domingo, 30 de enero de 2011

Cuando LOS MILITARES ven OVNIS

Revista Codigo X, Año 1 nro 2, por Santiago Vázquez


La realidad del fenómeno OVNI es actualmente indiscutible. Nadie que no esté mínimamente informado acerca de la abundante casuística ufológica, puede negar que los OVNIS existen. Otras cuestiones son de dónde proceden, por qué nos visitan y quiénes son. No pretendemos responder, en el presente reportaje, a estas y a otras interrogantes de, sin duda, gran importancia e interés.

Me encontraba una madrugada presentando uno de mis programas en la radio. Aquella noche estábamos dando paso a los oyentes para que contasen sus experiencias relacionadas con lo paranormal. Las llamadas se sucedían una detrás de otra: sueños premonitorios, apariciones de personas fallecidas, vivencias en torno a la oui-ja, clarividencias, telepatía y un largo etcétera de apasionantes fenómenos paranormales. Todos los relatos eran interesantes, pero hubo una experiencia, contada por uno de nuestros interlocutores, que me impactó especialmente. Tanto me interesó el asunto que le pedí en directo que no colgase y que nos dejase, ya friera de antena, su nombre y un teléfono de contacto para entrevistarme con él personalmente.

Tuvo la amabilidad de recibirme a los pocos días y me contó sus experiencias a bordo de dos aviones del Ejército Español.

Nuestro protagonista es D. Antonio Vázquez Poeta -sin ningún parentesco familiar conmigo a pesar del apellido-. D. Antonio Vázquez es Comandante del Ejército del Aire, piloto militar, piloto de transporte aéreo, con 15.000 horas de vuelo como Comandante de vuelo
en reactores, helicópteros y aviones de transporte y enseñanza del Ejército del Aire, con cinco años de experiencia en el S.A.R. (helicópteros de salvamento), profesor del Ejército del Aire, cinco años en el 42 Grupo y con un total de 33 años de actividad profesional en este campo.

Ante semejante ficha profesional. como es lógico, uno debe prestar mayor atención. si cabe, al testimonio del Comandante Vázquez Poeta, ya que se trata de alguien muy acostumbrado a ver cosas en los cielos y a distinguir entre lo que puede ser humano y lo que no lo es.

La entrevista que mantuve con nuestro protagonista, y que les ofrece en exclusiva “Código X”, transcurrió del siguiente modo:


- Usted ha tenido dos experiencias de avistamiento OVNI a bordo de

aviones del Ejército Español. Comencemos por la

primera experiencia que usted tuvo. ¿Qué sucedió aquella noche, cómo se sucedieron los hechos?

- Estábamos despegando para

dar una clase de vuelo nocturno. Despegábamos de Getafe con destino a Salamanca. Nos autorizaron el despegue por la pista 3.3, que era lo contrario a lo habitual. Cuando nos autorizaron a despegar. en cabecera de pista, vi ante mí, a unos 10 kilómetros aproximadamente, una luz muy brillante a una altura de 4.000 pies aproximadamente. Entonces le pregunté a la Torre de Control que me confirmase si estaba autorizado para despegar. Me confirmaron que sí, que podía despegar. Yo, inseguro, le dije a la Torre que qué sucedía con el objeto que teníamos delante, y desde Control me dijeron: “No es mío. Espere que le pregunto a Madrid”. Tras unos instantes, me confirmaron que Madrid no tenía ningún tráfico y
que no detectaban avión alguno. Me sugirieron entonces que despegase con precaución, a pesar de no detectar ningún objeto. Sin embargo. yo seguía viendo aquella potente luz frente a nosotros.

Aquella luz permaneció inmóvil hasta que nos acercamos a ella a unos 6 kilómetros de distancia. Entonces yo. subiendo, giré a la derecha, hacia Navas, y aquello, lo que friera, se colocó en nuestro lateral izquierdo y comenzó a seguirnos. En Navas, yo

giré hacia Zamora, y a la altura de Ávila, aquella luz o lo que

fuese. a una velocidad grandísíma, la

perdimos de vista en
cuestión de un instante.

Compañeros míos que estaban en Albacete, me confirmaron después que esa misma noche también fue avistada una luz de similares características a la que nosotros vimos.

- ¿Cómo era esa luz?

- Era muy potente, muy brillante, blanca, pero no cegaba. Yo, en un primer momento, antes de despegar, la confundí con un posible avión, pero más tarde me di cuenta de que no lo era.

- Ha dicho que esta luz, en un momento determinado del vuelo, comenzó a seguirles. Hábleme un poco más de ello.

- Sí, nos siguió hasta Navas, durante unas 28 millas, y al llegar a Navas y girar yo hacia
Zamora, volvió a colocarse en nuestro costado izquierdo y nos continuó siguiendo durante unos diez minutos, que fue cuando a una velocidad pasmosa y bruscamente, hacia la izquierda, se fue con rumbo de 270 grados, y desapareció por completo, en un segundo.

