domingo, 30 de enero de 2011

Verdades y Mentiras sobre los OVNIs

Enciclopedia Popular, nro 8. mayo 1992.

VERDADES
Aun desde antes que la ciencia contara con los avances necesarios, el fenómeno de los OVNI se convirtió en una obsesión del ser huma
no. No es casualidad: la inmensidad y complejidad del Universo impide pensar en un solo planeta habitado por vida inteligente, y el ansia de saber del hombre ha hecho que preste especial atención a toda posible manifestación de visitantes de otro mundo. Esto, obviamente, provocó que infinidad de episodios menores fueran interpretados como inequívocas señales de visitas extraterrestres. Pero, más allá de eso, existe una serie de pruebas irrefutables, que fueron conformando la base segura sobre la cual los científicos pueden avanzar en su tarea de desentrañar los misterios del espacio y sus habitantes. Lejos de todo rumor y prefabricación, esos hechos y señales representan la verdad sobre los OVNI. Que no data, precisamente, de los últimos años.
Cuando, en junio de 1911, el
profesor norteamericano Hiram Bingham descubrió Machu Picchu, la humanidad accedió a uno de los grandes misterios del Imperio Inca. La perfección arquitectónica de la ciudad sagrada, la exactitud de los sistemas de riego, el hallazgo de objetos realizados en materiales muy avanzados para la época inca, abrieron un interrogante que millares de especialistas atacaron con pasión. No sería el único: 36 años más tarde, la arqueóloga alemana
María Reiche sobrevolaba la región peruana de Nazca, cuando descubrió algo que maravillaría nuevamente al mundo. La vista aérea reveló un complicado dibujo, compuesto por círculos, líneas rectas y figuras de características diversas. El hecho de que el diagrama sólo cobrara sentido desde el aire, resultando ininteligible en tierra, le dio mayor espectacularidad al descubrimiento.


Algo más
que líneas
Los estudios realizados sobre la cultura inca han concluido que tal civilización poseía un gran dominio sobre varias ramas científicas y artísticas. Sin embargo, es evidente que los hijos del semidiós Manco Capaç no poseían el secreto del vuelo; por ello, la teoría del “cosmódromo” realizado por inteligencias extraterrestres, cobró inmediata adhesión. Y es que cualquier arran
que escéptico choca contra las leyes de la lógica. Las investigaciones sitúan la existencia de Manco Capac, fundador del imperio, alrededor del año 3500 antes de Cristo. En esa lejana época, una meseta de 70 kilómetros de largo por 2 de ancho fue dibujada mediante la reorganización de sus guijarros de hierro y Sílice. La utilización de ese cosmódromo como zona de aterrizaje para naves de otro lugar del espacio podría explicar no sólo los prodigiosos conocimientos incas, sino también la erección de los monumentos de Tiahuanaco, a cuatro mil metros por sobre el nivel del mar. Allí se encuentra la puerta del Sol, un enorme bloque de diez toneladas tallado con figuras que representan claramente seres diferentes a los de la época y naves que podían desplazarse por el aire.


Los primeros
encuentros
A los inamovibles testimonios de antiquísimas historias -como Nazca, las extrañas construcciones
de Baalbeck, en el Líbano, inclusive el misterio de las pirámides egipcias- comenzaron a sumarse hechos más inmediatos, coincidentes con nuestro avance tecnológico. Uno de los primeros encuentros cercanos, luego comprobado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, tuvo lugar en la madrugada del 24 de julio de 1948. A las 2.25, Charles Chiles y John Whitted, pilotos de un DC3 perteneciente a la Eastern Airlines, se cru zaron con “un objeto con una estela de fuego, sin alas, que medía unos cien pies de largo (alrededor de 30 metros), y por su forma parecía un cigarro”. Aun a la velocidad que se produjo el encuentro, tanto los pilotos como el pasajero Clarence McKelvie pudieron advertir dos hileras de ventanillas, fuertemente iluminadas, y un resplandor azul que procedía de la parte inferior del objeto. Sometidos los tres protagonistas a un largo interrogatorio por separado, la Fuerza Aérea documentó el caso como uno de los primeros en que se aportaban testimonios visuales absolutamente coincidentes.
