domingo, 30 de enero de 2011

¿Es el Chupacabras una criatura interdimensional?

Revista Año Cero. Octubre 1996, por ENRIQUE DE VICENTE


Las apariciones del Chupacabras en Costa Rica coincidieron con mi estancia en aquel país para participar en un congreso internacional de ufología. Confieso que mi escepticismo inicial sobre una historia aparentemente truculenta, sumado a las múltiples actividades que tenía programadas en aquel país, tan sólo me permitieron acudir a un escenario de sus fechorías poco antes de regresar a España. Pero lo que descubrimos, en compañía de Carlos Vílchez, fue suficiente para alertamos sobre la verdadera naturaleza de este fenómeno, paranormal, compleja y ligada al fenómeno OVNI.



A las 17:30 del viernes 13 de abril, unos niños encontraron misteriosa-mente desangrada a la cabra con la que acostumbraban a jugar, en una humilde plantación del cantón de Desamparados. A su madre, Xinia Bermúdez, le extrañó que aquel día «todo estaba muy silencioso, como cuando va a haber un terremoto», que aquella tarde se quedase en casa la perra que siempre los acompañaba en su paseo y que el cadáver no fuese atacado por ninguno de los buitres que vimos cerca del lugar ni por otros depredadores. Tras un distendido interrogatorio, nos confesó que, desde hacía cuatro meses, a veces oye cómo le llaman por su nombre, y aunque siempre responde nunca ha visto a nadie. Mi esposa, Arantxa Goñi, psicóloga clínica con amplia experiencia, no detectó síntomas que permitiesen atribuir aquellas voces fantasmales a ningún problema psicopatoló-gico.
La noche anterior, Xinia escuchó sobre su casa un ruido muy fuerte, como el de un avión que despega, precedido por una especie de viento huracanado. Este estruendo, idéntico al descrito en algunos lugares visitados por el Chupacabras, fue oído —entre otros vecinos— por Mauricio Cruz e Yvette Mora, testigos que nos aseguraron que anteriormente los perros habían estado más alterados que nunca. A las 2:30 de la madrugada previa al ruido, alarmado por sus intensos ladridos y movimientos, Mauricio se levantó, viendo entre las plantas una silueta negra que parecía tener algo como pelo, pero cuando salió a tirarle una piedra ya no había nada.
Una larga y amistosa conversación con Mauricio acabó deparándonos notables sorpresas, similares a los que hemos hecho en otras ocasiones tras interrogar adecuadamente a quienes parecían ser meros testigos de un OVNI u otro hecho anómalo. Sin ser consciente de ello, Mauricio parece —cuanto menos— capaz de producir alteraciones paranormales en el fluido eléctrico y en su computadora a las que este electricista siempre ha intentado encontrar una explicación externa.
Además, Mauricio recuerda haber visto en su dormitorio, a sus 12 años, una forma humana blanquísima, con ojos penetrantes y rodeado por una luminosidad. A ésta siguieron algunos avistamientos de OVNIs y otras experiencias anómalas. Pero lo más significativo le sucedió a los 16 años, durante otra acampada. Cierta noche, uno de sus amigos bajó a beber al río, escuchando un ruido como el de un animal, que le hizo salir corriendo; cuando todos regresaron al lugar, vieron «dos ojos completamente iluminados, con un color entre rojizo y morado», que desaparecieron al cabo de dos minutos, pero luego oyeron una serie de extra- ños ruidos y pisadas.
Resulta muy interesante que alguien que vive a unos cien metros del lugar donde parece haberse manifestado eso que conocemos como el Chupacabras, haya tenido esta gama de experiencias previas, incluida la observación de unos ojos idénticos a los descritos por cuantos aseguran haber visto a esta entidad:
rojos, enormes y resplandecientes. Los mismos ojos que muestran casi todos los animales imposibles, se trate de criaturas aladas, felinos fantasmales, misteriosos «perros negros» o bestias humanoides peludas (como el bigfoot). Estos dos últimos tipos de entidades —por cierto— son descritos como poseedores de una mirada fascinadora, similar a aquella con la que el Chupacabras parece «hipnotizar» a sus víctimas, que nunca dejan rastros de resistencia.
Las misteriosas criaturas aladas —observadas en diversas partes del mundo— muestran semejanzas especialmente curiosas con nuestro personaje. Por ejemplo, el pájaro gigantesco que vieron unos trabajadores en Copiapo (Chile), en 1868, tenía unos grandes ojos que «brillaban como tizones, parecía cubierta por algo similar a los pelos gruesos y erizados de un jabalí; su cuerpo era alargado como el de una serpiente y cubierto de escamas que batían unas con otras, haciendo un sonido metálico cuando viraba en pleno vuelo», todo lo cual nos recuerda al Chupacabras. A comienzos de 1976, otros muchos vieron en Texas algo similar a un pterodáctilo, reptil volador prehistórico desaparecido hace unos 60 millones de años, con grandes ojos rojos y llameantes, alas de murciélago, cabeza calva, cara de gorila y pico muy sobresaliente. Igualmente asombrosos son los pájaros monstruosos, especialmente observados en Illinois. Los indios de ese estado recuerdan y pintaron en la roca un ave escamosa, con larga cola, cuernos y ojos rojizos, similar a la gigantesca ave del trueno descrita por otras tribus, que volaba sin batir sus alas. La mayoría de estos seres emitían un intenso chillido o silbido, similar a los ruidos asociados a otros fenómenos anómalos.

