domingo, 30 de enero de 2011

Proyecto Libro Abierto

Revista Conozca Mas nro 77, por



Cala el sol en Buenos Aires, y nada en el cielo o la Tierra anunciaba hechos fantásticos. Pero, de pronto, aquel 14 de junio de 1980 se convirtió en "la noche de las dos lunas". Un gigantesco disco blanco luminoso rozó la Luna, aumentó de tamaño, sobrevoló el estadio de River Plata, se posó en una pista del Aeroparque Jorge Newbery y luego desapareció.
Lo vieron, maravillados, miles de argentinos: la luz circular tenía en el centro un sector oscuro, a través del cual podían divisarse las estrellas.
El personal de la torre de control del Aeroparque insistió en que se trataba de "un objeto sólido". Los ovnílogos locales Mónica Plataneo y Juan C. Comte hablaron de "una nave madre que lanzó platos voladores de observación, vistos en el núcleo negro rodeado por una nube". El científico de la NASA James Oberg -especialista en el programa espacial ruso e investigador de Omni- opinó que el extraño fenómeno no sería más que "una nube de gases expulsados por el cohete que puso en órbita al satélite Cosmos 1188, visto como una espectacular burbuja que, a una altura de 650 kilómetros, aún era alcanzada por los rayos solares".
Ouedaron fotos impresionantes, pero el enigma de los 0vnis siguió sin ser resuelto.
Precisamente por eso, la revista Omni -de los Estados Unidos, que se dedica a abordar desde un costado científico esta clase de fenómenos paranormales- propone reunir en un libro las investigaciones que satisfagan concretamente esta incógnita que preocupa a muchísimos científicos de todo el mundo: "¿Hay pruebas irrefutables de visitas de otros mundos?".
Establecido un acuerdo con Omni, Conozca Más se asocia al acontecimiento publicando -a continuación- una síntesis de la nota del mensuario norteamericano en la que la prestigiosa ovníloga Pamela Weintraub fija los conceptos y alcances del proyecto de investigación llamado Libro Abierto.
En Estados Unidos -dice la autora-, un 90 por ciento de todos los fenómenos atribuidos a ovnis pudo ser finalmente explicado. Por eso, nuestro Libro Abierto se apoya en la constante política de Omni: un escepticismo bien informado. Porque las afirmaciones extraordinarias requieren extraordinarios niveles de prueba.
El ya desaparecido doctor Allen Kynek, que entre 1940 y 1950 fue astrónomo del Smithsonian Institute y se desempeñó como profesor en Ohio y Harvard, investigó informes sobre ovnis para el hoy mal recordado Libro Azul, con el que la Fuerza Aérea norteamericana quiso desacreditar el tema. Más tarde, Hynek confesó a Omni que estaba siendo deshonesto, porque ningún procedimiento científico permitia descartar todas las observaciones
Al fin, su legítimo legado consistió en admitir que los ovnis podían ser estudiados con tanto rigor científico como un volcán o un lago. Esta es la idea original que sigue en manos de un grupo de investigadores serios, escépticos y de mente abierta, y éste el espíritu que pedimos a los lectores que deseen colaborar con el Libro Abierto.
Sólo sabemos que cualquier narración que aceptemos investigar debe darnos abundantes pruebas para analizar y explorar. Sin elementos, como ser testigos múltiples, huellas físicas, documentación médica o efectos electromagnéticos, nadie obtendrá resultado alguno, y todos habremos perdido el tiempo.
Por poner un ejemplo extremo: si estamos ante un posible caso de abducción por ovnis, la prueba real debe ser aportada por el presunto secuestrado -no por nosotros-, a través de algún dato de naturaleza astronómica o física ignorado por la ciencia contemporánea, pero comprobable después. En el umbral del siglo XXI, cuando los ovnis ya ocupan un lugar propio entre los relatos de terror y ciencia-ficción, debemos desprendernos de esas atractivas fantasías y, estudiando las pruebas -si las hay-, encontrar alguna respuesta seria, prudente, racional y concluyente. Desde ya, somos conscientes de que nuestra investigación recién comienza.

