domingo, 30 de enero de 2011

Mision Rama – Mensajeros del fin del mundo

Revista Misterios. Abril 1992, por Oscar Kosada

Miles de personas creyeron en la década de los ochenta y creen aún que existe en Ganímedes, uno de los satélites de Júpiter, una colonia de terráqueos que fueron transportados allí por habitantes de otros planetas para salvar a una parte de la humanidad de una inminente catástrofe. Esa colonia se seguiría incrementando, puesto que constantemente viajan hacia allí hombres y mujeres de la Tierra. La colonia tendría 12000 habitantes en 1987, según los datos aportados por los “agentes de viaje” locales, que no son otros que los dirigentes de Misión Rahma, el grupo contactista mejor intencionado y más numeroso del planeta, en opinión de los especialistas en ovnis. Su líder, Sixto Paz Wells, afirma haber viajado varias veces a Ganímedes a través de agujeros interdimensionales. El satélite sería sede de la Confederación de los Mundos, presidida por 24 majestuosos ancianos que se ofrecieron a la vista de Paz Wells en uno de sus viajes. Ellos están empeñados en rescatar los mejores representantes del género humano antes de que la Tierra vuele en pedazos.
Desde luego, cualquiera puede inventar una historia semejante y apostar a que se la crean, pero hubo un apoyo de prensa, si bien reticente en algunos casos, lo suficientemente importante al grupo Rahma. Y ese apoyo estuvo basado en fenómenos realmente extraños que varios periodistas pudieron presenciar en un valle del Perú. La misión despertó en general una corriente de simpatía por la convicción que pusieron en ellos sus infatigables integrantes, dispersos por todo el mundo.
La aventura comenzó la noche del 22 de enero de 1974 a la luz de una vela, en un salón de la casa de la familia Paz Wells, en Lima. Esa noche, Sixto, que al poco tiempo se transformaría en el principal animador de la misión, reunió a sus hermanos, a su madre y a su padre con la intención de establecer un contacto psicográfico con extraterrestres. La psicografía es una técnica del espiritismo mediante la cual el canalizador, o médium, comienza a escribir mensajes que pueden ser atribuidos al espíritu de los difuntos o a entidades divinas, sin que intervenga su voluntad. La familia Paz Wells no se reunió esa noche por una mera ocurrencia: el jefe del clan, Carlos, era presidente por entonces del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias (IPRI), institución fundada 20 años antes que cubriría un amplio abanico de intereses, desde el estudio del fenómeno ovni hasta la parapsicología. En la familia había un ambiente propicio para experiencias como la que quiso llevar a cabo esa noche el joven Sixto, que tenía apenas 18 años en esa época.
Al cabo de varios intentos fallidos, Sixto sintió en cierto momento que la escritura que estaba produciendo sobre un papel ya no le pertenecía. Surgió, en medio de trazos sin sentido, una clara leyenda en letras de imprenta: “Sala de hogar buena para hacer comunicación. Podemos hablar sobre ovnis en vuestro país. Me llamo Oxalc, Soy de Morlen (Ganímedes) Podemos comunicarnos mas adelante.
La familia entró en estado deliberativo. Sixto y su hermano Charlie se hallaban plenamente identificados con la posibilidad de entablar contacto con los extraterrestres. El padre, Carlos, era el más escéptico de todos, a pesar de su dedicación durante años a los temas vinculados con los habitantes de otros planetas. Las comunicaciones psicográficas se repitieron, los jóvenes avanzaron más y más en ellas, y por fin, junto a otros miembros del IPRI, asistieron a una saga de confirmaciones físicas en los arenales de Chilca, a escasos km de la capital peruana.
A fines de agosto de 1974, un cable de la agencia española EFE daba cuenta que “cinco miembros del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias han establecido contacto con un ovni procedente de Ganímedes, el mayor de los satélites naturales de Júpiter”. La noticia repercutió en todo el mundo, especialmente en España y en América Latina. Ciertos ingredientes en ella daban a entender que no se trataba de un encuentro cercano más. Y sin embargo, la Misión Rahma acababa de comenzar.
