domingo, 30 de enero de 2011

En el nombre del dios OVNI

Revista DESCUBRIR. JUNIO 1986, por Alejandro Agostinelli


Tenían los ojos entrecerrados, las palmas hacia el cielo el cuerpo en posición de loto. Los jóvenes, que no tenían más de veinte años, flanqueaban el sendero de
piedras de colores que lleva a la cima del cerro Arco. situado en la orilla mendocina de la cordillera de Los Andes. El antropólogo español Ignacio Cabria, un grupo de músicos amigos y quien esto escribe, marchábamos al encuentro de Isidris, un santuario con un prestigio cósmico similar al de Erks, en Capilla del Monte, Córdoba. El nuevo enclave no es tan popular como el del cerro Uritorco. Pero corre con la venta-
ja de que queda a menos de diez minutos en auto del centro de Mendoza.
Los meditadores aparecieron justo cuando nos habíamos resignado a no encontrar el centro energético, una roca aplanada a la que Kervher, en su libro Isidris, Ciudad Dorada Intraterrena, atribuye propiedades curati as. Kervher —nombre cósmico de Verónica (32), analista de sistemas— dice que ella nunca hubiese escrito ese libro si no fuera por el comandante Nhe,nmok, quien se lo dictó por psicografía —una antigua técnica espiritista de escritura en trance—. Desde 1993, los buscadores de E.T. en la Tierra convirtieron el texto de la contactada cuyana en un verdade
ro best seller subterráneo. ¿Qué es Isidris? Se supone que una ciudad alienígena que se deja ver de vez en cuando, sobre todo entre aquellos “que están dispuestos a creer en lo que ven con cualquiera de los sentidos ultradimens ionales “, en palabras de Kervher.
Nuestro grupo no aspiraba develar enig
mas insondables. El plan era, apenas, reconocer el sitio donde se asentaba el nuevo culto, un lugar en la montaña donde nadie alcanzaba a distinguir el menor vestigio de fenómenos sobrenaturales, salvo el fantasmal juego de luces y sombras proyectado por la precordillera a la hora del crepúsculo. La tarde se
desvanecía. Sin una linterna, la oscuridad volvería difícil el regreso.
“¿ Falta mucho para llegara isidris ? “, preguntó Cabria al primer contactado que interrumpió su meditación para saludar a los visitantes. “Ahora están en el portal. Pero no intenten verlo; está en otro plano dimensional. ¿Alguno de ustedes medita? Lo ideal es que, antes de entrar, pidan permiso a los Hermanos Superiores. Si lo hacen, ellos los acompaharán, sentirán la energía cósmica del lugar y a lo mejor hasta les dejen ver a Isidris.”
Los jóvenes suben al cerro una vez por semana. Tiempo atrás habían integrado un grupo que sigue las enseñanzas del conde de Saint Germain, un maestro teosófico a quien los con-
tactados modernos otorgan un alto rango en la jerarquía espacial. “Por la vuelta no se preocupen “ —advirtió el más locuaz. “Los Guías les ilu
minarán el camino. “ La frase no era alegórica:” Cuando regresen, verán sus luces al costado del camino. Si las siguen, no se van a perder”, aclaró. El grupo retomó la marcha, “Sigamos, pero no esperen que los Guías nos iluminen —rezongó Baushir, un escéptico músico bahiano— no me los imagino interesados en orientar a un tour de herejes iconoclastas.” La fe de Baushir, templada en el esotérico trópico del Amazonas, era la más dura de roer.
De regreso. la sonrisa irónica del expedicionario mudó en una mueca de fascinación:
esa noche, en efecto, volvimos escoltados por una minada de misteriosas lucecitas que alumbró el camino hasta el pie del cerro. ¿De dónde provenía el resplandor? Revelar la identidad de los Guías de Isidris sin encuadrar el fenómeno en su contexto equivale a informar, sin más, que el sacerdote católico “bebe la sangre de Cristo" “, durante la ceremonia de la Eucaristía.