En 1990, Leah Haley empezó a recordar inquietantes sueños en los que se veía a bordo de naves espaciales acompañada por extraterrestres. Las imágenes eran tan extrañas y reales al mismo tiempo que la mujer busco ayuda profesional. Su terapeuta, el doctor John Carpenter, de Springfield, estado de Misuri, conocido por sus trabajos de hipnosis con secuestrados por ovnis, destaca que el caso Haley tiene una particularidad inusual: sus "recuerdos" comprometen a las fuerzas armadas de los EEUU. Después de someterse a hipnosis, Haley considero que sus sueños eran reales e hizo publica su experiencia en un libro que ella misma edito.
En 1960, Leah Haley y su hermano (por entonces de 9 y 7 años) vieron lo que pensaron era una nave espacial que aterrizaba en el bosque próximo a su casa de Gardendale, estado de Alabama. "Vi tres objetos -cuenta ella-, dos de los cuales pronto desaparecieron. El restante era plateado, esférico y se quedo largo rato en el cielo."
Treinta años después, Haley visito a su madre y su hermano, y recordó un sueño: "Yo estaba en una nave espacial, en una sala redonda, acostada sobre una plataforma, con seres de color blanco grisáceo y de grandes ojos negros que estaban haciendo alguna experiencia medica conmigo."
Luego sus sueños se incrementaron y Leah Haley busco a Carpenter con la esperanza de que este descubriera en ella algún desorden o explicación. Y en quince sesiones de regresión hipnótica, recordó varias abducciones que empezaron cuando ella tenia tres años. Incluso describió una instalación submarina con naves de otros mundos, y a un soldado norteamericano que permanecía en la base, cautivo desde hacia un tiempo.
Bajo hipnosis, Haley evoco -también- su secuestro por personal militar. Hablo de una nave extraterrestre que se había estrellado cerca de una playa mientras ella estaba a bordo, y de unos militares que la sacaron del ovni accidentado. Desde setiembre de 1990 -sostiene Haley- fue seguida "por unos tipos de las fuerzas armadas en autos blancos o de color azul marino", a veces también por helicópteros negros sin identificación. La mujer afirma que era vigilada porque "estuve en esa nave extraterrestre que se estrello: los militares querían obtener la información y hacerme callar".
En abril de 1991 -denuncia Haley- la presión militar se hizo más firme a través del entonces capitán y hoy mayor Tracy Poole, cuya esposa había sido su compañera de estudios. Haley sostiene que Poole le envió "una invitación extrañamente insistente" para visitar el transbordador espacial Endeavour durante su permanencia en la base Columbus. Guardias armados rodeando la nave y carteles alertando "Puede tirarse a matar" explican -según Haley por qué temió "el posible comienzo de un interrogatorio y una tentativa de matarme".

Anomalías técnicas y físicas.
Haley denunció -además-cerraduras y ventanas que se abrían solas, perturbaciones en su línea telefónica y la espontánea descompostura del sistema de seguridad de su casa, además de extraños sonidos que se oían por toda la vivienda. Todo eso la llevó a pensar que "alguien o algo estaba dentro de la construcción".
Haley encontró "más de un centenar de misteriosas marcas" en diferentes partes de su cuerpo. Entre ellas: pinchaduras de inyecciones, pequeñas heridas
-como si le hubieran sacado trocitos de piel- y huellas circulares como de vacunas, hechas aparentemente con tres puntas separadas. Habia también de otros desórdenes físicos: "Ruidos parecidos a los del código Morse" en los oídos, espasmos en la espalda, voces e imágenes, y dolor de ovarios. "Muchas veces me sentí tan aturdida que era incapaz de concentrarme en nada."
¿Sana o paranoica? Durante 1992, Haley visitó tres veces al psiquiatra Thomas G. Shafer, de Florence, Alabama, quien no tiene conexión alguna con ovnílogos y determinó que en ella "no había pruebas de psicosis orgánicas como esquizofrenia, síndrome cerebral orgánico u otra enfermedad". Y en una carta enviada a Haley -y facilitada a Omni- le escribió: "Sin duda, usted padeció algún trauma en el bosque cuando era niña. Su descripción de cómo fue desnudada y acostada mientras se exploraba su cuerpo, me sugiere que ese suceso fue una auténtica velación sexual. Mi opinión profesional -concluía Shafer- es que usted sufre de un desorden de estrés postraumático, complicado luego con un estado paranoide originado por las sesiones de hipnosis".
En el otoño de 1992, Haley se sometió -además- a una prueba de inclinación hacia las fantasías, que el Centro de Estudios sobre Ovnis realiza a numerosos secuestrados por extraterrestres. Según Carpenter, "el test reveló que Leah Haley era menos propensa a las fantasías que el común de la gente: una persona abierta y con los pies en la tierra". Una memoria polémica. "Haley no queda aceptar que hubiera sido secuestrada. No tengo dudas de que estaba muy afectada por lo que ahora recordaba".


