boas fue real. "Pero si somos honestos, debemos reconocer que surgieron algunas dudas. En aquel tiempo, el hombre compartía una vivienda muy precaria con su hermano y su cuñada. Antonio salía de la adolescencia, y como la casa carecía de paredes divisorias, veía y escuchaba todo lo que sucedía en el sector que ocupaba la pareja".
No pocos especialistas atribuyeron la historia a "la personalidad inmadura del testigo, que habría construido una fantasía erótica compleja ala medida de sus deseos". Entre los rumores que rodearon el relato de Vilas Boas, el más perdurable fue el que lo dio varias veces por muerto bajo los efectos de "radiaciones desconocidas". Pero Antonio Vilas Boas recién falleció en 1991 a causa de un aneurisma cerebral.
A partir de este incidente, algunos ufólogos influyentes comenzaron a creer que la intención de los extraterrestres consistía en realizar experimentos genéticos con los incautos terrícolas. Walter Buhler, el médico que interrogó y revisó a Vilas Boas, fue uno de los primeros en sugerir que los ufonautas deseaban crear una nueva cruza mitad terrestre, mitad alienígena capaz de adaptarse a la vida en la Tierra.
Pero las especulaciones en tomo a visitantes del espacio interesados en manipular genéticamente a una selecta población de homo sapiens -recreadas en incontables películas y series televisivas de fantaciencia- recrudecieron en los últimos tiempos, de la mano de algunos pontífices de la abducción como el ufólogo Budd Hopkins, quien difundió a través de libros, conferencias y entrevistas la idea de que un vago presentimiento es suficiente para suponer que pueda haber un rapto alienígena latente". En otras palabras: una historia fantástica pero real reprimida en los recovecos de la memoria.
La Argentina no ha sido excluida, por cierto, de los itinerarios de estos supuestos secuestradores de otro mundo. Sin duda el caso de abducción más resonante ocurrido por estas latitudes fue él que vivió Dionisio Llanca, un camionero que la noche del 28 de octubre de 1973 vio una extraña luz amarillenta mientras cambiaba una rueda, sobre la banquina de la ruta 3, cerca de Bahía Blanca. Minutos después, según contó, dos hombres y una mujer lo inmovilizaron tomándolo por detrás y le hicieron una punción en la mano derecha. Luego, Llanca perdió el conocimiento. Cuando lo recuperó, 48 horas más tarde, en una sala del Hospital Municipal de Bahía Blanca, dijo no recordar nada de lo sucedido.
partir de ese movimento, el actor y ovnilogo Fabio Zerpa, junto con la doctora Norma Milano y otros tres médicos, iniciaron una ronda de interrogatorios bajo hipnosis y pentotal sódico para "desbloquear" la aparente amnesia del camionero. De esas sesiones emergió una historia compleja y rica en matices, en la que Llanca aseguró haber entrado a una nave a través de un "haz compacto de luz" para luego ser examinado por los presuntos ufonautas. Zerpa anunció que el relato de Llanca mediante regresión hipnótica demostraba que el hombre había sido raptado por extraterrestres. Sin embargo, uno de los médicos del equipo, el doctor Smirnoft, acusó al actor de haber inducido las respuestas del camionero. La investigación conducida por los ufólogos Roberto Banchs y Guillermo Roncoroni concluyó de manera terminante: "Este caso constituye el fraude más sofisticado realizado hasta la fecha". A estas opiniones se sumó la del licenciado Héctor Solan, quien luego de someter a Llanca a una batería de tests psicológicos, consideró que el testigo es hábil como tal".
Cinco años antes de este caso había trascendido otro informe sensacional: un matrimonio de la localidad bonaerense de Maipú, mientras manejaba su vehículo cerca de la ciudad de Chascomús, había ingresado a un banco de niebla que, según dijeron los cónyuges, les hizo entrar en un estado de sopor del que recién salieron al advertir que ya no estaban en la provincia de Buenos Aires sino... en la ciudad de México. Varios investigadores intentaron, sin resultados, dar con el paradero de la pareja. Pero la historia nunca pudo ser confirmada y algunos la relacionaron con un ardid publicitario previo al estreno de la película argentina "Che Ovni".