NEOESPIRITISMO. “¿Ovnis? Vean, yo paso no-
ches enteras acá arriba y nunca vi nada del otro mundo. Los que siempre ven algo son los chiflados de Isidris, que se juntan por allá, a la vera del río seco “, comentó el empleado de una televisora que volvía de revisan la antena clavada en la cumbre. Kervher tenía razón:
“Para ver hay que creer”. Pero ¿están chiflados quienes se toman sus creencias tan en serio que ven naves E.T. hasta en la sopa? Por lo pronto, Verónica no lucró a expensas de la fama que cosechó en los círculos ocultistas ni quiere seguidores: “Una vez estaba en el cerro con un grupo de lectores y algunos me dijeron: ‘Guianos vos, Kervher, que conocés todos los secretos’. Prendí un cigarrillo, los mirá a los ojos y les dije: ‘Yo no soy una elegida; no soy ni mejor ni peor que ustedes. No voy a decir lo que tienen que hacer, sólo deben hacer caso a sus corazones’.Desde entonces sólo subo a meditar con grupos chicos, y voy sin avisar para evitar tumultos “.
El despertar místico de Verónica se produjo hacia 1990, justo cuando se extendía la sospecha de que el auge esotérico alentaba el creci
miento de sectas peligrosas. Tal vez por eso no firmó el libro con su
nombre terrestre ni se nizo cargo del contenido, que atribuye a Nhemmok, el comandante estelar. Kervher se quedaría más tranquila si supiera que ella es el út
timo eslabón de una cadena que, en la Argentina, empieza en diciembre de 1952, cuando los hermanos Jorge y Napy Duclout publican Origen, estructura y destino de los platos voladores, texto enviado por “el espíritu de un ingeniero de talento”.
Los neoespiritistas argentinos —que vaticinaban el fin del mundo para 1967— aseguraban recibir información de Ganímedes varios años antes de que se conociera la experiencia de George Adamski, el profeta cósmico más popular de los Estados Unidos (ver
infografía). Aquellos médiums, como Verónica, tampoco sabían si los mensajes eran dictados por almas
parlantes o, más sencillamente, por el
espíritu de la época.
En 1991, el sociólogo francés Jean Bru
no Renard. de la Universidad de Montpellier —que ignoraba el caso argentino— publicó una revisión histórica de
¿QUIENES SON LOS CONTACTADOS’
Ecologistas, vegetarianos y pacifistas, se sienten “ciudadanos cósmicos” y creen en “un plan de evolución”.
Reciben mensajes por escritura automática o canalización. Otros aseguran mantener contactos tTsicos o telepáticos.
Creen en ET cercanos a la perfección (angélicos) y en ET “negativos” (diabólicos).
* Creen en un Cristo esotérico. Lo equiparan con Buda, Mahoma, tos “comandantes” Ashtar Sheran,Adoniesis, Oxalc o con entidades teosóficas como Kuthumi o Saint Germain.
• Leen los textos sagrados como testimonios de la injerencia ET en la historia de la humanidad.
Tienden a ser catastrofistas, mesiánicos o milenaristas: anuncian acontecimientos apocalípticos que darán paso a una nueva era. Esperan el inminente aterrizaje masivo de tos Et
los cultos platillistas donde concluye que los primeros contactados provienen de un ambiente técnico y son herederos de los médiums espiritistas... “Cuando no son las nusmas personas”, como redondea el estudioso italiano Massimo Introvigne.
En 1958, la Asociación Univ ersal Metapsíquica (AUM), anunció haber establecido comunicación “telepática o intuitiva” con los Hermauos Mayores (designación que aún sobrevive entre los contactados modernos), el aterrizaje masivo de los platos voladores y el inicio de un espiritualismo científico, profecía esta última que —New Age mediante—puede darse por cumplida. Algunas prácticas y creencias —como el uso del castellano antiguo; la apelación a la fraternidad universal ante una catástrofe inminente; las “energías negativas” que inhiben el éxito de los “encuentros programados “— subsistirán en el movimiento, aunque incorporadas como dogmas de fe en grupos más compactos y jerarquizados.