Un diario español, La Gaceta del Norte, olió la trascendencia del asunto y envió a un cronista, el ahora famoso ufólogo Juan José Benítez, para que recogiera información sobre el terreno. El periodista descubrió que la noticia de EFE era solo la punta del iceberg. “Miles de familias enteras salen cada año de nuestro mundo hacia otros astros, como Ganímedes, Apu, Atlas, Calisto”, le reveló un miembro del IPRI.
¿De dónde provenía esa información?. Pues del contacto directo con los enviados de la Confederación de los Mundos. Según Sixto Paz, el primero de ellos se produjo en julio de 1974, mientras varios de sus compañeros, en medio de la oscuridad del desierto, eran testigos de la manifestación de un Xendra, nombre que reciben, en el léxico de la misión, los agujeros interdimensionales. “Sin poder explicar cómo –narró Sixto- de pronto me ví a cientos de metros delante del grupo. Junto a la base de un cerro descubrí uno brillantísimo semicírculo de luz de unos tres o cuatro metros de diámetro. Quise correr y buscar a los otros, pero, no se bien por qué, me puse en comunicación con Oxalc, mi guía. Y vi salir de esa especie de burbuja luminosa la figura de un ser muy alto, que también despedía luminosidad. “Ven, acércate”, me dijo mentalmente. “Soy Oxalc. Es preciso que pases la prueba del Xendra”. Entré entonces en aquella luz cegadora.
El joven líder de la Misión confesó que se detuvo unos segundos cuando comprobó que la entidad no parecía ser de carne y hueso, pero enseguida comprendió que era una proyección. “Era muy alto, como de dos metros. El cabello era largo y de color blanquecino”, narró luego.
Tales experiencias se repitieron con asombrosa frecuencia. Durante ese mes de julio, un total de 12 personas fueron adiestradas en el paso de los Xendras. Ocho de los contactados afirmaron haber haber sido proyectados al interior de las naves y los cuatro restantes –entre ellos los hermanos Paz Wells- lograron visitar además dos mundos cercanos, Apu y Morlen. Los Xendras son provocados, al parecer, por una o varias naves que permanecen alejadas de los puntos de encuentro.
Con Oxalc como Cicerón, Sixto recorrió hasta el final aquel corredor luminoso y así llegó al umbral de una ciudad con una arquitectura que jamás había imaginado. Pronto llegó a un lugar muy iluminado donde había 24 personas. “Pero, oh Dios!, no eran seres como Oxalc o como los hombres. Según supe por mi guía, eran los 24 Mayores o Mentores. Aquellos seres, muy distintos entre sí, estaban sentados a lo largo de una especie de mesa. Eran los 24 ancianos o sabios que en la actualidad dirigen la Confederación de Mundos de la Galaxia. Ellos fueron designados para velar, dirigir, planificar el desarrollo de los planetas que se mueven en este rincón del Universo. Creo que de no haber sido por la misteriosa bondad que irradiaban, me hubiese desmayado. Pero no eran formas humanas”.
Sixto, el primero de la misión en vivir esta experiencia, es quién sostiene a la vez haber participado más a menudo de esos encuentros cumbres con los rectores de la galaxia. El 18 de abril de 1986, cuando la misión estaba en su apogeo, acudió a una nueva cita en el desierto acompañado por dos periodistas de la agencia EFE. Allí se introdujo en una nave lenticular que arrojaba luz bermellón en un haz intenso dirigido al suelo. El 22 de abril del mismo año, Sixto ofreció un relato de la experiencia que habían presenciado los periodistas españoles en un auditorio de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, ante un público incrédulo, pero que siguó su conferencia con una mezcla de desconcierto e interés.
En esa oportunidad, el investigador argentino Alejandro Agostinelli le preguntó por que los extraterrestres no le daban pruebas más sólidas para enfrentar el escepticismo de los terráqueos y lograr una mejor difusión del mensaje. Sixto contestó que “no existe la intención de convencer, sino de dar la oportunidad a los humanos de que vivan la experiencia” y aludió al propósito de eludir toda comercialización del tema.