Sin embargo, esa aceptación de
los hechos no hizo que las autoridades abandonaran una política de hermetismo notoria en películas como Encuentros cercanos del tercer tipo. En una conferencia brindada en la Universidad de Denver, el investigador Silas Newton relató varios hechos similares a los protagonizados por los pilotos del DC3, y afirmó que los objetos avistados eran sin lugar a dudas naves extraterrestres. Casi inmediatamente, el gobierno norteamericano envió al Congreso una ley por la cual se penaba con 15 años de prisión y diez mil dólares de multa a quien revelara “información secreta” públicamente. Contra cualquier evasiva con respecto al tema, en el Pentágono se realizaron documentos que contemplaban la defensa en caso de una supuesta invasión UFO.


El cielo belga
Mientras en Estados Unidos comenzaba a multiplicarse la visión de OVNI que en muchos casos eran satélites artificiales, un trío de fotos tomadas en Namur (Bélgica), resulta de enorme nitidez.
Según el testigo, un objeto gris plateado, que brillaba al sol, se acercó a gran velocidad, descendió con una estela de humo y vapor (que también puede apreciarse en la foto) y volvió a elevarse, para luego desaparecer. Los estudios realizados sobre las fotos y negativos descartaron cualquier truco fotográfico, y los meteorólogos concluyeron que la estela de vapor era una condensación atmosférica que no podía haberse generado por sí misma. Sin embargo, no fue ese hecho -sucedido el 5 de junio de 1955- el que mayor impresión causó a los belgas. A partir de 1989, una auténtica “oleada” pareció abatirse sobre el cielo de Bélgica. La profusión de avistamientos hizo que la Sociedad Belga para el Estudio de los Fenómenos Espaciales realizara una profunda investigación, cuyas conclusiones se editaron en un libro de 500 páginas. En su portada se encuentra una foto que desató grandes polémicas en la comunidad científiea: un objeto triangular, con luces en sus puntas y en su centro. Los argumentos esgrimidos en contra apuntaban a que muy probablemente se tratara del avión F- 117, bom
bardero norteamericano “invisible” a los aparatos de detección. Sin embargo, la evolución del objeto descartó la hipótesis: ni siquiera la alta tecnología empleada por los militares puede lograr que un avión se detenga en el aire y retome el vuelo en pocos segundos.
Esa fotografía, tomada en junio de 1990 en Lieja, se ha convertido en una prueba más de las visitas extraterrestres a nuestro cielo. Y la certeza de que no se trató de un hecho aislado refuerza la idea. En la noche del 30 de marzo del mismo año, las pantallas de radar de la base de la OTAN en Gions registraron un objeto no identificado; los dos aviones F-l6 enviados por la Fuerza Aérea belga nada pudieron hacer, excepto observar el atípico movimiento del OVNI, que también se detenía y retomaba su aceleración de una manera desconocida para nuestras naves.
Desde hace cinco años, el Pentágono norteamericano lleva ade
lante los Black Pro grams, centrados en el diseño, fabricación y puesta en funcionamiento de aviones cada vez más avanzados. Su primer gran logro fue el Lockheed F-117A Stealth Fighter. uno de los protagonistas de los "bombardeos quirúrgicos” de la guerra entre Estados Unidos e Irak. Pero el último grito en materia de aviación comenzó a surcar los cielos a fines del año pasado: el Northrop TR-3 Black Manta es algo más que un avión utilizable en casos de guerra o espionaje aéreo. Capaz de alcanzar una velocidad seis veces superior al sonido y de mantenerse en el aire 5500 kilómetros sin necesidad de reabastecimiento, el Black Manta posee las condiciones ideales para realizar seguimiento de OVNIS. Quizá por ello fue confundido con uno... cuando pudo ser avistado. Porque, a todas sus condiciones técnicas, el TR-3 suma la de ser virtualmente invisible a todo equipo de detección. Por otra parte, todo lo que registra puede llegar en pocos segundos a su base, a través de los satélites militares de comunicación. Semejante bagaje, en una
nave que recuerda por sus formas a un aladelta, permite predecir que en poco tiempo podrá comenzar a desentrañase fehacientemente el misterio de los OVNIS. Aunque, para algunos políticos norteamericanos, el arcano pasa por su propia Fuerza Aérea: menos del 3% de los integrantes del Congreso tienen conocimiento de los productos generados en los Black Programs.