LA RELIGION DE LAS LUCIERNAGAS. Para el sociólogo Gordon Melton el relato de los contactados “gira en torno a la relación más bien parasitaria que tiene la religión ocultista con la ciencia popular y la investigación de lo paranormal”. Cita como ejemplo los casos de Emanuel Swedenborg, quien aseguró haber visitado todos los planetas del sistema solar menos Urano, Neptuno y Plutón, que en 1750
existían aunque nadie los hubiera descubierto, y de Helene Smith, quien dio detalles de los “canales” de Marte en 1890, diez años después de que el astrónomo Percival Lowell difundiera el hallazgo, que luego sería desmentido. “Esa constante relación con el error científico —sugiere Melton— sine para concentrarse en la verdadera intención del material:
ofrecer reflexiones morales, metafisicas y teológicas sobre las áreas ele la ciencia y la saciedad que el contactado considera cruciales.
Con todo, muchos bien pensantes ponemos el grito en el cielo porque las afirmaciones de los contactados son incomprobables: chocolate por la noticia. Pero la mirada sobre el universo de la religión Ovni sufre un reacomoda
miento si se advierte que el tipo de respuestas que buscan
sus fieles no son precisamente científicas sino trascendentes, y menos racionales que espirituales.
ISIDRIS ¿VALE UNA MISA?
El extraterrestre Nhemmok —un ser con rango de comandante en la Confederación Intergaláctica— no es un personaje de Star TreIk, aunque su existencia también se relaciona con la ciencia ficción. El señor Spock —el racional Vulcano que popularizó la saga— surgió de la imaginación de un escritor. Nhemmok, en cambio, tiene un origen religioso: emergió de una experiencia de “comunión con lo trascendente” de una joven que lo adora como sólo se adora a un santo. No es la entidad más conocida: la teología del nuevo panteón espacial (como los devotos de los italianos Eugenio Siragusa y Giorgio Bongiovanni) tienden a reivindicar a Ashtar Sheran, otro jefe alienígena a quien comparan con Jesús.
En el santuario de Isidris, cada tribu cósmica enarbola su propia figura de culto. En 1991, el Grupo Alfa compró terrenos y recibió un mensaje de Soltec, que proclamó a la zona del Challao “tierra de elegidos”. Y otros, como los seguidores del peruano Sixto Paz Wells, sueñan con recibir un gesto alentador del ganimediano Oxolc. Allí muchos creen que “el Himalaya se mudó a los Andes” y organizan grupos destinados a encauzar “el flujo energético”. A 20 km de Uspallata, por ejemplo, está la finca del grupo La Misión. Lo lidera Perla Perviú, una elegante contactada con Ashtar que se hace llamar Madre Magnética. En 1980, Perla convocó a sus discípulos a la costa para “conjurar un terrible maremoto”. Esa temporada el oleaje fue apacible, como de costumbre. Por supuesto, los meditadores “detuvieron el cataclismo” que ella misma—y no los meteorólogos— habían anunciado.
Según una encuesta realizada en 1994, dos de cada diez bonaerenses creen que
los E.T. influyen en la vida cotídiana. El crecimiento de la religión Ovni, entonces,
¿vale o no una misa?
“De manera que uste cIes son los Guías. Alucinante. ‘Eso dijo Baushir cuando notó que los
benévolos seres que iluminaron el camino hasta el filo de la noche no eran ET sino “meros” bichitos de luz. ¿Cómo
hubiera reaccionado el portero de Isidris ante tan prosaica explicación? Se hubiera encogido de hombros o, tal vez, hubiera dicho que lo importante no era la naturaleza de las luces, sino lo que representan.
La excursión mostró, una vez más, las complejas fronteras que separan a la ciencia de la fe. La búsqueda de Isidris dio una lección de tolerancia, y también de humildad. La religión de las luciérnagas, en el fondo, no tenía mucho que envidiarle a otras creencias de final de milenio.
El juego de espejos de los infinitos credos devuelve una imagen más completa del hombre que se pregunta por el sentido de su existencia, y que ahora atiende el llamado de dioses tecno, hechos a la medida de las preocupaciones de la época. Otros, los que se preguntan por la “sinrazón” de la fe ajena, rara vez se detienen a valorar el sentido de las creencias diferentes, por más extravagantes que parezcan.
¿El comandante Nhemmok pariente cercano de Ceferino Namuncurá? ¿Hay que santiguarse ante cada resplandor sospechoso?
Dios, dicen, está en todas partes. Y esta es una sentencia que —a la luz de las luciérnagas de Isidris— los agnósticos no tendrán más remedio que aceptar.

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