- ¿Se puede descartar por completo que fuese un avión? (aquí le pregunté al Comandante Vázquez haciendo de abogado del diablo)

- No pudo ser, por varias razones, ni un avión ni tampoco un helicóptero. Aquella luz no era nada conocido por mí. Tenga en cuenta que desapareció en un instante, a una velocidad imposible de alcanzar por cualquier aparato

conocido.

- Hábleme de su segunda experiencia a bordo de
un avión del

Ejército Español. Fue en Valencia, ¿no?

- Sí, veníamos de Valencia, también de noche, con destino a Madrid. A la altura de Calles, a unas 28 millas de Valencia, vimos una luz que se cruzaba con nosotros. Entonces pregunté a Valencia si tenía algún tráfico, algún cruce conmigo porque iba a mi misma altura. Valencia me confirmó que no, que no había tráfico alguno. Yo les dije que tenía una luz delante, a mí misma altura, lo cual era peligroso. Desde Valencia me dijeron que inmediatamente iban a preguntar a Madrid para salir de dudas, y desde Madrid, instantes después, confirmaron que no detectaban ningún tráfico en esa posición.

Seguí con mucha precaución. No sabía ante qué me encontraba. En un momento determi
nado, aquella luz comenzó a colocarse hacía mí izquierda, a unos 15 grados de mi dirección. Lo tenía aproximadamente a las 11 de mi posición.

Entonces le pedí permiso a Valencia para desviarme un poco de mi ruta y seguir a aquella luz, tratando de averiguar qué era. Valencia me autorizó y me fui en dirección hacia ella y comencé a acercarme. Según me aproximaba, la luz empezó a ascender suavemente y yo hice lo mismo. Según subía yo. ella subía más. Llegó un momento en el que yo ya no podía subir más. La luz siguió ascendiendo y se perdió en el espacio. y yo continué mi ruta hacia Madrid.

- ¿Tampoco era nada conocido?

- No, imposible. No era nada conocido, nada que yo pueda conocer. No era un avión.

ni un helicóptero, ni

nada.

- ¿Es cierto que se dan con más frecuencia de lo que pensamos los avistamientos OVNI por

parte de pilotos civiles y

militares?

- No lo sé. yo he visto lo que he visto. Tampoco nos vamos fijando en

todo lo que vemos. Te fijas en lo que te llama la atención, en lo que se sale de lo normal. Cuando vas pilotando tu avión y ves una luz en el cielo, lo primero que piensas es que es otro avión, no que sea un OVNI. Yo, al iniciarse las dos experiencias que le he contado, no pensé que fueran OVNIS ni que fueran cosas extrañas. Sin embargo, no mc queda más remedio que decir lo que he visto. Sé que lo que vi no era nada conocido, nada humano. Los dos objetos -o lo que fueran- que yo vi, no eran nada conocido por nosotros, eran algo desconocido, algo fuera de lo normal.

- Sin duda alguna, su testimonio es importante y valioso, ya que ustedes están acostumbrados a distinguir lo que es el planeta Venus, lo que es un helicóptero, un avión o cualquier otro objeto terrestre, ¿no?

- Yo creo que sí. Cuando un objeto o una luz se comporta de forma normal no hay nada
que objetar El problema llega cuando ese objeto o esa luz nos llama la atención porque puede poner nuestra vida en peligro o porque se comporta de una manera anómala. Entonces es cuando te fijas y le prestas la atención que se merece.

- En sus dos experiencias, esas dos luces “jugaron” con usted. ¿Podemos pensar -siempre en hipótesis- que quien maneja esos aparatos posee una inteligencia y una tecnología muy superior a la nuestra?
-Inteligentes son porque en el primer caso que le he contado, aquella luz me siguió. En mi segunda experiencia, fui yo quien le seguí a ella, pero conforme yo subía, ella subía más y más. En el primer caso, me siguió manteniendo siempre una distancia y una velocidad similar a la mía.

En el segundo, yo subí a 37.000 pies. A esa distancia del suelo, el avión ya no me daba más y no sé ni cómo llegó.

- ¿Es la máxima altitud que usted podía alcanzar? -le interrumpo.

- No, lo máximo no, lo supermáximo. Me pasé unos 2.000 pies de mi límite. Me jugué la vida siguiendo a esa maldita luz. Aún hoy no sé lo que eran esas dos luces.

Estas son las vivencias de un Comandante del Ejército Español, de un hombre curtido en mil batallas, acostumbrado a escrutar los cielos. Él no tiene respuestas para explicar sus dos avistamientos OVNI. Yo tampoco las tengo. Los OVNIS existen, no cabe la menor duda, pero... ¿Qué son? ¿Proceden de otros mundos? ¿Son naves tripuladas por seres extraterrestres? Son, hoy por hoy, preguntas sin contestar, pero lo que sí es evidente es que no estamos solos... Tal vez mañana o dentro de algunas décadas, quién sabe, encontremos las respuestas que desde hace tanto tiempo anhelamos saber.

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