De la misma manera, resulta curioso que recién ahora la NASA haya dado a conocer sus registros sobre objetos voladores no identificados; y esto hace suponer que aún hay muchas fotografías para examinar, que permanecen en carpetas Top Secret. Las imágenes brindadas a la prensa internacional se remontan a fechas tan lejanas como 1962, antes de la llegada a la Luna. El 24 de mayo, desde la cápsula Aurora VII, el astronauta Scott Carpenter fotografió un objeto también registrado por los radares de Cabo Cañaveral, mucho más brillante que los demás cuerpos celestes. Es uno de los casos en los que la NASA no abre juicios ni ofrece explicaciones acerca
del fenómeno; lo mismo ocurre con los dos OVNIS registrados por Frank Borman mientras orbitaba la Tierra, las extrañas luces avistadas por el Apolo XII en el inicio de su viaje, o el “plato” fotografiado en 1965 por la Géminis V sobre el Himalaya.
A pesar de las declaraciones de los astronautas, que en muchos casos fundamentaron su creencia de haberse encontrado con un OVNI en base a su conocimiento de los fenómenos espaciales, la NASA ha descartado algunos hechos que no ofrecían pruebas concluyentes.
Las imágenes tomadas por la
Skylab 3 y la Géminis XI fueron catalogadas como satélites. Pero, al mismo tiempo, una cuidadosa revisión del objeto registrado por Edwin Aldrin Jr. en la Géminis XII reveló que efectivamente se trataba de un OVNI. En los otros casos, en que el ente de investigación espacial guarda silencio y las fotos parecen hablar por sí mismas, la teoría que en algún momento fue con;iderada descabellada cobra aún nás fuerza.
Obviamente, todo el folklore generado alrededor de la cuestión
de los OVNIS ha interferido la investigación metódica de los hechos; cualquier persona con deseos de destacarse en el barrio ha creído ver platos voladores en el cielo, una imagen tan fuerte que se convirtió en el centro de toda la filmografía inicial de ciencia ficción. Recién ahora, que nuestro propio planeta comienza a asombrarse con maravillas como el Black Manta, la algo trillada imagen de la sopera invertida comienza a quedar en el pasado, dejando paso a una idea más realista de nuestros visitantes. El cosmódromo de Nazca, la concreción de obras casi imposibles para nuestros antepasados, los testimonios palpables brindados por el avance tecnológico, conforman un mosaico irrefutable de la existencia de los OVNIS, desplazando la idea algo egoísta de que estamos solos en el Universo. iomo las líneas de los incas, ese nosaico no puede ser apreciado con una visión parcial, con los pies en la Tierra. Dejando de lado todo prejuicio, siempre será mejor dejar que nuestra mente se eleve y vea el todo, llevando a cabo el notable ejercicio de aprender.