El Chupacabras y todas estas criaturas inexplicables suelen aparecer cuando menos se les espera, nunca en lugares vigilados, nadie logra capturarles y ni siquiera les detienen los disparos. Todos ellos se mueven con maniobras y velocidades increíbles, incluidos los monstruos de lagos y serpientes marinas, cuya agilidad parece incompatible con su tamaño... Es como si detrás de los mismos —señalan los Bord— operase una inteligencia inexplicablemente elusiva.
Además, parece reunir características comunes a cada una de ellas: es bípedo como los bigfoots, suele ser oscuro como los canes misteriosos; su cabeza, alas y piel de reptil nos recuerdan a las de muchas bestias aéreas y los destrozos que causa serían los que esperaríamos de esos misteriosos felinos que —en cambio— no dejan pista alguna sobre cuál es su fuente alimenticia en las campiñas británicas que frecuentan. Sus estragos son similares a los provocados a miles de reses en Estados Unidos por misteriosos agresores a partir de 1962.
Estas «mutilaciones» nocturnas cuentan con precedentes idénticos en varios lugares del mundo durante el siglo pasado. Al estudiar las vacas cuya sangre y órganos fueron extraídos se detectó una inexplicable cicatrización y neutralización de la hemorragia y que los tejidos mostraban una misteriosa resistencia a la descomposición, por lo que no presentaban el olor que atrae a los depredadores.
Los enormes saltos que a veces da el Chupacabras nos recuerdan a los seres parecidos a canguros observados desde comienzos de siglo en Norteamérica.
Como hace tiempo me señalaba Alberto Leyes, el aspecto de nuestro protagonista muestra curiosas similitudes con antiguos grabados de demonios, vampiros u hombres-lobo, donde aparecen claramente manos y pezuñas con tres garras, piel escamosa, aspecto reptiloide, patas parecidas a las de una cabra, cola y alas semejantes a las del Chupacabras, así como las púas o aletas que recorren toda su espalda.
Esto me recuerda que brujos y chamanes parecían transformarse en animales como el lobo, la liebre o el leopardo. Nos encontramos con metamorfosis de diversas entidades en las tradiciones de numerosas culturas y en algunas apariciones de OVNIs y de sus ocupantes. Tanto el Chupacabras como otras criaturas fantasmales han sido vistas en idénticos lugares y épocas con características extrañamente diferentes, y en ocasiones han cambiado prácticamente de forma en presencia de los testigos.