A esta altura de la historia, el fenómeno Rama se había expandido increíblemente. El libro OVNI: SOS a la humanidad, del español JJ Benítez, contribuyó a que tuviera difusión sobre todo en los países de habla española. A mediados de los ochenta, una gran red de contactados funcionaba a pleno en 33 países, incluido Japón. Pero sin duda fue en España donde los grupos Rama tuvieron mayor éxito. Según José Luis Barturen, precursor de la misión en la península, allí se llegaron a organizar 600 grupos, cuyos miembros decía recibir mensajes de los mismos guías que se comunicaban con los contactados peruanos.
Los terrestres que habían sido elegidos para el contacto debían franquear la prueba de los xendras, donde recibían un intenso entrenamiento para lograr el paso a otros planetas. Básicamente, se trata de pruebas de fe, dirigidas a que vencieran los miedos, templaran sus emociones y no vacilaran un segundo en creen en lo que les estaba ocurriendo.
Según algunos, estas experiencias deben ser tomadas con pinzas, pero existen documentos que atestiguan la presencia de naves en el desierto peruano de Chilca. El dato más asombroso, según el investigador Javier Sierra, es que los encuentros que los guías anunciaron mediante escritura automática solo excepcionalmente fallan. En 1989, ante periodistas de Perú, Argentina, República Dominicana y Estados Unidos, se presentó en el valle de Chilca un objeto con forma de cigarro arqueado, con las puntas hacia abajo, que se desplazó raudamente sobre los cerros. Mas tarde aparecieron cuatro objetos más pequeños, de coloración anaranjada, que sobrevolaron el lugar y se perdieron en el horizonte.
La misión tuvo explicaciones para enfrentar el escepticismo de los más incrédulos, que se empeñaron en buscarle la quinta pata al gato. Por ejemplo, la pregunta acerca de cómo solucionaban en Ganímedes el problema del intenso frío previsible en un satélite tan alejado del Sol tenía esta respuesta: los regentes de la galaxia hicieron construir allí gigantescas tuberías que atraviesan toda la superficie conduciendo aire calentado con la energía que proviene de la intensa actividad volcánica del planetoide.
Algunos investigadores prefieren no hacer hincapié en la existencia o no de la colonia de terráqueos en Ganímedes, los xendras y Oxalc y estudiar más bien los postulados de Rama. Uno de estos investigadores, Javier Sierra, define la misión como un “cristianismo extraterrestrizado”. En ese sentido parece evidente que los enviados de Ganímedes actúan como una suerte de mesías. Pero, a la vez, en Rama se funden algunas ideas bíblicas, como las del Apocalipsis y la salvación de los buenos, con poderes anticipatorios que permiten anunciar la destrucción del planeta con perfecta seguridad.
Con todo, Rama sufrió un revés en le medida que sus afirmaciones se hicieron más precisas y pesimistas. Sixto y sus seguidores llegaron a afirmar que el infierno nuclear estallaría hacia 1985. sus vaticinios se perfeccionaron cuando el movimiento se había convertido en la organización dedicada al contacto ovni más poderosa e influyente en Sudamérica. Los plazos para cumplir con el objetivo básico de la misión comenzaron a acortarse. Pero también se aproximaba el descenso y rescate de los salvadores. De este modo, las exigencias del grupo se tornaron más y más duras. Quizás por estas razones se desencadenaron los desacuerdos. Algunos se sintieron engañados, pues las profecías no se cumplían.
En Octubre de 1990, durante una visita a España, Sixto declaró que la misión había cumplido su ciclo. A partir de ahora, el trabajo debía hacerse de manera personal. La misión Humanidad había nacido. Si aquello fue un cambio de nombre o el comienzo de una etapa de reclutamiento de elegidos bajo otras formas y quizá exigencias secretas, es algo que todavía no puede contestarse. La última palabra sobre Rama no fue dicha.

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