MENTIRAS
Entre el cúmulo de conclusiones algo osadas lanzadas por personajes no demasiado confiables, existe un vasto conjunto de científicos que se abocaron a la tarea de determinar cuánto de verdad y cuánto de fantasía encierra el tema de los OVNI. Algunos, como los doctores James McDonald, del Instituto de Física Atmosférica de la Universidad de Tucson. y J. Allen Hynek. asesor del disuelto Provecto Libro Azul de la Fuerza Aérea Norteamericana, se convencieron de que “los OVNI constitu ven un auténtico misterio, untenóineno con propiedades físicas y psíquicas extraordinarias que la ciencia actual no puede resolver”. Quizá por ello, y a pesar de las argumentaciones lógicas de Carl Sagan, en cierto punto comenzó a vincularse a los no identificados con temas como los universos paralelos y el submundo paranormal. Como acompañando a visiones más hollywoodenses que racionales. Así, el astrofísico francés Jacques Vallée -famoso desde que Steven Spielberg admitió haberse inspirado en él para uno de los personajes de Encuentros cercanos- buscó conexiones entre los OVNI, las leyendas del folklore antiguo y medieval, la parapsi
cologia y los agujeros negros como compuertas hacia otras dimensiones. Sus detractores afirman que Vallée se basa en dudosas historias de los diarios, sólo revisadas por amateurs más interesados en el costado misterioso que en el avance de la ciencia. Este grupo de profesionales prefieren la actitud escéptica -que no es la de negar los hechos sino suspender el juicio a la espera de evidencias-. considerándolas la madre de la ciencia.
Entre la enorme cantidad de casos registrados por el Blue Book, hubo algunos que en su momento fueron aceptados casi unánimemente como
pruebas de la visita de OVNI a nuestro cielo, pero tiempo más tarde quedaron definitivamente desacreditados. Sin embargo. y lógicamente, el descubrimiento del fraude no fue tan publicitado como la noticia inicial, y así es que aún hay ovnflogos que los siguen considerando válidos, lino de ellos se hasó en la fotografía sacada por el matrimonio Trent el 11 de mayo de 1950. en su granja de McMinniville (Ore gon). En su momento, esa imagen fue considerada una de las que certificaba la presencia de OVNI: pero. cinco años más tarde, el investigador escéptico Philip Klass señaló varias contradicciones en el testimonio de los Trent, y el hecho de que en la foto aparecían varias sonibras y nubes, cuando los registros meteorológicos hablaban de cielo despejado.


El libro azul
Dentro de la comunidad de seguidores del tema OVNI, no son pocos los que creen que el Provecto Libro Azul (Bloc Book) es el tftulo de un libro publicado por la aeronáutica norteamericana donde la existencia de los
OVNI ha quedado demostrada. Pero en realidad es el título que nuclea a todas las iniciativas militares, como el Sign Project o el Grudge Projecí, dedicadas al tema. Ese programa, que se extendió entre 1951 y 1969. recién halló una conclusión cuando los militares acudieron a científicos profesionales. Contra una opinión pública que llega— ha a creer el rumor de que el Pentógono mantenía escondido a un grupo de extratelTestres en un hangar de Nuevo México, el doctor Edward Condon realizó una exhaListiva investigación, que dio por resultado el dossier “Un estudio científico sobre los O VN!”, donde se dice que “no existen evidencias vali (las que apoyen la hipotesis de que estemos recibiendo visitas extraterres tres”. Desde su inicio, el Blue Book registró más de 13 ¡oil testimonios, de los cuales sólo quedaron 701 informes clasificados como OVNI. Para las autoridades. la cifra no tenía la suficiente relevancia para seguir adelante.
De la misma manera la serie fotográfica registrada por el norteamericano Paul Villa el 16 de junio de 1963 en Albuquerque (Nuevo México) fue desacreditada al descubrir un grosero montaje que consistía en un alambre sosteniendo al “OVNI”. Algo similar ocurnó con las tomas logradas por Rex Heflin, inspector de autopistas. el 3 de agosto de 1965 el análisis dictaminó que se trataba de una maqueta de 60
cm, suspendida a seis metros del suelo. Ambos casos lueron desenmascarados por la Ground Saucer Watch. agrupación ovnilógica cspecialitada en el análisis computadorizado de fotografías OVNI. Con la ayuda de un scanner, la gente de GSW ha logrado aclarar varios entuertos que en su mo— ment() se consideraron revolucionarias pruebas. Así se ha ganado el odio dc gente como BilIy Meier. granjero sui— ¡o que. a partir de sus supuestas pruebas. montó una próspera empresa pseudorreligiosa dedicada al contacto con los OVNI. Ante las contundentes explicaciones sobre cómo realizó cada truco para ganar adeptos crédulos, el hombre afirma que existe "una con/ura satánica internacional" para impedir que sus mensajes cósmicos logren la trascendencia que se merecen.