Ninguna exploración organizada en su búsqueda ha conseguido capturar uno de estos seres; sólo contamos con sus huellas o rastros, con grabaciones de los sonidos que emiten y con fotografías y filmaciones nada concluyentes. Más o menos, lo mismo que ocurre con los OVNIs y otros fenómenos anómalos. ¿Cabe deducir de ello que no existen? Por el contrario, las decenas de miles de testimonios coincidentes de quienes los vieron en diversas épocas y las características que el Chupacabras comparte con esta multitud de manifestaciones inaprensibles pero "verdaderas", nos llevan a una conclusión provisional en la que coinciden varios estudiosos de estos seres: se trataría de criaturas para-físicas, que parecen pertenecer a una realidad dimensional paralela, que posiblemente se interpenetra con la nuestra circunstancialmente, en algunas coordenadas espaciotemporales. De ahí, la tendencia de estos seres a mostrarse —frecuentemente coincidiendo con «OVNIs», toda clase de «apariciones» y fenómenos anómalos— en algunos lugares concretos y en temporadas transcurridas las cuales se desvanecen tan inexplicablemente como llegaron.
Otra cosa es determinar su naturaleza. Podrían ser entidades que habitan en esas otras realidades y se cuelan en la nuestra por algún motivo desconocido o bien criaturas manejadas o creadas por las inteligencias extrahumanas que se ocultan tras los OVNls, con intenciones que nos son desconocidas. Algunos expertos nos recuerdan que en ciertos textos mágicos se explica cómo invocar a demonios con formas animales o monstruosas y se plantean si los seres que nos ocupan podrían ser el resultado —intencional o indeseado— de operaciones semejantes. En tal caso, podría ser que estas entidades fuesen simplemente evocadas y traídas a nuestro plano desde algún otro, o bien que se tratase de verdaderas creaciones psíquicas, manifestaciones cuasi-físicas engendradas y luego alimentadas por el inconsciente de algunas personas. Estas acabarían adquiriendo una existencia independiente y alimentándose de cualquier energía disponible, como la emocional que emiten sus aterrorizadas víctimas, la sexual o la sangre de animales. Recordemos que la sangre ha sido en todas épocas y culturas el alimento ofrecido a los dioses, sobre cuya ansia vampirizante —de fluidos, veneración y emociones— deberíamos reflexionar, que se atribuye a la sangre y a la energía sexual un gran potencial mágico, y que algunas de estas criaturas suelen manifestarse en lugares frecuentados por amantes.
Serían algo similar a los tulpas o formas mentales que se asegura son capaces de engendrar psíquicamente ciertos lamas y pueden acabar escapándose a su control, como ocurría con los demonios familiares que auxiliaban a los brujos, o como el fantasma Phillip, que fue metódicamente creado por un grupo parapsicológico de Toronto dirigido por el Dr.Owen y acabó teniendo vida propia.

Clark y Coleman han descubierto que quienes observan bestias inexplicables suelen tener también otras experiencias paranormales, como le ocurre a Mauricio y a muchos testigos de encuentros cercanos con OVNIs. Además, las apariciones de estos últimos frecuentemente coinciden —en e! tiempo y el espacio— con las de animales imposibles, lo que nos lleva a sospechar que todos forman parte de un mismo fenómeno.., o son activados por un mismo estímulo. Otra explicación sería que las facultades psíquicas de unas personas sirvan como disparador o fuente alimenticia para estos fenómenos, que tal vez no sean sino disfraces o medios utilizados por una misma inteligencia y que aprovechan determinadas puertas interdimensionales para manifestarse en nuestro mundo.
Aparte de estas aproximaciones, sólo podemos reconocer que la verdadera naturaleza, procedencia y significación de estos fenómenos sobrepasa nuestra
comprensión actual. Pero esto es suficiente si nos ayuda a reflexionar acerca de que «la realidad» es infinitamente más amplia y sorprendente de lo que creemos y a perder el miedo irracional hacia lo desconocido que habitualmente nos atenaza.

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