FASE DOS: INVESTIGACION

Robert A. Balcer profesor emérito de Psicología en la Universidad de Kentucky y especialista en anomalías mentales- opina que "esos encuentros son, en realidad, imágenes hipnológicas: alucinaciones o sueños que aparecen en estado de vigilia, y nada más". Baker afirma que "sujetos como Carpenter están metiendo a los extraterrestres en la cabeza de la gente". Responde Carpenter: "Yo no estimulo fantasías sobre ovnis. Al contrario. Además, los abducidos provienen de muy diversos niveles culturales y económicos, pero cuentan la misma historia. ¿Mienten todos?"
"Quizá Haley experimenta un estado alterado de conciencia, con gran variedad de causas, desde alergia a la comida hasta perturbaciones cerebrales. Podría tener, como consecuencia, esas fantasías con sensaciones reales e imágenes asociadas en las que se ve raptada por extraterrestres", opina Keith Harary, director de investigaciones del Instituto de Psicología Avanzada de San Francisco.
El lugar de los hechos. Haley guió a Omni por el interior de la base aérea Columbus, buscando una construcción de un solo piso en donde ella cree haber sido retenida e interrogada. Sin embargo, ningún edificio le resultó conocido. Haley también dio el nombre de un malhumorado empleado civil de la base, quien -dijo- sabía algo sobre los ovnis. Pero cuando Omni entrevistó al hombre, este contestó: No tengo autorización para hablar".
En cuanto al mayor Poole, éste confirmó que le facilitó a su mujer un pase extra para Leah Haley, "pero no se trataba de una invitación personal -subraya-. Teníamos áreas restringidas donde el público podía tomar fotografías del transbordador Endeavour. Y es cierto que yo me presenté esa noche, pero fue sólo para saludar".
Desmentida oficial. Según el sargento Debbie O'Leary -de Asuntos Públicos de la Fuerza Aérea-, "nunca se registró la presencia de ovnis sobre la base Columbus, y jamás interrogamos a nadie que sostuviera haber tenido encuentros con extraterrestres". Tammy McBride -del buró de informaciones sobre prisioneros de guerra del Pentágono- investigó sobre un tal Larry Mitchell, nombre que aparecía en el uniforme de un soldado de las "instalaciones subterráneas extraterrestres" descriptas por Haley bajo hipnosis: McBride encontró tres Larry y otra persona de nombre Lawrence, todos de apellido Mitchell. Los cuatro habían muerto en Vietnam.


Helicópteros misteriosos.

Tony Scarborough -profesor de Física en la Universidad Estatal del Delta, en Cleveland, y director de la Red de Intercambio de Informaciones sobre 0vnis de Misisipi- confirmó que en el verano de 1991 "un helicóptero de color negro grafito apareció sobre una casa donde Haley estaba hablando y aterrorizó a la concurrencia. Un año después, un helicóptero similar apareció sobre mi casa y me acompañó volando a unos 150 metros de altura, cuando yo iba a encontrarme con Leah Haley en la Universidad,


Presencias en la casa.

John Beard quien dirige en Columbus la Alianza de Seguridad del
Triángulo de Oro, compañía que instaló el sistema de seguridad en la casa de Haley- corroboró las perturbaciones hogareñas de Haley: "El sistema que instala-mos en su casa tiene defectos de ingeniería. El fabricante lo ha reconocido. Por eso ya no lo vendemos más. Hay por lo menos otros 20 clientes que tuvieron las mismas dificultades". Pero la antigua ama de llaves de Haley, Eunice Eggleston, insiste en que "un día, yo estaba limpiando el piso alto y escuché claramente acordes en el piano. La casa estaba bien cerrada y yo estaba sola en ella. Además, el contestador automático empezó a funcionar sin que sonara el teléfono. Y el conducto de aire acondicionado se desprendió y cayó al suelo".
¿Huellas de abducción? Las raras marcas en el cuerpo de Haley podrían ser importantes pruebas físicas. Sin embargo, "no es raro que durante la noche aparezcan marcas extrañas. Para tomarlas en serio, tendríamos que descartar todas las causas convencionales, incluyendo la posibilidad de que Leah se haya hecho esas cosas ella misma".

El eminente Ronald K. Siegel, especialista en alucinaciones y autor de Susurros: las voces de la paranoia- insiste en que "Haley está sana y es una auténtica secuestrada. Pero los extraterrestres no están afuera, sino dentro de su cerebro".



Conclusión.

Pese al hecho de que algunos investigadores del fenómeno ovni consideran el caso Haley como uno de los más atractivos y mejor documentados hasta hoy, sin más información es imposible saber qué experimentó ella y por qué. No hay evidencias concretas y concluyentes por las que pueda afirmarse que hubo una real abducción por parte de entidades biológicas extraterrestres, y tampoco pruebas suficientes para afirmar que Leah Haley haya sido observada o acosada por organismos militares.

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