El 21 de octubre de 1963. en Villa de Trancas (Tucumán). tres hermanas aseguraron haber visto sobre las vías del tren dos intensos focos de luz, donde se movían formas vagamente humanas. Al llegar a su casa, advirtieron sobre una plantación de lechuga una enorme máquina, circular, metálica. Al día siguiente se descubrieron huellas en el pasto y bolitas conipuestas por carbonato de calcio, y el caso pasó a
convertirse en una especie de clásico. Sin embargo. a Íines de los ‘80 el doc— t()r Roberto Banchs —ovnílogo escépil— co— pudo determinar que en esa fecha se estaban realizando maniobras militares. en las que se utilitaron reflectores antiaéreos de gran potencia. Así se explicaron los restos carbonatados provenientes de esas lámparas: pelo como la refutación llegó varios años más tarde, más de un fanatico aún tiene archivado el caso tucumano como auténtico.
El siguiente avislamiento —cronológicamente— fue más allá, e incluso ge— neró una célebre ola de rumores. Según los diarios de la época. en junio de 1968 el matrimonio V idal iajaha de Chascomús a Maipú por la ruta 2, cuando su automóvil il fue en tielto por un banco de niebla. Durante dos días nadie SUDO nada de la pareja. hasta que un amigo recibió una llamada (les— de el consulado argentino en México. Según el doctor Vidal. al entrar en la neblina ambos habían perdido el co— nocimiento y al recuperarlo se halla han en la capital mexicana. A partir de allí, hubo varios que afirmaron haber sido secuestrados por un OVNI. elevándolos en el aire mediante una nube o un haz brillante. Según el periodista Alejandro Agostinelli. “esta historia fue relacionada con el secuestro de un OVNI. pero jamás lue conlirmada. Más bien lo contrario: es bastante
probable que sólo haya sido un fraude que persiguió movilizar la creencia en los platillos voladores antes del estreno de una mediocre película argentina que aludía al osunto. Sin embargo, con los años supo ganar un destacado lugar entre los rumores mágico-tecnológicos de nuestro tiempo. Siempre aparece alguien que dice haber conocido a algún pariente o amigo de los Vidal. Pero lo cierto es que nunca aparecen las pruebas. Y si nadie supo nada de ellos, es natural: el apellido ViclalJiie inventado por el periodista al que le encargaron redactar la falsa noticia”.
Poco tiempo después. otro caso tuvo notable resonancia en el público amante de las apariciones fáciles. El 28 de octubre de 1 973, el camionero Dionisio Llanca estaba cambiando una goma al costado de la ruta, cuando recibió la visita de dos hombres y una mujer vestidos de manera algo extraña. Allí perdió el conocimiento para despertar en el Hospital Municipal de Bahía Blanca Su testimonio se centró en el hecho de- haber estado dentro de una nave, donde los extraterrestres lo sometieron a un estudio médico. El emocionante episodio fue desentrañado por el licenciado Guillermo Roncoroni,
quien descubrió que el camionero había recibido una dosis de pentotal sádico, bajo cuyos efectos había sido interrogado por un ovnílogo sin demasía- dos escrúpulos, que había inducido las respuestas.