En años sucesivos, nuevos episodios de este tipo, pero con nombre y apellido, seguirían nutriendo la crónica argentina de presuntas abducciones. El 6 de julio de 1978, Francisco y Tito Núñez, padre e hijo respectivamente, dijeron haber sido "teletransportados" con su automóvil, un Chrysler modelo 1933, cuando circulaban por un camino mendocino rumbo a Luján de Cuyo. "De pronto, notamos que el auto comenzó a elevarse del piso narraron entonces a la prensa- y sentimos un poco de frío y una sensación agradable. En pocos segundos estábamos sobrevolando una ciudad totalmente desconocida, extraña y rojiza, con edificios altos... pero sin señales de vida..." Los Núñez dijeron que a los 15 minutos estaban de vuelta en la carretera mendocina. Hace pocas semanas, en diálogo con Conozca Más, Tito Núñez, mecánico de autos, sostuvo que la aventura sólo fue protagonizada por su padre, ya fallecido. Los ufólogos de Mendoza dicen que Núñez se niega a admitir su participación para no remover el avispero";
En julio de 1989 trascendió que el electricista Juan José Martínez, de 38 años, vecino de San Cayetano -un balneario bonaerense cercano a Necochea- "había desaparecido por varias horas" mientras se hallaba pescando con dos amigos en una laguna. Sus compañeros de excursión lo buscaron infructuosamente durante varias horas y decidieron volver al pueblo para dar aviso a la policía. Cuando retornaron a la laguna, Martínez los estaba esperando: les dijo que había perdido el conocimiento y que cuando lo recuperó estaba a cinco kilómetros de distancia de allí. Pero rehusó revelar a la policía y a la prensa más detalles sobre lo sucedido. Según trascendidos, Martínez había pactado con sus amigos no contar a nadie "que había tenido un contacto con extraterrestres". Ante el enviado de Conozca Más, Martínez dijo que efectivamente había sido raptado por tres o cuatro hombres oscuros y balos que tenían ventosas en los dedos. Me observaron con detenimiento, no me preguntaron nada y yo tampoco a ellos, y después me sellaron. Ellos no hablaban, sino que emitían unos chillidos".
El asombro primero, y la incredulidad después, suelen teñir las reacciones de quienes escuchan estas historias. Pero quizá la hipótesis sobre abducción más resistida sea la que enarbola Martin Cannon, un artista plástico de Los Angeles. En realidad, Cannon niega la noción de abducciones compartida por la mayoría de los ufólogos. Para él, la Agencia Central de Inteligencia tiene mucho que ver con estos episodios: "El fenómeno ovni de secuestro de personas podría ser una continuación de las operaciones clandestinas de control de opinión que realiza la CIA". Cannon dice que la famosa central de espionaje norteamericano posee la tecnología necesaria para realizar cierto tipo de implantes cerebrales inductores de emociones y conductas en la gente". Se trataría, dice, de minielectrodos capaces de provocar la sensación de flotar; excitación sexual y sentido alterado del tiempo". En consecuencia, para él los secuestros "son reales, pero los captores no son precisamente alienígenas". Como era presumible, Mark Manañeld, el vocero de la CIA, enjuició con dureza la teoría de Cannon: "En mí vida escuché nada tan ridículo", dijo.
A esta altura de la polémica, una encuesta realizada por la Organización Roper -reconocida empresa norteamericana de sondeos de opinión- vino a añadir un ingrediente novedoso a la controversia: el estudio reveló que el dos por ciento de los estadounidenses adultos presentaba la sintomatología clásica" del abducido. Este porcentaje representa nada menos que a 3.700.000 posibles secuestrados por extraterrestres. Entre los abduccionistas más acérrimos, la cifra provocó un entusiasmo desbordante. Pero Philip Klass, el investigador escéptico más temido y respetado por los ufólogos norteamericanos, no se ha dejado impresionar por aquella cifra millonaria de potenciales abducidos. "Entre las once preguntas que integran el cuestionario de la encuesta, una decía:
"Ha escuchado o leído alguna vez la palabra trondant y conoce su significado secreto?". La pregunta tenía la finalidad de calibraría fidelidad de las respuestas de la gente, ya que dicha palabra no existe. El uno por ciento de los encuestados (casi dos millones de personas) afirmó que la conocía. Pero dichas respuestas fueron excluidas caprichosamente de la evaluación final. Toda la encuesta ha sido manipulada", concluyó Klass. Convencido de que los científicos deben ser permeables a ciertas dosis de fantasía, Klass entiende que "es conveniente mantener un prudente control sobre los efectos de esas fantasías para no caer víctimas de imprevisibles juegos de la mente".
El insólito y apasionado debate sobre las abducciones, mientras tanto, continúa abierto. Herbert Ballard, un doctor en física que asesora a la NASA sobre la temática ovni, lejos de pretender cerrar la polémica, opina que "pese a nuestro escepticismo, creemos que hay en este terreno muchos relatos incomprensibles, pendientes de aclaración. En realidad, todo el fenómeno ovni es aún inexplicable para nuestra ciencia actual".



¿HA SIDO USTED ABDUCIDO?
Quienes investigan los secuestros afirman que algunos síntomas son comunes e le gente que sostiene haber sido raptada por alienigenas; pero que los mismos síntomas pueden denunciar también problemas de salud muy concretos que requieren atención médica.
* El tiempo desaparecido: Una brecha en la memoria podría significar que una persona ha sido raptada, y fue obligada por sus raptores extraterrestres a olvidar la experiencia.
* Terror Irracional: Se dice que un miedo pánico les da a los secuestrados cada vez que se acercan a determinados lugares, ven un helicóptero que se cierne sobre ellos o se encuentran en otras situaciones que recuerdan el trauma reprimido. Y pueden reaccionar con ansiedad e películas, crónicas periodísticas y libros que traten de los ovnis y de encuentros con extraterrestres.
* Desórdenes nocturnos: Los supuestos secuestrados pueden tener dificultades para conciliar el sueño, y es frecuente que sólo logren un dormir muy ligero. Muchos sueñan con naves espaciales o extrañas criaturas de Cloe enormes; algunos, inexplicablemente, se despiertan noche trae noche a la misma hora intespestivamente.
• Hemorragias: Al despertar, algunos se encuentran con sangre en sus almohadas; podría ser un afecto residual -piensan- de la implantación o la eliminación quirúrgica de aparatos de rastreo colocados por los extraterrestres en sus narices u oídos.
• Daño físico: Los secuestrados descubren también enigmáticas marcas en sus cuerpos. Pueden ser pinchazos, heridas punzantes o raspones.


EL VISITANTE CALVO
Una noche de 1976, mientras el doctor Herbert Hopkins se hallaba trabajando en un supuesto caso de abducción registrado en el estado norteamericano de Maine, recibió una extraña llamada telefónica. La atendió en su casa, encontrándose solo. La voz le dijo que hablaba en representación de un grupo de investigación sobre ovnis de Nueva Jersey (Hopkins descubrió más tarde que el grupo no existía). El interlocutor le dijo a Hopkins que quería verlo para discutir el caso del rapto de Maine, y el médico aceptó. Más tarde, reflexionó sobre lo curioso de haber aceptado tan fácilmente la propuesta. Sin embargo, en ese momento a Hopkins no le resultó extraño que un curioso visitante apareciera en el umbral de su puerta sólo unos segundos después de cortar la comunicación. El hombre era calvo, sin cejas ni pestañas. Vestía un traje negro, una corbata también negra y una camisa blanca resplandeciente. Pensé, se ve como un funebrero", dijo Hopkins más tarde. El recién llegado tenía además el rostro pálido como un cadáver y los labios pintados. El médico comenzó a charlar con el extraño sobre los detalles del caso. Al rato, cuando el visitante se puso de pie para irse, Hopkins advirtió que sus movimientos no eran firmes. Sus palabras de despedida fueron: "Me estoy quedando sin energía. Debo irme. Adiós". El misterioso hombre calvo, en realidad, no difería mucho de los célebres hombres de negro, o MIB, como se los conoce en el ambiente ufológico: humanoides que emergen amenazantes en las vidas de los testigos o investigadores de ovnis.

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