De la misma manera, la fiebre 0VNE desatada en Capilla del Monte (Córdoba) resuitó originada en un incendio común y silvestre. La noche del 9 de enero de 1986. la señora Esperanza Pelliza de Gómez, junto a su hija y su nieto, observó algo que definió como "un intenso resplandor rojizo” que cubría el cerro Aspero. Al otro día, sobre la ladera de la sierra Pajarito podía advertirse una huella ennegrecida de 115 por 57 metros de ancho. Las autoridades municipales aseguraron estar ante un fenómeno OVNI, dando pie a que varios grupos místicos tomaran ese lugar como zona de culto, y que muchas personas aseguraran haber asistido a una repetición del fenómeno.
Sin dudas. Carl Sagan es uno de los personajes más temidos por quienes gustan de exagerar en cuanto a los
OVNI. Sagan cree en la existencia de inteligencia en otras galaxias. pero se muestra escéptico en cuanto a la parafernalia de visitas, despegues y contactos con seres de otro planeta.
Supongamos que las visitas extraterrestres se reducen a sólo una por año, contradiciendo la infinidad de reportes diarios. Hay que tener en cuenta un número N de civilizaciones lo suficientemente avanzadas, y para determinar ese número N hay que tener en cuenta varios factores (la velocidad con que se forman estrellas en la galaxia, el número de estrellas que tengan plançtas. la situación. de esos planetas con respecto al Sol, la posibilidad de que haya en ellos vida inteligente, y el promedio de vida de esa civilización Sagan. luego de muchos cálculos, concluye en el optimista número de un millón de civilizaciones en condi— ciones de lanzar naves al espacio. Ahora supongamos que cada una lanza X vehículos en un año, y qu.e sólo se establece un contacto por viaje, habiendo varios millones de llegadas a alguna parte por año y habiendo al menos 10 a la 10 lugares interesantes para visitar. Para que la Tierra reciba un OVNI por año, se necesitan lanzar
diez mil vehículos por año y por ci’i’ilización, o sea diez mil millones en la Galaxia. Esto provocaría un tráfico interestelar comprobable a la Panamericana un domingo por la tarde. Lo cual, sin analizar más profundamente, resulla algo excesivo.


Los escépticos
no se rinden
No todos están dispuestos a creer lo que se ve a simple vista, por más maravilloso que parezca. El comité para la Investigación cientifica de los Supuestos Fenómenos Paranormales (CSI COP). entidad científica que reúne a gente como Isaac Asimov, Carl Sagan, el escritor Martin Gardner y el epistemólogo Mario Bunge, busca desenmascarar los orígenes culturales del fanatismo desmedido por los OVNI, e informar al público de las manipulaciones que frecuentemente se dan. La mira apunta a la pseudociencia, término adoptado en Argentina por el Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAlRP). Los directivos de esta institución, fundada hace dos años, sostienen su labor en que “el público debe saber lafacilidad con que puede ser engañado. Pulula toda una fauná de oportunistas in teresados en que los OVNI sigan siendo un misterio, pese a que más de un
noventa por ciento de casos explicados fundamenta la hipótesis contraria”. Entidades como el CSICOP o el CAIRP intentan verificar si las atirmaciones que se disparan desde el campo de la pseudociencia tienen algún asidero. Léase: sólo una investigación criteriosa, a fondo, puede llegar a determinar cuáles casos refieren a una auténtica aparición de un OVNI, y cuáles son sólo una utilización de hechos comunes. Los escépticos sostienen que, cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial, la humanidad tenía la necesidad de crear un nuevo mito tecnológico. Según este razonamiento, los extraterrestres del siglo XX no serían muy diferentes a las apariciones de gnomos o duendes en el medievo, las visiones de la Virgen María o la materialización de fantasmas en el siglo pasado. Eso no significa que haya que abandonar la investigación, ya que de ello se trata la ciencia. Por ello mantienen su principio de que “el conocimiento científico es progreso constante, y se construye observando cuidadosamente aquellos fenómenos de la naturaleza que parecen presentar rasgos novedosos. Si surge una evidencia documentada sobre cualquier fenómeno, por más extraordinario que parezca, seremos los primeros en pronunciarnos”. Utilizando términos más vulgares, la cuestión sigue siendo saber separar la paja del trigo.

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